El arresto del disidente ruso, Alexei Navalni, de 44 años, a su llegada a Moscú, ha provocado una inmediata condena internacional. La Unión Europea y Estados Unidos han demandado al Kremlin su "inmediata liberación". El opositor ruso, bestia negra del presidente ruso, Vladimir Putin, quiso regresar a su patria desde Berlín, donde se ha recuperado de un intento de asesinato por envenenamiento.

Navalni rechazó el exilio y anunció que volvería a Moscú en cuanto pudiera. "Soy un ciudadano ruso", insistía. Sabía que se exponía a ser detenido, ya que la Justicia rusa ha presentado cargos en su contra, entre ellos la violación de la libertad condicional así como acusaciones por desvío de fondos destinados a su Fondo Anti Corrupción. Su abogado no pudo acompañarlo.

Este lunes ha denunciado ante el juez que se ha presentado en la comisaría donde está arrestado "la parodia de justicia" que está viendo en Rusia. "No entiendo lo que pasa. He visto muchas parodias de justicia, pero esta es la ilegalidad más absoluta", ha dicho en un video difundido por su portavoz Kira Yarmush. En principio el juez ha decretado 30 días de prisión incondicional.

El vuelo en el que regresaba desde Berlín tuvo que desviarse desde el aeropuerto de Vnukovo al de Sheremetyevo. En el primero le esperaban cientos de seguidores. En el segundo un grupo de policías con una orden de arresto. "No temo nada. Sé que tengo razón", dijo antes de despedirse de su mujer, Yulia. Está, según información rusa, en una comisaría de Moscú.

El presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, y el Alto Representante para la Política Exterior de la UE, el español Josep Borrell, han denunciado la "inaceptable" detención de Navalni y han exigido a Moscú su liberación. El jefe de la diplomacia europea ha instado al Kremlin a que no judicialice la política.

El presidente del Parlamento Europeo, el italiano David Sassoli, ha escrito en su cuenta de Twitter que el arresto es "una ofensa a la comunidad internacional y para Europa, que ayudó a salvar su vida".

Uno de los que ha sido más claros en su mensaje a Moscú ha sido el ministro alemán de Exteriores, Heiko Maas. El jefe de la diplomacia de Alemania, país que acogió a Navalni en su convalecencia, ha dicho, en un comunicado: "Rusia está obligada por su propia Constitución y por sus compromisos internacionales a respetar el principio del estado de derecho y a la protección de los derechos civiles... Estos principios, por supuesto, deben aplicarse también a Alexei Navalni. Debe ser liberado de inmediato".

Navalni se sintió enfermo cuando volaba de regreso a Moscú desde Siberia el pasado mes de agosto. El avión aterrizó de urgencia y fue hospitalizado. A petición de su familia, fue trasladada a Berlín, donde confirmaron que había sido envenenado con Novichok, un tóxico de compleja elaboración.

Navalni estaba en el objetivo de las fuerzas de seguridad rusas por su labor de oposición al presidente ruso, Vladimir Putin. En su comparecencia ante los medios de comunicación, en diciembre pasado, Putin dijo que si el Kremlin hubiera querido matarle lo habría logrado.

Unanimidad en Washington

En Estados Unidos, tanto el gobierno saliente como el entrante han expresado su firme condena a la detención del opositor ruso. El todavía jefe de la diplomacia de EEUU, Mike Pompeo, ha dicho: "Constatamos con gran preocupación que esta detención es el último de una serie de intentos por silenciar a Navalni y otras figuras de la oposición y voces independientes que critican a las autoridades rusas".

A su vez, Jake Sullivan, nombrado por el presidente electo, Joe Biden, como asesor de seguridad nacional, ha denunciado "los ataques del Kremlin a Navalni" y ha añadido que "no solo son una violación de los derechos humanos, sino una afrenta al pueblo ruso, que quiere que se escuche su voz".

Nada hace prever que la relación de Washington y Moscú sea menos tensa cuando el presidente electo, Joe Biden, asuma el poder. Biden ya ha dicho en reiteradas ocasiones que considera a Rusia como "una amenaza". Su consonancia con la Unión Europea a la hora de considerar un atropello a los derechos humanos la actitud del Kremlin con los disidentes como Navalni será evidente desde el primer minuto de su Presidencia.