Trabajó en el ministerio de Asuntos Exteriores ruso durante dos décadas hasta que el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania colmó su paciencia. En mayo de 2022 Boris Bondarev renunció a su puesto en la delegación rusa de la ONU en Ginebra. "Aquellos que urdieron esta guerra solo quieren una cosa: permanecer en el poder para siempre, vivir en palacios pomposos e insípidos, navegar en yates comparables en tonelaje y coste a toda la Armada rusa, disfrutar de poder ilimitado y total impunidad”, escribió en la carta que escenificó su ruptura con el régimen que hasta entonces había representado en el exterior.

18 meses después de la incursión militar que le llevó a romper con una vida relativamente cómoda, Bondarev no muestra signo alguno de arrepentimiento. “Tener la conciencia tranquila pesaba más que cualquier otra consideración”, explica el ex diplomático ruso en una extensa entrevista con El Independiente. Desde su exilio en Suiza, que le ha concedido asilo político, se reafirma en las palabras que dedicó a una contienda que aún tilda de “ignominia sangrienta, absurda y absolutamente innecesaria” y que esta semana ha conocido un nuevo capítulo, la muerte de Yevgeny Prigozhin, el oligarca que durante años fue estrecho aliado de Vladimir Putin y lideró hace dos meses un fallido motín contra el Kremlin.

Boris Bondarev, ex diplomático ruso.
Boris Bondarev, ex diplomático ruso.

Pregunta.- Me pregunto si le ha sorprendido el final de Prigozhin...

Respuesta.- No. En junio Prigozhin mostró su insubordinación a Putin marchando con sus hombres hacia Moscú. Fue considerado por muchos como un intento de golpe de Estado. Putin estaba en peligro, pero aunque lo había prometido, nadie fue castigado. Como otros muchos, yo sospechaba que Putin terminaría castigando a Prigozhin de una forma u otra porque lo había colocado en una posición muy débil y extraña. A ojos de todos quedó claro que basta tener unos cuantos miles de hombres armados para dirigirse hacia Moscú sin resistencia.

Putin estaba obligado a demostrar con Prigozhin que seguía siendo fuerte

Putin es un dictador y todos los autócratas gobiernan porque el resto piensa que es más fuerte que nada. Así que cuando alguien va contra ti, debes demostrar que sigues siendo fuerte. Y la forma en que Putin se comportó durante el motín de Pregoshian fue opuesta a eso. Se comportó con debilidad, como si no supiera qué hacer. Primero prometió que castigaría a todo el mundo y luego no castigó a nadie. Se sintió obligado a restaurar su imagen de fortaleza. Y todo el mundo estaba seguro de que Prigozhin era el objetivo. La forma en que fue asesinado, si la información de que se hallaba a bordo de ese avión es cierta, es una demostración de lo que le sucederá a cualquiera que se atreva a desafiar a Putin. No será envenenado ni morirá tranquilamente. Será una muerte sin contemplaciones.

P.- Parece muy seguro de que el óbito del magnate es obra de Putin...

R.- Así es. Es cien por cien claro que Putin está detrás de todo esto, pero creo que no le servirá lo que ha hecho. Del golpe que le propinó Prigozhin no puede ser resarcido. Putin no hizo lo que tenía que hacer en aquel momento, en el transcurso del motín. Tenía que haber sofocado la rebelión; haber arrestado a Prigozhin y ejecutado a algunos de los mercenarios. Después, podría haber mostrado cierta misericordia con el enemigo derrotado. La señal que Putin envía ahora es que no se puede llegar a un acuerdo con él porque siempre acabará rompiéndolo y desdiciéndose de sus palabras. No es un hombre en el que confiar.

El daño hecho por Prigozhin a Putin resulta ya irrevocable

Espero que por fin los políticos europeos se den cuenta. Algunos de ellos siguen diciendo que habría que negociar con Putin. Deben entender que se puede hablar con él pero que Putin terminará vulnerando lo que firma. El segundo mensaje que lanza Putin es que si otro colaborador o miembro de la élite rusa resulta ser lo suficientemente valiente para actuar contra él no deben darle la espalda y llegar hasta el final. Con todo el daño hecho por Prigozhin a Putin es ya irrevocable.

P.- A su juicio, Putin no tiene ya escapatoria...

R.- Si me permite hablar en términos ajedrecísticos, desde que inició la invasión de Ucrania en febrero de 2022 Putin se encuentra en zugzwang, esto es, una situación en la que cualquier movimiento que se haga solo hace empeorar las cosas.

Putin sabe que debe hacer algo. Ha sido muy activo desde el motín de Prigozhin: ha comenzado a reunirse con gente por todas partes. Lo opuesto a la soledad previa, cuando se hallaba en su residencia y aparecía poco en público. Sintió que tenía que demostrar a la gente que está bien y que tiene el control. Pero haga lo que haga, la impresión de su debilidad y de su indecisión sigue aquí. Todo el mundo lo recuerda y todo el mundo comprende que llegará un momento en que la política de Putin se volverá insoportable. Para la gente que le rodea, este punto es inevitable, porque Putin no puede dar marcha atrás en las decisiones que ha tomado. Es que no puede levantarse un día y decir: “vale, mi guerra en Ucrania fue un error. Hay que apostar ahora por la paz”. Putin es hoy un rehén de su guerra. Sólo puede salvarse ganándola, pero objetivamente no puede lograrlo.

Putin es hoy un rehén de su guerra. Sólo puede salvarse ganándola, pero objetivamente no puede lograrlo

P.- La opción que le queda es la huida hacia adelante...

R.- Eso es. Tendrá que seguir adelante. Y llegará un momento en que mucha gente a su alrededor empieza a decir “basta”. Que se alcance esta etapa depende en gran medida de cómo actúen los países occidentales. Depende de que Moscú vea que están unidos y son fuertes; que no están cansados de proporcionar apoyo a Ucrania y están dispuestos a seguir imponiendo nuevas sanciones y eliminando todos esos agujeros por los que se cuela el régimen.

Si Occidente está decidido a luchar contra el régimen de Putin llegará el momento antes o después. Aún hoy hay muchos en la élite rusa que todavía creen que este año o quizás el próximo Occidente retirará su apoyo a Ucrania con el pretexto de sufragar la guerra es caro o por hechos imprevistos como la victoria electoral de Trump en Estados Unidos o Le Pen en Francia que puedan conducir a un cambio en la política hacia Rusia, Los políticos europeos que hoy aún se muestran partidarios de negociar con Putin y hacer algunas concesiones están alimentando las esperanzas de esa élite y también la continuidad de la contienda.

P.- ¿Hay alguien en el interior de Rusia dispuesto a desafiar a Putin?

R.- Es difícil de decir porque lo que está pasando dentro de la élite en Moscú se circunscribe a un círculo muy íntimo. Ni siquiera sabemos qué personas tienen influencia real sobre Putin y cuáles son sus asesores más cercanos. Conocemos a sus ministros y a sus amigos, a algunos oligarcas, pero no sabemos el alcance real de su influencia. No tenemos información sobre con quién se reúne cada día y de qué hablan. Dudo que incluso la CIA disponga de esa información porque se trata de un mundo muy hermético. Hay muy poca gente y está demasiado interconectada. Están muy preocupados de que algo de lo que hablan pueda filtrarse fuera, porque, por supuesto, siguen teniendo miedo de Putin y de sus amenazas.

P.- ¿Y Putin tiene razones para estar preocupado?

Por mucho que los informes que recibe edulcoren la realidad de la guerra, Putin debe sentir que algo anda mal y eso le hace estar nervioso

R.- Sí. Actúa para demostrar que aún tiene el control y que todo el mundo debería temerle. Pero, en parte, lo hace porque comienza a sospechar de mucha gente a su alrededor y porque sabe que la guerra no está resultando como él esperaba. Él no admitirá que es culpa suya pero lo es porque fue el que empujó a los generales hacia ella. Durante sus más de 20 años en el poder, fue muy suave, y si no estaba bien con alguien, simplemente lo empujaba a otra posición, más baja o más lejos del Kremlin, pero no había represión. La situación ahora es diferente. Por mucho que los informes que recibe edulcoren la realidad de la guerra, debe sentir que algo anda mal y eso le hace estar nervioso. ¿Quién puede desafiarle? No lo sé. Pero creo que todavía no han llegado a este punto porque muchos siguen creyendo que pueden hacer frente a esto y que gestionarán la situación y podrán volver a la normalidad con Europa, Estados Unidos y con el resto del mundo. Cuando se den cuenta de que no habrá vuelta atrás y que están condenados, quizás algunos de ellos empiecen a pensar en un cambio.

P.- ¿Qué se puede esperar del régimen ruso?

R.- El régimen de Putin es muy impredecible porque carece de transparencia. Solo sabemos que se está volviendo más brutal. Sospecha de los cercanos a Prigozhin como el general Sergey Surovikin, cuyo paradero no está claro. Ha sido relevado del mando pero ignoramos a qué se dedica ahora. Al mismo tiempo, Putin necesita que la élite permanezca unida, por lo que reprimir a algunos de sus miembros puede generar movimientos y es un peligro. Putin debe encontrar un equilibrio, pero cometerá errores que agravarán la situación. Su fortuna sigue siendo que todas las personas que le rodean son mucho más débiles que él, porque durante 23 años se han acostumbrado a escucharle y a hacer todo lo que les dice. Ahora, que la suerte de Putin ha comenzado a darle la espalda, confían en que pueda encontrar una salida.

P.- Entre esos apoyos que necesita para mantenerse en el poder, ¿Llegará Putin a echar de menos a Prigozhin y su liderazgo en el grupo Wagner?

R.- El grupo Wagner no es más que un puñado de mercenarios, bastante hábiles y experimentados pero incapaces de cambiar el curso de la guerra. Es probable que termine disuelto. Algunos de sus miembros serán integrados en unidades regulares y otros serán libres para probar suerte en África, donde siempre hay demanda de mercenarios. Wagner es historia y no influirá en la contienda.

P.- La carta que hizo pública para anunciar su renuncia como diplomático fue muy contundente. ¿Mantiene sus palabras?

R.- Sí porque nada ha cambiado. En realidad, todo ha ido a peor. El régimen se vuelve más brutal cuanta más gente envía a la cárcel por participar en protestas muy pequeñas. Ahora es casi imposible hablar con libertad. Todo el mundo debe pensar dos veces lo que dice. Recuerda a la atmósfera de los años 30 cuando Stalin hizo sus purgas. Es como si la Unión Soviética volviera a su peor época. La rusa es una sociedad enferma. Hay muy pocas personas que estén activamente a favor de la guerra, apenas el 5 por ciento de la población. Quienes se oponen, alrededor del 20 por ciento, guardan silencio. Y el resto se limita a fingir que no existe conflicto, que la vida sigue su curso y que no pasa nada.

La gente lo hace porque considera que no puede influir en la situación. No pueden cambiarla sin correr el riesgo de ser encarcelados o asesinados. En Europa se debería comprender que protestar y ser acusado de actividad política tiene otras consecuencias como que tu cuenta bancaria sea congelada o tener problemas con tu empleo. Es la razón por la que la mayoría de la gente, incluso los que odian lo que está pasando, tienen miedo de protestar abiertamente porque entienden que podrán limpiar su conciencia pero arruinar sus vidas. Nadie intervendrá para salvarles. Esa es la tragedia y la impotencia de la sociedad rusa. Putin tiene aún cientos de miles de soldados.

La Rusia de hoy recuerda a la atmósfera de los años 30 cuando Stalin hizo sus purgas. Es como si la Unión Soviética volviera a su peor época

P.- ¿Una derrota militar puede allanar el camino hacia el final de Putin?

R.- Puede pero debería ser una derrota significativa para que no pueda ser relativizada por la propaganda de Putin. Al nivel de la conquista de Crimea por Ucrania o de un cerco que haga prisioneros a decenas de miles de soldados rusos.

P.- Un revés que, teniendo en cuenta las dificultades de la contraofensiva ucraniana, no parece probable...

R.- Es que Ucrania depende mucho de la ayuda occidental. Es algo crucial. Y mientras los países occidentales, los países de la OTAN, sigan dando ayuda a cuentagotas, no se puede esperar ninguna victoria ucraniana de relevancia. Son los que resultan heridos y mueren y la OTAN les concede diez o veinte tanques. A Occidente le preocupaba que Putin pudiera ser sustituido por alguien peor como Prigozhin pero ahora ya no hay razones para ese temor. La OTAN carece de una visión clara de cómo podría ser la victoria de Ucrania porque Kiev necesita derrotar a Rusia y que se comprometa con la paz. Ucrania puede expulsar a los soldados rusos de su territorio pero Moscú podrá seguir siendo un peligro si tiene capacidad de lanzar misiles de largo alcance desde su frontera. Que nadie olvide que el origen de esta guerra no está en el ejército ruso sino en el hombre que ocupa el Kremlin y algunos de sus amigos y las ideas extravagantes de la hegemonía de Occidente. Es el régimen al que hay que enfrentarse y combatir, no sólo al ejército ruso. El ejército ruso hace lo que se le dice.

Es el régimen al que hay que enfrentarse y combatir, no sólo al ejército ruso. El ejército ruso hace lo que se le dice

P.- Es uno de los contados diplomáticos rusos que abandonó su puesto en protesta por la guerra. Lo mismo ha sucedido en la escena política y económica. ¿Por qué?

R.- En la diplomacia rusa debe haber alrededor de una veintena de deserciones. Son pocos porque hay que estar dispuesto a perderlo todo. La mayoría de la gente tiene una vida, una casa, una familia, una lista de restaurantes favoritos, un salario y una comodidad a la que están acostumbrados. Y en el otro lado de la balanza sólo está tener conciencia tranquila. Cuando la mayoría de la gente piensa en ello, dice: “la conciencia tranquila está bien, pero no puedes ponerla en tu bolsillo, no te da un pedazo de pan”.

Un intelectual ruso dijo una vez que el ruso es un pueblo adolescente. El adolescente siempre debe demostrar a los demás que es fuerte, que ha crecido, que puede decidir por sí mismo

P.- ¿Hacia dónde camina Rusia?

R.- Nuestro problema es que nunca sabemos hacia dónde nos dirigimos. Un intelectual ruso dijo una vez que el ruso es un pueblo adolescente. El adolescente siempre debe demostrar a los demás que es fuerte, que ha crecido, que puede decidir por sí mismo. Rusia sigue empeñada en demostrar a Occidente que somos iguales y que deben respetarnos, pero el respeto nunca procede de la fuerza. No se puede obligar a los demás a respetarse. Es algo que se gana haciendo algo grande o sensato. La rusa no es una nación madura. Quiere tratar de tú a tú con los europeos; de algún modo, queremos ser Europa pero no lo somos y eso nos irrita. Y, como adolescentes, no podemos admitir que es culpa nuestra, que debemos madurar en lugar de buscar a alguien a quien culpar.

Los rusos no quieren esta guerra. Sus corazones siguen en los mejores resorts de España o Italia

P.- ¿Hay razones para el optimismo?

R.- Siempre las hay. Observo que muchos jóvenes rusos comparten esta necesidad de democracia, y liberalización. Si nos deshacemos de esta dictadura, Rusia será libre para intentar construirse a sí misma, con la ayuda y el asesoramiento de los países occidentales, porque será una aportación necesaria. El de Putin no puede ser un régimen duradero porque Rusia no es Corea del Norte y los rusos no son norcoreanos.

Los rusos están más conectados al mundo y a unos gustos occidentales. La élite rusa no quiere vivir en China o Emiratos Árabes Unidos. Ahora viajan allí porque no pueden viajar a Occidente, pero sus corazones están en los mejores resorts de España, Italia, Francia o Miami. No querían esta guerra. No la quieren, pero todavía no creen en sí mismos. No creen que también puedan hacer algo. Así que eso es lo que une a toda la gente en Rusia, excepto a Putin. Que desde el Primer Ministro hasta el último sin techo consideran que no pueden hacer nada. Con el tiempo quizás veamos que la gente comienza a organizarse.