Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el otoño de 2025 en España, que comprende los meses de septiembre, octubre y noviembre, será más caluroso de lo habitual en todo el territorio. Además, hay una baja probabilidad de que sea un otoño lluvioso.

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Esta previsión sigue a un verano que ha sido el más cálido registrado en España desde 1961, superando al de 2022. como ha asegurado la Agencia EFE.

En la presentación de las proyecciones para el otoño y el análisis del verano, el portavoz de la AEMET, Rubén Del Campo, enfatizó que se espera que las temperaturas sean más altas de lo normal en toda la temporada. La probabilidad de que esto ocurra es del 60-70% en la península y las Islas Baleares, y del 50% en las Islas Canarias.

Con respecto a las lluvias, Del Campo señaló que la incertidumbre es mayor. Sin embargo, los modelos climáticos indican que es poco probable que el otoño sea particularmente lluvioso, especialmente en las regiones del oeste, centro de la península y en las Islas Canarias.

El verano de 2025 ha sido el más cálido registrado en España desde 1961, alcanzando una temperatura media de 24,2 grados en la península. Esto representa 2,1 grados por encima de la media habitual.

Este récord supera por una décima al verano de 2022 y se sitúa seis décimas por encima del de 2003, que hasta ahora era considerado un referente de calor extremo en Europa.

El portavoz de AEMET, Rubén Del Campo, ha destacado que los análisis del clima confirman una "clara tendencia hacia episodios de calor más intensos".

De hecho, nueve de los diez veranos más cálidos registrados en España han ocurrido en el siglo XXI. En la última década, tres de los veranos se encuentran entre los más calurosos: el de 2022 fue el segundo más cálido, el de 2023 el cuarto y el de 2024 el séptimo.

Durante el verano, las temperaturas fueron extremadamente altas en casi toda la península. Solo en el cuadrante noreste y en los archipiélagos (Canarias y Baleares) las temperaturas se consideraron "muy cálidas". Las mayores desviaciones, con más de 3 grados por encima de lo normal, se registraron en el interior de la península, particularmente en Galicia y en las dos mesetas (la Norte y la Sur).

Junio fue un hito, siendo el mes más caluroso y anómalo registrado desde 1961, con una desviación de 3,6 grados por encima de la media.

Julio ofreció un "breve respiro" con temperaturas más suaves en su segunda mitad, siendo el final de mes más fresco desde 2011.

Agosto volvió a ser extremo, empatando con 2024 como el mes más cálido de su serie.

En este contexto, Del Campo ha advertido que las temperaturas de 2022 y 2025 son similares a las que los modelos climáticos pronosticaban para mediados de siglo, lo que demuestra que el calentamiento global se está acelerando.

El verano estuvo marcado por un total de tres olas de calor: dos en la Península y Baleares, y una en Canarias. En total, hubo 33 días afectados por este fenómeno, una cifra solo superada por los 41 días de olas de calor registrados en 2022.

La primera ola de calor, que se extendió del 18 de junio al 4 de julio, destacó por su larga duración de 17 días y su gran extensión, afectando a 40 provincias. Estas características la sitúan como la tercera ola de calor más larga y extensa de la que se tiene registro.

El portavoz ha señalado que la segunda ola de calor, que tuvo lugar entre el 3 y el 18 de agosto, fue una de las más severas de la historia.

Se considera la segunda más intensa y extensa, y la cuarta más prolongada. Además, registró una anomalía de 4,2 grados por encima de la media, afectó a 42 provincias y duró 16 días.

Durante ese periodo se registraron temperaturas extremas. El 17 de agosto, Jerez de la Frontera alcanzó los 45,8 grados, y Morón de la Frontera llegó a los 45,2 grados. Al día siguiente, el 18 de agosto, Murcia registró 45,1 grados y Alcantarilla 45 grados.

A pesar de la tendencia general al calor, se registraron breves periodos con temperaturas por debajo de lo normal, como los ocurridos entre el 19 y el 26 de julio y a finales de agosto.

La temperatura más baja del verano fue de 5 grados, registrada en el Puerto de Navacerrada el 21 de julio.

En cuanto a las precipitaciones, el verano fue seco, con una media de 57 litros por metro cuadrado en la España peninsular, lo que representa el 81 % de lo normal. Esto lo convierte en el decimocuarto verano más seco desde 1961 y el séptimo del siglo XXI.

Se observaron diferencias significativas por regiones. En Galicia, Asturias y el norte de Castilla y León, el verano fue muy seco, llegando a ser extremadamente seco en el interior de Galicia. Esta situación coincidió con la ola de incendios que afectó a la región en agosto.

Por el contrario, el noreste de la península (Cataluña, Aragón y Navarra), así como áreas del centro y sureste, tuvieron un verano húmedo o muy húmedo. En algunos puntos, el verano fue incluso extremadamente húmedo debido a las fuertes tormentas.

A pesar de que en verano las precipitaciones suelen ser escasas, en las Islas Canarias el verano fue muy húmedo. En las Islas Baleares, la situación fue desigual: seco en el oeste y húmedo en la parte oriental, lo que resultó en un balance global normal.

Uno de los episodios más destacados fue la tormenta en Girona el 6 de julio, donde se registraron 59,6 litros por metro cuadrado. Otro evento notable fue en Castellón/Almassora, el 12 de julio, con 57,6 litros por metro cuadrado. Ambas cifras representan los máximos históricos en sus respectivas series desde 1976 y 2012.

El otoño en España se espera que sea más cálido de lo normal, con poca probabilidad de que sea lluvioso. Esta previsión llega después de que el verano de 2025 se haya consolidado como el más caluroso de la historia desde que se iniciaron los registros en 1961.

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