Vinieron en vísperas de la cumbre de la OTAN y apenas desfilaron unos miles por las calles de Madrid el domingo. Los anti OTAN casi no han hecho ruido en la capital. "El clima, la distribución de la riqueza y la paz se están convirtiendo en grandes preocupaciones. No creo que estos movimientos mueran. Crecerán", augura Ulla Klötzer, una activista finlandesa con más de 40 años de implicación en los postulados pacifistas.

Klötzer es una de las varias miles de activistas presentes en Madrid. Una de las tantas que considera a la OTAN como "una organización terrorista con armas nucleares". "Una organización muy peligrosa", advierte. "El principio mismo de esta organización representa un grave peligro para la sociedad y la economía". Otros, agregan, que se trata de una organización "agresiva" que permite "el desarrollo del imperialismo americano".

Las proclamas, no obstante, han cosechado escaso eco en las blindadas arterias de Madrid. El domingo varios miles de manifestantes internacionales se reunieron para protestar contra la organización. El movimiento perdió fuerza durante la semana, con muchos de los activistas extranjeros ya de regreso a sus países al inicio de la cumbre. Tampoco se reportaron incidentes. "Nos gustaría que sucediera en todos los eventos y circunstancias: el doble cero; cero incidentes, cero detenidos", manifestó el jueves el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska a propósito del dispositivo de seguridad que tomó la capital durante la semana.

Una manifestante participa en la protesta contra el aumento del presupuesto de defensa belga al 2%. / EFE

Unidos por la paz

Entre los activistas preocupa especialmente el ingreso de dos nuevos países, Suecia y Finlandia. A juicio de las organizaciones representadas en las protestas, su llegada anuncia una globalización de las armas atómicas, un verdadero problema para la paz, la ecología y la sociedad. Es lo que sostiene Klötzer, decepcionada porque los políticos de su país han roto su palabra sobre los compromisos antinucleares.

En 2017, el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) fue aprobado por amplia mayoría en las Naciones Unidas. "El tratado de prohibición de las armas nucleares fue ratificado por 70 países, pero no por Finlandia, ni por ningún país de la OTAN. Nuestro gobierno era muy partidario del tratado, pero ahora que está en juego su integración en la OTAN, ha guardado silencio sobre el tema. Los políticos finlandeses han traicionado el tratado, al igual que muchos otros políticos", explica.

Ulla Klötzer (izquierda), en una marcha contra la OTAN / Ulla Klötzer

La OTAN reconoce que, a pesar de su compromiso con "la resolución pacífica de las disputas", "tiene el poder militar para llevar a cabo operaciones de gestión de crisis" si la diplomacia no es suficiente. La militarización de los países miembros, con nuevos compromisos de incremento del gasto militar, inquieta a los activistas por la paz.

Para la activista finlandesa, el objetivo principal de la organización es muy claro: ser "el instrumento de EE.UU para alcanzar el dominio en el mundo desde 2016". La OTAN se creó en un contexto de posguerra para que los países firmantes del Tratado del Atlántico Norte pudieran cumplir sus obligaciones de seguridad y defensa colectivas. Sin embargo, explica Klötzer, en un principio, "la OTAN no debía tocar el Este en absoluto. Sin embargo, la actual dinámica de la organización es de conquista. Se extiende hasta las puertas de Moscú. No me sorprende que Rusia esté cada vez más nerviosa".

Problemas ecológicos y sociales

Como organización militar, la OTAN afronta evidentes problemas medioambientales. Las armas forman parte de una de las industrias más contaminantes del mundo. Las materias primas necesarias para su desarrollo y uso pueden dañar gravemente el clima. Sin embargo, los problemas sociales son más difíciles de concebir. Son cuestiones relacionadas con el presupuesto asignado a las armas.

La OTAN es el instrumento de EE.UU. para alcanzar el dominio en el mundo desde 2016

Ulla Klötzer

Así lo entiende, al menos, Reiner Braun, un activista alemán presente en las manifestaciones contra la OTAN en Madrid. Braun lo vincula con la distribución de la riqueza. "Las emisiones de CO² de Europa equivalen a 14 millones de coches al año", detalla Klötzer. "Podríamos pensar que las emisiones de la OTAN son menores, pero como casi todos los países europeos pertenecen a la organización, las emisiones de la OTAN son las de Europa. A todo esto hay que añadir la contaminación del agua, las partículas finas y la contaminación de las aguas subterráneas. Todo esto es muy tóxico", opin quien alerta de que el uso de las armas nucleares también es especialmente peligroso para el planeta. A su juicio, la creciente militarización de los países miembros de la organización aparece como una verdadera amenaza ecológica.

Un activista con una máscara del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en una protesta contra el aumento del presupuesto de defensa / EFE

Existe un "enorme contraste entre la necesidad de dinero que hay en la sociedad y la forma en la que lo gastan los políticos", explica Braun. "En un país como Alemania en el que, según el presupuesto se destinan 53.000 millones de euros al año para gasto militar, hay que preguntarse de qué parte de la sociedad procede ese dinero y a quién no beneficia. A medida que la pobreza aumenta, la sociedad debe transformarse. Ahora nos damos cuenta de que ese dinero podría salir del presupuesto destinado a gastos militares", subraya.

En el caso finlandés, Klötzer se queja los últimos contratos militares firmados por su país. "Hemos comprado aviones por 10.000 millones de dólares. Su mantenimiento nos costará 40.000 millones. Y lo mismo ocurre en Alemania". Al mismo tiempo, para el activista, es importante recordar que "África necesita el dinero que gastamos en el ámbito militar". Para las organizaciones que se oponen a la OTAN, los presupuestos militares de sus países miembro deberían revisarse en favor de las sociedades que realmente los necesitan.

África necesita el dinero que gastamos en el ámbito militar

Ulla Klötzer

La esperanza es lo último que se pierde

El pasado domingo casi 2.000 manifestantes se reunieron en las calles de Madrid, según fuentes policiales. Una cifra escasa que también se refleja en las encuestas. El 83% de los españoles apoya su pertenencia a la OTAN, según el Barómetro del Real Instituto Elcano en su “Edición especial: Guerra en Ucrania y cumbre de la OTAN” publicado esta semana.

Pese a los números y la falta de apoyo demoscópico, Braun está satisfecho con la cita del domingo. "Fue un buen acto. Los grupos por la paz en España están muy comprometidos. La manifestación fue muy colorida, musical y hubo muchas actividades diferentes. También hubo muchos manifestantes extranjeros", rememora

Klötzer pertenece a "Mujeres por la Paz", vinculado a otros grupos pacifistas. "Muchas cosas suceden a través de internet porque los grupos pacíficos no disponen de dinero. La crisis del covid no ha facilitado las cosas y ha terminado aumentando la organización en línea", agrega.

Manifestación contra la OTAN en Madrid / EFE

El futuro del movimiento

Para los dos activistas, su movimiento no está condenado a extinguirse. Por el contrario, la gente -aseguran- está cada vez más enfadada con los políticos. "Sólo hay una manera de salvar el planeta, debemos ser globales", indica Klötzer. Y Braun está de acuerdo: "Ante la situación política actual, el aumento de los precios de la gasolina y la inflación, la gente está sufriendo. Por esta razón, los movimientos pacíficos tienen un futuro definido".

‘Por la Paz, No a la OTAN’ , uno de los lemas de las organizaciones sindicales y sociales en Madrid / EFE

Para Braun, "hay muchas posibilidades de salir a la calle. "Y las calles se convertirán en un lugar común de expresión", vaticina. Klötzer confirma esta idea: "La única manera de llegar a la gente es ir directamente a la calle. Los medios de comunicación no son eficaces y no comparten nuestro compromiso con el clima, por ejemplo. La comunicación con la gente de la calle será muy importante". para expandirse, la finlandesa aboga por buscar un idioma universal. "Para globalizarnos, tenemos que llegar a tener un lenguaje común. Y tenemos que entrenarnos para manejar el lenguaje. La internacionalización de las luchas y los movimientos hace necesario el aprendizaje y el dominio de los idiomas, especialmente el inglés".