«Habrá un gilipollas que cuando me muera dirá que ha fallecido El rey del pollo frito». Ni irreverente, ni irrelevante, Ramoncín demuestra que lo de esconderse sigue sin casar con él. El artista de rock español con menos pelos en la lengua atiende a El Independiente, pero avisa con que si «la próxima vez me llamas de usted ya no hablamos más».

Una vida en el filo (2017), documental de Charlie Arnáiz y Alberto Ortega, salta a Amazon Prime y presenta los altibajos de un artista al que no le interesa «que hablen bien o mal de mí, pero que sepan lo que hacen».

A golpe de riff y con la libertad como marca registrada, Ramoncín reinicia su presentación en el mundo con el carácter punk del que nunca cambió sus principios por nada y nadie.

P.- Una vida en el filo. ¿Por qué un documental?

R.- Pensamos con Warner que teníamos que hacer algo distinto. Sacamos dos discos con los éxitos de mi carrera y elaboramos otro, Ramoncín en los huesos, con una canción nueva que se llamaba Derrota. Quisimos complementar todo eso y surgió la idea del documental. Cuando hablé con Charlie y Alberto no tuvimos ninguna duda y el resultado es inmejorable.

P.- Ahora da el salto a Amazon Prime.

R.- Cuando lo metimos en DVD sabíamos que ese producto se limitaba a los seguidores, y hemos aguantado el tiempo prudente para encontrar la mejor manera de difundirlo. Es muy emocionante saber que eso va a estar al alcance de millones de personas.

P.- En él aparecen muchas personalidades y todas te dedican grandes halagos.

R.- Sacar en un documental a alguien que diga “a mí Ramoncín no me gusta” es absurdo. Si no te gusto y no me conoces, ya lo sabemos.

P.- Te fuiste del barrio, pero él no se marchó de ti. ¿Sigues viviendo en Delicias y cogiendo el bus 27, o eso son cosas del pasado?

Fotograma del documental Una vida en el filo.

R.- Ahora estoy en Méndez Álvaro, pero cuando vivía en el centro nunca dejé de visitarlo, me paso la vida en la bodega del barrio. No voy a coger el 27, pero aquí seguimos.

P.- ¿En qué momento supiste que llevabas la música dentro?

El rey del pollo frito es un personaje detestable que no se ha ido nunca y existe en este momento

R.- “Que cante el niño”, me decían, y a mi me daba una vergüenza tremenda. Cantaba cosas de Joselito en esa época, imagínate. Con 13 años me pedí un tocadiscos. Ahí poníamos todos los singles, que costaban 100 pesetas de entonces, mucho dinero para gastarse. Recuerdo perfectamente el día en el que escuché el EP de The Beatles, Jimmy Hendrix y sobre todo el día que alguien dijo, hay que saber lo que dicen, porque no teníamos ni idea de inglés. Cuando Bob Dylan o Jim Morrison están cantando, están diciendo cosas. Desde ese momento empecé a pensar en la música como un vehículo estupendo para contar.

Ramoncín con Brian May de Queen, en el documental Una vida en el filo.

P.- No le gusta que le apoden El rey del pollo frito.

R.- Me toca las narices, me fastidia muchísimo porque yo tuve la opción de que eso no fuera así. Me molestaba porque El rey del pollo frito es un personaje detestable y miserable que existe en este momento, que está todo el tiempo y que no se ha ido nunca. Trump sería ahora El rey del pollo frito. Ahora ya no me molesta, pero cuando alguien dice eso, pienso que esa persona no sabe nada de mí y eso provoca una reacción contraria.

Que 3 millones de españoles voten a un partido de extrema derecha demuestra que quedan restos de la dictadura

P.- Una vez dijiste que «cuando alguien dice que esto no es una democracia real, le digo: 'yo te mando a una dictadura para que veas lo que es».

R.- En un lugar que no sea una democracia no vemos lo que está pasando estos días en el Congreso, donde un grupo de extrema derecha y fascista plantea una moción de censura que no llega a ninguna parte, pero que les sirve para presentarse delante de la ciudadanía contando todos los males del universo y la humanidad. Cuando alguien dice que esto no es una democracia yo le digo, vale no te preocupes, te voy a mandar con 17 años a la universidad con un pendiente, el pelo largo, unos vaqueros y te vas a dar un paseo por allí. Qué mala educación se ha recibido y qué falta de memoria real tienen algunos. Ahora se cumplen nueve años de la disolución de ETA y hay gente con 18 y 19 años que no sabe nada de ellos. Es muy lamentable que no haya esa memoria o que tres millones de españoles voten a un partido de extrema derecha, porque eso demuestra que queda todavía un resto de una dictadura y unos pensamientos que son carcundia pura.

Ramoncín en el escenario.

Aprovechar esta situación para ganar un puñado de votos es vergonzoso

P.- ¿Y la pandemia? Perdiste a tu madre biológica.

R.- Espero que cuando pase todo esto, y que pase pronto, algunos se miren al espejo y se den cuenta que no pueden levantar la cabeza con orgullo. Yo tengo el carácter que tengo, soy un tío armado emocional e intelectualmente y lo he aguantado. Pero en un momento en el que las personas han muerto como han muerto, rodeadas de soledad, que haya gente que lo haya utilizado para ganar un puñado de votos es vergonzoso. Cada día se está cayendo un avión en este país. Con eso en las espaldas no se puede hacer una política miserable. Más vale que nos cuidemos y eso empieza desde la educación.

P.- Umbral dijo que eras un "punky que lee a Balzac".

R.- Le dio una lección a todos, porque considerar que estás fuera del mundo de la cultura porque te dedicas a hacer rock es un error gravísimo. Se sigue pensando que hay una música culta y una popular.

Ramoncín con su famoso rombo, en una escena de Una vida en el filo.

P.- ¿Si tuvieras que escoger una canción de tu carrera...?

R.- En este momento, sería Miedo a soñar (1996). Describe perfectamente lo que soy, lo que pienso, lo que creo de la vida, de la muerte, de la religión, de las drogas, de las relaciones y del amor.

P.- ¿Cuál es tu mejor anécdota de la Movida Madrileña?

R.- La mejor anécdota no es una anécdota, sino lo que estaba ocurriendo. En el Madrid de 1984, estabas en casa a la 21:30 aburrido sin saber qué hacer y solo tenías que salir a la calle. Había conciertos, exposiciones, debate, diversión... eso también pasa ahora pero entonces había algo que era distinto: una explosión cultural de todos los barrios y lugares. Hoy es otra cosa, hay grupos y sectores, es triste, lamentable y ocuparíamos el diario entero ocupando todo lo que pienso ahora.

La mejor anécdota de la Movida es lo que estaba ocurriendo

P.- ¿Volvería a tirar huevos en el Barceló?

R.- No, pero en ese momento no lo hice por la gente, sino por lo que representaban los visones. Es más, apunté mal e incluso le llegué a dar a uno de mis amigos. Solo tiré dos o tres a gente muy concreta. Eso tuvo una multiplicación muy desagradable, porque nos costó mucho que la gente entendiera el por qué hicimos eso y nos trajo muchas consecuencias. Si tú pegas y no encajas, no puedes ser un boxeador.

P.- ¿Lo mejor y peor de tu carrera?

R.- Lo que más alegría me sigue produciendo es poner un pie en el escenario. La mayor decepción que me llevé fue haberme dejado la piel defendiendo a un colectivo y el comportamiento de algunos “compañeros” que son hipócritas, falsos, cómplices silenciosos, cobardes, insolidarios y que tienen la fea costumbre de poner la boca en un sitio y la cartera en otro.