"Gyöztünk! (Vencimos)", ha tuiteado el primer ministro de Hungría poco antes de comparecer ante sus seguidores en su cuartel general en Budapest. Viktor Orban, de nuevo victorioso. Ha logrado una cuarta victoria consecutiva para su partido, el Fidesz y su minialiado, el Partido Popular Demócrata Cristiano (KDNP), en las legislativas de este domingo. Ha conseguido 135 escaños del total de 199 de la Cámara, mientras que el bloque de seis partidos de la oposición, Unidos por Hungría, encabezados por Péter Márky-Zay, ha obtenido 56, con el 98,9% del voto escrutado. Orban revalida así su supermayoría de dos tercios. La participación ha llegado al 69,3%, similar a 2018.  

"Queridos amigos: nos hemos alzado con una gran victoria, tan grande que se puede ver desde la luna y, sobre todo, desde Bruselas", ha dicho Viktor Orban, al saber que mantenía su mayoría de dos tercios en la Cámara. "Puedo decir al electorado húngaro que haremos todo lo necesario para merecer la confianza que nos han depositado".

Como señala Samuel Ramani, experto en Relaciones Internacionales de la Universidad de Oxford, Orban se ha mostrado en su discurso vencedor "frente a la izquierda nacional, la izquierda internacional, los burócratas de Bruselas, George Soros, los medios internacionales y el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski". El líder ucraniano le señaló antes su correligionarios europeos por negarse a enviar armas a su país o dejar que pasen envíos de los Veintisiete por Hungría. Pero su "equidistancia" ha sido premiada en las urnas. .

Su rival, Péter Márki-Zay, alcalde de Hodmezovasarhely, se ha estrellado ya que no se ha impuesto en el distrito por el que competía por un escaño. La oposición habría ganado en Budapest, salvo dos distritos, pero el resto del país ha optado por Orban.

Al acudir a votar con su numerosa familia (es padre de siete hijos), Marti-Zay reconocía que la elección era “una batalla difícil”. El opositor se ha presentado como el abanderado de la “decencia”. “Luchamos or la independencia del poder judicial y por el Estado de Derecho. Queremos mostrar que este modelo no es aceptable”, decía en el colegio electoral. 

Ni siquiera la unión de partidos tan diversos como los liberales de Momentum, los ultraconservadores de Jobbik o los socialdemócratas y los Verdes, ha sido suficiente para vencer el dominio económico, político y mediático del partido de Viktor Orban. Los ultranacionalistas de Nuestra Patria también entran en el Parlamento con siete diputados. Se aliarán con Orban, sobre todo en lo que concierne a su batalla cultural. La minoría alemana cuenta con un diputado.

Márki-Zay apenas ha podido disfrutar de cinco minutos en la televisión estatal mientras que el mismo día se emitía en bucle el último discurso del primer ministro. En el recorrido por el país el número de carteles favorables a Orban, o críticos con la oposición, era de diez a uno. 

Nos basaremos en hechos, no en ideas preconcebidas"

jillian stirk, jefa de la misión de la osce

Viktor Orban ha insistido durante la jornada electoral en que la votación ha sido “clara y limpia” porque “todos han tenido opciones de convencer a los ciudadanos”. Es la segunda vez, sin embargo, que la OSCE envía una misión de observación a un país europeo para dar cuenta de la votación. “Nos basaremos en hechos, no en ideas preconcebidas”, ha indicado la jefa de la misión, la embajadora Jillian Stirk. 

“Es un sistema libre pero no justo. Orban tiene un imperio mediático a su disposición. La televisión pública repite su mensaje insistentemente y también lo hacen los medios locales que controla.  A eso se suman las facilidades para votar a los húngaros que viven en países cercanos, favorables al Fidesz, y las dificultades para quienes han emigrado más lejos, que se inclinan por la oposición”, señala Tibor Dessewffy, director de DEMOS en Hungría y miembro del consejo del ECFR. 

"La locura de género"

A su vez, los húngaros tenían que responder a cuatro preguntas del referéndum que tiene el fin de bendecir una ley que prohíbe hablar sobre la homosexualidad en los colegios. Han dicho cuatro noes rotundos, con más del 90%. Como la Unión Europea ha abierto un procedimiento por homofobia, Orban ha pedido a su pueblo que avale la ley. “Tenemos que parar la locura de género que tantos problemas causa en Occidente”, dijo en su último mitin.

Las preguntas eran las siguientes: ¿Apoya la realización de sesiones de orientación sexual en la educación pública sin el consentimiento de los padres? ¿Apoya la promoción de tratamientos de resignación de género para menores? ¿Apoya la introducción irrestricta de contenidos sexuales en los medios a menores que afecten a su desarrollo? ¿Apoya la exhibición de medios sensibles al género a menores? 

“No es un tema que preocupe a los húngaros pero los más conservadores, sobre todo en el medio rural y los mayores, compran su mensaje sobre la crisis de la familia y la amenaza del colectivo LGTBI”, indica Tibor Dessewffy. 

Orban es, sobre todo, un nacionalista a ultranza que cree que Occidente está en decadencia. De ahí que se oriente al Este, a Rusia, y cada vez más a China. Sin embargo, se sirve de las ayudas de la Unión Europea. Y se sospecha que en provecho propio y de su entorno. 

La campaña electoral dio un giro de 180 grados después del 24 de febrero, cuando el líder ruso, Vladimir Putin, ordenó la invasión de Ucrania. Putin y Orban, que empezó como un feroz crítico de Moscú en sus primeros pasos en política, han mantenido una estrecha relación en los últimos 12 años. 

Con gran habilidad comunicativa, y gran poderío mediático, Orban se ha presentado con un hombre de paz, el único que puede garantizar la seguridad de Hungría cuando se libra una guerra en Europa. El primer ministro húngaro ha presentado a la oposición como unos belicistas capaces de llevar a su país a la guerra frente al Kremlin. 

El riesgo ahora es que la oposición se desmoralice, debido a que nunca antes habían sumado fuerzas. La derrota ha sido impactante. Ni siquiera la alianza entre Putin y Orban tampoco ha sido suficiente para vencer los temores de parte del electorado coincide con el primer ministro en que es mejor mantenerse equidistante. 

La primera en Europa en felicitar a Viktor Orban ha sido la líder de Reagrupación Nacional, Marine Le Pen, quien compite por la Presidencia de Francia en las elecciones del 10 y 24 de abril. Marine Le Pen tiene posibilidades de pasar a una segunda vuelta que se prevé reñida. "Cuando el pueblo vota, el pueblo gana", ha escrito Marine Le Pen, en su mensaje a Orban.

Gobernar en recesión

Sin embargo, Orban no va a tenerlo fácil en su cuarto mandato consecutivo (ya fue primer ministro entre 1998 y 2002). “Tras los exorbitantes gastos preelectorales y la realidad económica derivada de la guerra de Ucrania van a llegar meses muy dolorosos. Los ciudadanos verán cómo les afecta en su día a día”, señala en The New Statesman Zselyke Csaky, director de investigación sobre Europa, medios y democracia en Freedom House. “Orban buscará chivos expiatorios pero no le será fácil esta vez”. 

Coincide con Krisztina Arató, directora del Instituto of Political Science, de la Facultad de Derecho de Budapest, que prevé que la inflación va a hacer estragos en Hungría. "Los precios de la energía van a subir porque el presupuesto ya no va a poder afrontar más subsidios. La UE ha condicionado los fondos Next Generation, de modo que si no llegan, Orban tendrá que gobernar con la economía en contra, en recesión".

A ello se suma que su equidistancia con respecto a Putin, no va a ser entendida en la Unión Europea. Hasta sus tradicionales aliados, los polacos, se han desmarcado. Polonia es la abanderada de las políticas más duras con el Kremlin. Cada vez estará más aislado en la UE y eso puede traducirse en un mayor rigor a la hora de exigirle cuentas claras y cumplimiento con el Estado de Derecho.