Dos semanas son una eternidad en política. El primer ministro británico, Boris Johnson, que había lidiado con el escándalo del Partygate con tanta habilidad como cinismo, empezó a ser abandonado por sus ministros en cascada. El martes 5 de julio presentaron su dimisión el titular de Economía, Rishi Sunak, y el de Sanidad, Rajiv Javid. La sangría fue incontenible de modo que el jueves 7 Boris Johnson anunció que dejaría el cargo en cuanto se eligiera a su sucesor. Y en eso está el Partido Conservador. Sin tiempo que perder. A Boris muerto, sucesor, o sucesora puesta. Serán Rishi Sunak, ex ministro de Economía, que ha logrado 137 apoyos y Liz Truss, ministra de Exteriores, con 113, quienes se disputen su corona. Ha quedado desbancada en ese ronda Penny Mordaunt con 105 votos.

Comienza ahora la batalla de los candidatos para conquistar el corazón de los 200.000 militantes que tienen su última palabra sobre quién gana las primarias. Será el nuevo líder tory y primer ministro. Entonces Boris Johnson saldrá finalmente de Downing Street. Sobre el papel, tiene ventaja Liz Truss, quien es una recreación de Margaret Thatcher, su ídolo de juventud.

En su última comparecencia en el Parlamento británico como primer ministro, Boris Johnson se permitió bromear sobre si sería realmente su última vez o no… A su lado el nuevo ministro de Economía, Nadim Zadawi, que también le dejó de lado en el último momento se carcajeaba. Genio y figura, debió de pensar. Boris Johnson se enfrentó por última vez al líder laborista, Keir Starmer, quien le deseó suerte en su vida personal. "Hasta la vista, baby", han sido las últimas palabras de Boris Johnson.

A los conservadores les costó acabar con Boris Johnson, aferrado a los 14 millones de votos que se atribuía como cosecha personal cada vez que discutía con ellos sobre su salida del poder. Nada le parecía suficiente razón para dejar el cargo: ni las pruebas sobre las fiestas en Downing Street ni saber que promovía a un sospechoso de abusos… Pero a sus correligionarios sí les comenzaba a obsesionar que Boris había dejado de ser una marca asociada al éxito. Le ocurrió lo mismo que a varios de sus predecesores, entre ellos Theresa May, a quién ayudó a Boris Johnson a decapitar políticamente. Es quien ha debido disfrutar más de estos vaivenes políticos. Este miércoles se vio cómo se las arreglaba para no aplaudirle en la despedida.

El proceso para seleccionar a sus sucesor comenzó con ocho aspirantes a las primarias conservadoras. Para presentarse debían contar con el aval de 20 diputados. El primero que cayó fue Jeremy Hunt, uno de los ex ministros más críticos con Boris Johnson. Tampoco lo lograron Nadhim Zahawi, Suella Braverman, Tom Tugendhat y Kemi Badenoch en rondas sucesivas. 

La contienda ha sido una de las más enconadas que se recuerda. De hecho, se suspendió el último debate en televisión por fricciones entre Rishi Sunak y Liz Truss. Los dirigentes conservadores temían que la imagen del partido quedara dañada si había más exposición pública.

"Los leales a Boris Johnson van a ir a por Sunak, a quien hacen responsable de la caída final del primer ministro. El debate a dos será a puñalada limpia", señala el politólogo Tian Baena. "A Sunak no le perdonan el tema fiscal porque le hacen responsable de la gran presión que sufren los británicos ahora. Truss ataca por ese lado. Quiere Esado pequeño y fiscalidad baja. En las encuestas entre los militantes va por delante", añade Baena. "El partido va a acabar dañado".

Fue relevante que ninguno de los cinco últimos aspirantes (Sunak, Truss, Mordaunt, Badenot y Tugendhat) en uno de los debates levantara la mano cuando les preguntaron si incorporarían a Boris Johnson en su gabinete. El rey del mundo está ahora más solo, aunque nadie descarta que siga manejando hilos en la sombra. Es lo que mejor se le da.