Menos de 48 horas después de promulgar la controvertida reforma de pensiones que eleva la edad de jubilación de los 62 a los 64 años, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha comparecido 14 minutos este lunes ante los ciudadanos en televisión a hora de máxima audiencia para anunciar que entrará en vigor en otoño. Macron quiere pasar página con un impulso al segundo quinquenato, como si pudiera resetear y marcarse 100 días para cumplir los objetivos sobre trabajo, orden democrático y justicia, así como mejora de las condiciones de vida que se ha marcado. Ha intentado calmar los ánimos con un tono calmado, comprensivo con los enfadados, pero sin mover un milímetro su posición sobre las pensiones.

"Es un cambio necesario para garantizar la jubilación y asegurar la riqueza de nuestra nación", ha señalado, que "lamenta" que no haya sido aceptada. "Constituye un esfuerzo pero es la vía para que haya justicia", ha dicho para justificar la polémica ley.

Lamento que no haya habido consenso. Escucho la demanda de justicia social"

macron, presidente francés

"Lamento que no haya habido consenso. He escuchado el rechazo a la reforma de las pensiones. Sé que no es aceptada. He visto el enfado, la cólera. Escucho la demanda de justicia social", ha remarcado. El presidente ha dicho que su puerta está abierta para conversar "un nuevo pacto de la vida laboral", basado en el diálogo social sindicatos y empresarios.

Ha prometido abrir "sin límites, sin tabúes" negociaciones sobre temas esenciales, como "mejorar los ingresos de los asalariados, hacer progresar las carreras, repartir mejor la riqueza, mejorar las condiciones de trabajo, encontrar soluciones al desgaste profesional, aumentar el empleo de las personas mayores y ayudar al reciclaje profesional". Según Macron, este nuevo pacto "se impulsará en las próximas semanas y meses".

"Con la reindustrialización crearemos mejores empleos con mejores condiciones", ha dicho. "Rechazo todo inmovilismo y todo extremismo".

A su vez, ha indicado que hay que mejorar el orden democrático y la justicia, con un refuerzo de 10.000 magistrados y 200 nuevas brigadas de gendarmería.

El tercer objetivo se centra en las condiciones de vida de los franceses. "Vamos a trabajar en soluciones concretas para mejorar la vida cotidiana", ha señalado, con especial alusión a la educación y la sanidad.

"Quiero que todos y cada uno de ustedes recuperen la certeza de que nuestros hijos pueden construir una vida mejor", dijo. "Y son nuestros servicios públicos los que deben llevar esta esperanza desde la primera infancia hasta la vejez. En consecuencia, la educación nacional debe renovar su ambición de ser una de las mejores de Europa".

Hará un balance con la primera ministra, Élizabeth Borne, el próximo 14 de julio, dentro de 100 días, sobre estos tres objetivos: trabajo, justicia y orden democrático, y mejora de las condiciones de vida.

Caceroladas contra el presidente

Al tiempo que hablaba el presidente Macron, la asociación Attac, respaldada por los diputados de la Francia Insumisa, liderada por Jean-Luc Mélenchon, ha convocado caceroladas ante los ayuntamientos. "Si Macron no nos escucha, nosotros no le escuchamos tampoco", dice la convocatoria. A su vez, en París, Rennes y Nantes se han visto manifestaciones espontáneas. En la capital, los alborotadores han quemado mobiliario urbano.

El ruido de las cacerolas contra el presidente está "justificado", según el líder de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon. "Completamente fuera de la realidad, asume el robo de dos años de libertad. Las cacerolas suenan con razón", ha escrito en su cuenta de Twitter.

En una primera reacción sobre el discurso del presidente Macron, el secretario general de la CFDT (sindicato de izquierda moderada), Laurent Berger, ha dicho que "no hay nada concreto" en las palabras del jefe del Estado. "Es un discurso sobre el método por décima vez, pero nada concreto", ha indicado. "No propone nada sobre las pensiones, el tema que ha provocado la indignación social", ha añadido.

La líder de Reagrupación Nacional, Marine Le Pen, ha señalado que Macron sigue con una "práctica del poder solitaria, obtusa y desconectada de la realidad". Ha remarcado que, al igual que los primeros cinco años de su presidencia, continua de espaldas al sufrimiento de los franceses.

En una de sus decisiones más esperadas, el Consejo Constitucional avaló el viernes pasado la Ley de Financiación Rectificativa de la Seguridad Social para 2023, el nombre oficial de la controvertida reforma, tan contestada en las calles como defendida por el presidente. Solo seis de sus artículos quedaban fuera, así que Macron la promulgó el sábado de madrugada.

Horas antes de que hablara el Constitucional tenía lugar la duodécima jornada de protestas, con una movilización menor y estallidos de violencia en ciudades como París o Rennes. Las manifestaciones tienen el respaldo de los partidos en los extremos, la Francia Insumisa y Reagrupación Nacional, de Marine Le Pen, así como los sindicatos. Los jóvenes han sido protagonistas de estas movilizaciones, aunque aún vean lejana su jubilación.

La intersindical ha rechazado la propuesta del presidente de dialogar sobre las reformas pendientes. Los sindicatos siguen empeñados en echar atrás la ley. Quieren hablar sobre la reforma de las pensiones. Al contrario que el presidente, consideran que no es momento de pasar la página. Un 64% de los franceses creen que las protestas han de seguir. Los sindicatos han convocado a los ciudadanos a manifestarse el 1 de mayo.

El 24 de abril se cumple un año de la reelección de Emmanuel Macron como presidente. Por segunda vez se impuso a la líder de Reagrupación Nacional, Marine Le Pen. Será su último mandato y aún le quedan cuatro años. Tiene una hoja de ruta y quiere mantenerla tras haber cumplido su objetivo de promulgar la reforma de las pensiones. Sin embargo, no cuenta con la mayoría en la Asamblea Nacional y sigue sin reconectar con la mayoría de los ciudadanos franceses, que no creen que sacrificios como posponer la edad de jubilación sean "necesarios", como dice el presidente.