La frase condensa más de tres décadas de biografía pública y privada de una de las figuras más controvertidas de la prensa rosa de la época. "Yo era demasiado libre y vivía mi vida como se vivía fuera de España. La España de los 90 no estaba preparada para Mar Flores", afirma, rotunda y en tercera persona, la propia protagonista en la entrevista exclusiva que ha concedido a la revista Vanity Fair con motivo de la publicación de sus memorias, Mar en calma, que La Esfera de los Libros publicará este 10 de septiembre y que se presentan como el ajuste de cuentas de una mujer que asegura haber perdido el miedo. "¿Por qué no contarlo yo misma? Necesitaba que mis hijos leyeran, escucharan y entendieran lo que ha pasado en mi vida. Cosas que nunca me han preguntado y que yo nunca les he contado".

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El periodista Juan Sanguino firma una entrevista en la que Flores se mueve entre el orgullo y el despecho por los agravios sufridos a lo largo de los años. Para empezar, la infancia humilde vuelve a escena: "Yo crecí en la calle Antonio López, 150. ¿Que es Usera? Pues será Usera. Que yo sepa era Legazpi. Y voy mucho, de hecho. Tengo todavía familia que vive allí". Flores todavía da explicaciones sobre su origen, como respondiendo, 25 años después, a aquel libro denigratorio titulado La flor de Usera que firmó su ex representante Coto Matamoros.

Mar Flores retratada por Flavio Orsolato para la portada digital de Vanity Fair.
Mar Flores retratada por Flavio Orsolato para la portada digital de Vanity Fair. | Flavio Orsolato / Condé Nast

Lo mismo ocurre con los episodios de maltrato que asegura haber sufrido por parte de su primer marido, Carlo Costanzia, y que un juez desestimó: "Me encantaría que el juez que decidió que a mí no me estaban maltratando, cuando yo llevé testigos de la calle de una paliza que me pegaron en la calle y el juez dijo que eso no me lo podía haber hecho nadie, que eso lo habrían fotografiado y hubiera salido en las revistas... me gustaría que ese juez leyera esta entrevista", afirma con amargura.

De 'Fefé' a Lequio

La conversación se adentra en el poder de las imágenes que definieron su carrera. De las primeras fotos junto a Fernando Fernández Tapias publicadas por la revista Diez Minutos en 1996, recuerda: "Ahora me río, pero en su momento me cabreó muchísimo y supongo que lloraría (...). Yo fui a casa de una amiga a tomar un café con Fernando. Cada uno llegó en su coche y se fue en su coche. Pero cuando yo veo la revista no veo eso. Lo que veo que dicen es que me la va a regalar Fernando. Y que el coche que hay ahí aparcado se lo he sacado yo como novia de él con mis malas artes… Ahí es donde efectivamente te das cuenta del poder de una foto, porque teniendo la foto ponías el titular que quisieras".

Algo similar sucedió en 1999 con la portada de Interviú donde aparecía "con Lequio en la cama" cuando todavía mantenía una relación con Fernández Tapias. Pese a la evidencia de las fotos, Flores todavía niega que estuvieran en una cama o que hubiera entre ellos algo más que una amistad. "Yo salgo riéndome, estamos vestidos, estamos divertidos y da la casualidad de que parece que es una cama. Pues vale. Pero de ahí a que dos años después te pongan un texto para que esa foto sea un escándalo... Ese era el poder que tenían los periodistas en esa época… No es la foto lo que a mí me hundió. A mí me hundió el texto".

La infausta portada que 'hundió' a Mar Flores.

Aquello terminó con un ingreso en la UCI del Hospital de La Paz. "Yo solo quería dormir (...). Sentía que no podía seguir causando tantísimo dolor a mi familia. No pude más. Creía que no merecía seguir viviendo. Quería dormir y dormir y despertar cuando todo esto hubiese pasado. Pero no calculé bien. No quería irme, tenía un hijo y era mis responsabilidad. Solo quería dormir...".

"Mi primer abrigo de visón me lo compré yo"

El relato de Flores avanza entre las calumnias que padeció en aquella tormenta perfecta que de rosa tuvo poco. "Cuando fui a la guardería en Italia a por mi hijo, a la directora le habían dicho que yo había perdido la custodia por ser una mala madre, una drogadicta, una prostituta, que salía en películas porno y que trabajaba en las televisiones en pelotas... Y esa mujer hizo lo que tenía que hacer: proteger al niño y no dármelo".

Otro episodio clave fue su relación con Cayetano Martínez de Irujo. "Viniendo de una clase social baja… te hace mucha gracia emparentar con la casa de Alba", reconoce, antes de regalar a los lectores una sabrosa anécdota que ilustra el rechazo que sufrió por parte de la familia de su pareja. "La madre de Cayetano [Cayetana, duquesa de Alba] no quería que yo fuera a la boda" de Eugenia, la pequeña de la casa, con Francisco Rivera. "Entonces llegó un momento de tanta tensión que yo le dije: 'Mira, Cayetano, que ya está, que no pasa nada, que no voy, tranquilo, si a mí me da igual'. Y el otro, que es más bruto todavía que yo, dijo: 'Que si no vas tú yo no voy'. Y era el padrino". Así que Mar fue. Pero la duquesa de Alba no desaprovechó la oportunidad de humillarla. "Era una boda de día y vino a saludarme a las once menos veinte de la noche. '¿Tú eres la novia de Cayetano?', me dijo. 'Sí, soy Mar', le respondí. 'Bueno, vale', dijo ella".

Flores reflexiona sobre las relaciones que marcaron su vida pública antes de encontrar la estabilidad junto a Javier Merino, padre de sus cuatro hijos pequeños: "Yo elegí a dos personas muy tóxicas… Justifico los malos tratos, justifico las putadas. Y en aquella época a las mujeres nos educaban para aguantar carros y carretas. No existía el decir que no. Siempre tenías que complacer. Era todo sí".

En la entrevista de Vanity Fair, Mar Flores responde al estereotipo de "mujer mantenida" que siempre ha sobrevolado su figura haciendo inventario. "Mi primer coche me lo compré yo; mi primer abrigo de visón me lo compré yo; mi primera casa me la compré yo… Y mis hijos los he hecho yo. Entonces, las cosas más importantes de mi vida las he hecho yo", proclama.

Hoy su presente está marcado por la serenidad, después de su divorcio de Javier Merino en 2016, sus idas y venidas con el empresario mexicano Elías Sacal y el nacimiento de su nieto, que le ha reconciliado con su hijo Carlo. "Ha sido un cordón umbilical que nos ha vuelto a unir".

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