"Sobre las 23:00 de la noche una amiga y yo pedimos la cuenta en la segunda planta de un restaurante típico de la plaza Jemaa El Fna. Justo antes de levantarnos para hacerlo, los platos empezaron a sonar muy fuerte. El seísmo fue fortísimo. Sentíamos el edificio bailar. Del minarete de la gran mezquita salía mucho polvo. Otro minarete, a cincuenta metros de nosotros, se desplomó por completo". Son unos instantes que José Antonio Merat, un turista español en Marrakech, recuerda como si sucediera de nuevo. Y, una y otra vez, su cuerpo vuelve a temblar.

Sigo totalmente en shock. Han sido 30 segundos interminables

"Te digo estas palabras y sigo totalmente en shock. Yo creo que todavía no soy consciente del gran seísmo", relata Merat en conversación con El Independiente mientras trata de abandonar una de las zonas más afectadas por un terremoto de 7 de magnitud que tuvo como epicentro Oukaimeden, una estación de esquí en el Atlas a unos 70 kilómetros de Marrakech. El seísmo, el más grave registrado en el país vecino en 123 años, deja imágenes de pánico y destrucción y un balance provisional de más de 1037 muertos y 1200 heridos. El peor de la historia reciente de Marruecos ocurrió en marzo de 1960 y tuvo una magnitud de 5,8. Se cobró 12.000 vidas y dejó otros 12.000 heridos.

Noche en vela

En mitad del periplo para alejarse de Marrakech en dirección hacia la norteña Tánger, José Antonio trata aún de digerir "esos treinta segundos interminables" en una ciudad que ha amanecido entre las sirenas de las ambulancias y los escombros de los edificios alcanzados por el temblor. "Nos dio tiempo a darnos cuenta de que era un terremoto muy fuerte, a meternos debajo de la mesa y a agarrarnos fuerte. Recé todo lo que me sabía y más por no caer dos plantas hacia abajo. Muchos edificios de la zona se han desplomado", narra.

Secuelas del terremoto en las calles de Marrakech.
Secuelas del terremoto en las calles de Marrakech. | José Antonio Merat

Superado el primer escalofrío, el joven sevillano buscó refugio a la intemperie de Jemaa El Fna, la amplia plaza que es uno de los corazones de la histórica Medina de Marrakech. "Nuestra habitación estaba agrietada y fue cuando decidimos irnos", admite tras una noche en vela, con el susto aún en el cuerpo. "Ha sido hablar del mismo tema durante seis horas, del impacto, de la sensación de volver a nacer, sinceramente, porque mi amiga y yo hemos visto otros edificios de la misma altura que se han desplomado".

"Era como estar en medio de un oleaje, era una cosa fortísima. Me emociono recordándolo y estoy intentando salir de Marrakech", admite. Por delante un trayecto en tren hacia Tánger y, ya avanzada la tarde de este sábado, un ferri hacia Algeciras. "Nos vamos ya porque ya nos vamos a disfrutar del viaje. Hay muchas lágrimas; todo el mundo está impactado. Había gente que intentaba seguir con la vida vendiendo en los puestos, pero hay una sensación de incomodidad y siguen sonando ambulancias. Es un descontrol absoluto", concluye.

Escombros en las calles de Marrakech

José Antonio Merat

Escombros en un calle de Marrakech

José Antonio Merat

Escombros en un calle de Marrakech

José Antonio Merat

Desperfectos causados por el terremoto en Marrakech.

José Antonio Merat