Hace justo dos meses lideró el mayor desafío a la autoridad de Vladimir Putin, tomando el control de la ciudad de Rostov-on-Don y enviando un convoy de mercenarios hacia Moscú. “Todos iremos al infierno. Pero en el infierno seremos los mejores”, se jactaba Yevgeny Prigozhin en una entrevista difundida ayer por el canal de Telegram Grey Zone, poco después de que comenzara a circular su muerte en un accidente plagado de sombras. El avión privado en el que viajaba desde Moscú hacia San Petersburgo cayó en la región de Tver, en el último capítulo del jefe de Wagner, la empresa de mercenarios una vez leal a Putin que alimentó la guerra en Ucrania desde sus inicios en 2014 y extendió sus tentáculos por África.

En el Embraer Legacy 600 que transportaba al oligarca también viajaba su lugarteniente Dmitry Utkin, un nostálgico del Tercer Reich. Fue él quien bautizó a la compañía con el nombre de Wagner, el compositor predilecto de Hitler. Surgida en 2014, la firma de Prigozhin -dueño del servicio de catering que sirve al Kremlin- exportó mercenarios a la mayoría de los conflictos que han estallado en la última década, desde Siria y Libia hasta Mozambique o Sudán. En 2019 fue dado por muerto tras un accidente de avión en República Democrática del Congo. Reapareció a los tres días.

Cada vez más crítico con la estrategia de Putin en Ucrania, Prigozhin había sobrevivido al motín fallido que en junio puso en jaque durante horas al Kremlin. Hasta este miércoles. Consciente de la notoria historia de muertes de disidentes y rivales del presidente en extrañas circunstancias -desde envenenamientos hasta supuestos accidentes aéreos-, la oposición rusa recibió la noticia como la crónica de una muerte anunciada desde el órdago truncado de principios de verano. Todos coinciden en la ausencia de sorpresa por el fatídico sino del magnate que Putin reconoció ayer conocer desde la década de 1990.

“El fallecimiento de Prigozhin era sólo cuestión de tiempo. Putin no perdona esas cosas; simplemente esperó a que la situación se calmara. Tal vez durante ese tiempo Prigozhin fue desarmado y neutralizado. Por lo tanto, no ha ocurrido nada extraño”, señala en conversación con El Independiente Fedor Krasheninnikov, periodista y analista político ruso exiliado en Lituania. El reputado politólogo Andrei Kolesnikov, del Carnegie Endowment for International Peace, califica su desaparición de “masacre extrajudicial” en un artículo publicado en este diario.

Está unida, además, a la caída en desgracia de Sergei Surovikin, el general que lideró la construcción de la red de líneas defensivas en el territorio ucraniano controlado por Rusia. El miércoles los medios de comunicación estatales rusos anunciaron su cese. A punto de cumplirse tres meses del inicio de la contraofensiva ucraniana, Putin prescinde de los dos principales rostros que habían cimentado su invasión a gran escala en Ucrania.

“Todo estaba bien planeado. Murió en el aire al igual que los pilotos atacados en junio [derribados por Wagner durante la intentona y a los que Putin rindió tributo días después]. Putin asistía al concierto de una orquesta en el momento de su muerte. Prigozhin solía llamar a su grupo una orquesta. Su muerte fue anunciada muy rápidamente, lo que no es común en Rusia. Significa que fue planeada”, señala a este diario Anastasia Shevchenko, una disidente rusa que padeció dos años de arresto domiciliario. Funcionarios estadounidenses consideran como principal hipótesis la explosión a bordo, causada por una bomba u otro artefacto colocado en el aparato.

El fallecimiento de Prigozhin era sólo cuestión de tiempo. Putin no perdona esas cosas; simplemente esperó a que la situación se calmara

Fedor Krasheninnikov, periodista y analista político ruso exiliado en Lituania

El porvenir de Wagner

El 23 de junio comenzó a derrumbarse el imperio Wagner. Tras un rápido avance por el sur de Rusia, las tropas de Prigozhin anunciaron el regreso a sus bases en virtud de un pacto pergeñado por el presidente bielorruso Alexander Lukashenko. De acuerdo con los términos del acuerdo, el oligarca aceptó el exilio en Bielorrusia. Durante los meses previos, Prigozhin -que reconoció el liderazgo de Wagner en septiembre de 2022- se había erigido en alternativa a Putin, alimentada por el descontento popular y el resentimiento por el curso de la contienda. Acusó de corrupción a los dirigentes rusos y se jactó de su papel trascendental en la conquista de Bajmut a cuya agónica victoria aportó decenas de miles de hombres.

La compañía había quedado noqueada en junio. Putin, superviviente del trance, advirtió entonces: “Todo aquel que conscientemente siguió el camino de la traición, que  preparó el motín armado, que siguió el camino del chantaje y las acciones terroristas, recibirá un castigo inevitable”. “No había futuro para el grupo de Wagner desde aquel discurso. Ahora que tanto Prigozhin como el propio Utkin han sido asesinados, esta estructura puede olvidarse”, señala Krasheninnikov. “Al mismo tiempo, los mercenarios rusos seguirán luchando en África y en cualquier otro lugar, pero dirigidos ahora por otros representantes de los servicios especiales y el dinero irá por otros derroteros”, pronostica.

A juicio de Kolesnikov, las unidades de Wagner “desaparecerán, en parte contratados por el ejército regular, y en parte se convertirán en grupos criminales fuera de control y con armas”. “En realidad, el grupo Wagner fue desmantelado inmediatamente después del motín. Se retiró del frente ucraniano, aunque continuó su actividad en África”, subraya en declaraciones a este diario el también opositor Oleg Stepanov, ex coordinador de la campaña de Alexei Navalni en Moscú.

Las unidades de Wagner “desaparecerán, en parte contratados por el ejército regular, y en parte se convertirán en grupos criminales fuera de control y con armas"

Una de las incógnitas que proyecta el final de Prigozhin es las razones por las que había retornado a Rusia. Según algunos medios locales, había asistido esta semana a reuniones por los negocios que aún mantenía en el país. El lunes se había difundido un vídeo en el que, enfundado en uniforme militar, aparecía en un paraje desértico de África sin identificar. Aseguraba estar en una operación de reconocimiento y búsqueda “haciendo a Rusia aún más grande en todos los continentes, y a África aún más libre”.

Según la alocución ofrecida por Putin este jueves, Prigozhin había retornado de África a primera hora del miércoles y había mantenido reuniones con funcionarios en Moscú. "Cometió algunos errores graves en la vida, pero también logró resultados necesarios", apuntó el presidente ruso.

“Prigozhin no fue expulsado completamente del sistema. Siguieron negociando con él hasta el final y, obviamente, le dieron algunas garantías. Estas garantías implicaban la preservación de la vida y algún tipo de campo de actividad en África”, comenta Stepanov. “Se desconocen por qué creyó, si es que lo hizo, en esas garantías y regresó a Rusia. Si le llamaron a una reunión personal con Putin, no podía rechazarla. Sabemos que después del motín hubo al menos una reunión de este tipo, en la que participaron tanto Prigozhin como los comandantes del grupo Wagner”, agrega.

Putin se ha vuelto más desconfiado y vigilará aún más de cerca a cualquiera que tenga armas y poder en Rusia

El destino de Putin

Para Kolesnikov, el inquilino del Kremlin es el gran vencedor. El desenlace augura “más lealtad entre las élites y más indiferencia a la lucha dentro del poder entre el ruso medio”. “El ganador Putin se lo lleva todo”, esboza. Existen, advierte Stepanov, “otros elementos mal controlados” en el sistema ruso como el líder checheno Ramzan Kadirov. “Pero no veo ningún gran peligro para el régimen de Putin por ese lado. Lo más peligroso para él es una posible unión de los funcionarios civiles de segundo o tercer nivel (condicionalmente, viceministros del bloque económico) y las fuerzas de seguridad, con el telón de fondo de las derrotas en el frente y el descontento de la opinión pública”, detalla.

El presidente ruso ha noqueado a un otrora aliado que desafió su autoridad. Su liquidación, sin embargo, lanza otros mensajes. “Putin puede parecer inicialmente fuerte tras haber eliminado a su mayor némesis, a quien llamó públicamente traidor. Sin embargo, antes de que el avión de Prigozhin fuera derribado, Prigozhin viajaba descaradamente por Rusia, aparentemente sin inmutarse por las posibles repercusiones de haber enfurecido a Putin en junio. Ese hecho demuestra la debilidad fundamental de Putin y plantea dudas sobre si el propio Putin ordenó vengarse de Prigozhin o estamos asistiendo a una lucha multidireccional más complicada por el poder en Rusia”, desliza Mikhail Troitskiy, experto en Rusia de la universidad estadounidense de Wisconsin-Madison.

Putin ha aprendido la lección de junio y recrudecido la vigilancia ante potenciales rivales o conatos de rebelión. “Se ha vuelto más desconfiado y vigilará aún más de cerca a cualquiera que tenga armas y poder en Rusia. Por desgracia, su poder en Rusia no ha hecho más que aumentar. Oponerse abiertamente a los dictadores siempre les da una excusa para volverse aún más brutales”, asevera  Krasheninnikov. “Y no existe ningún signo de resistencia dentro del aparato de poder. Lo único que podría desencadenar el colapso del régimen de Putin es una derrota en el frente pero eso sigue siendo imposible”.

“Probablemente Putin haya recuperado parte de la autoridad que perdió con el golpe de Prigozhin, pero no hay que equivocarse: los regímenes estables no necesitan ir asesinando a miembros clave de sus fuerzas armadas de facto para mantener el poder”, apunta el analista en seguridad Jimmy Rushton.

Según Shevchenko, el ocaso de Prigozhin coincide con el modus operandi con el que Putin ha ido eliminando a sus rivales. “Ahora el régimen está matando a personas que en realidad estaban ayudándole. Cuanto más mata, más enemigos tiene. Así que una opción es su muerte. Por supuesto, puede permanecer en el poder durante años, sospechando de todos, encerrado en el país que construyó, volviéndose loco”, concluye. 

Las mil caras de Prigozhin

De ídolo a villano. Desde la intentona de junio el jefe del grupo Wagner se había convertido en un enemigo público del Kremlin y sus tentáculos mediáticos. A principios de julio canales de Telegram cercanos al régimen ruso difundieron imágenes en las que aparecía luciendo diversos disfraces, entre ellos, de un militar sudanés, un oficial libio o un diplomático de Emiratos Árabes Unidos.