Los soldados ucranianos ya no conciben la guerra sin los drones. Cuando se incorporan a las unidades en las que reciben entrenamiento en los países occidentales, suelen preguntar por los drones del pelotón. Les extraña que no formen parte del día a día en los ejércitos de la OTAN. Y no es porque la guerra en Ucrania sea la primera en la que se han utilizado. En Vietnam, Kosovo, Afganistán, Irak y más recientemente en Nagorno Karabaj se emplearon. Pero nunca antes de forma tan masiva por las dos partes en conflicto. Estamos en una nueva fase caracterizada por la búsqueda de aparatos sencillos, económicos que pueden fabricarse masivamente, aunque se combinan con otros más sofisticados, más caros y más letales. Es un auténtico boom.

De ello hablaba Oleksi Reznikov poco antes de dejar su cargo como ministro de Defensa la pasada semana. "Este otoño habrá un boom en la producción de drones ucranianos: no solo aéreos, también acuáticos, y de todo tipo. Vamos a simplificar los trámites para favorecer ese impulso. Esto beneficiará, sobre todo, a los que empezaron a fabricar en garajes".

Este otoño habrá un boom en la producción de varios tipos de drones. Vamos a simplificar los trámites"

oleksy reznikov, ex ministro ucraniano de defensa

Los ucranianos recurrieron al ingenio para compensar su falta de medios, sobre todo cuando no contaban con la ayuda occidental de forma tan significativa como hasta ahora. Recurrieron a los drones comerciales a los que dieron uso militar porque en el aire tenían una desventaja enorme respecto a Rusia. Empezaron en garajes y la cultura de las startups los fomentó.

Quien no podía fabricarlos recababa fondos para conseguirlos. El gobierno ucraniano ha sido hábil al saber aprovechar esta industria emergente. Y ahora el ruso trata de ponerse al día, y no solo comprar los Shaheed iraníes. También ha empezado a fabricarlos.

Los drones no solo sirven para atacar objetivos, también para realizar labores de vigilancia, recogida de información y propaganda. Gracias a su tecnología puede observarse cada centímetro del territorio enemigo. Los hay que miden apenas 12 centímetros como el Black Hornet o el AQV-Scalpel hasta los que tienen una envergadura de 12 metros como el turco Bayraktar, que tan buen servicio ha prestado a Ucrania en la guerra.

El AQV-Scalpel, fabricado por One Way Aerospace, es un ejemplo del dron que se empleaba en carreras y que se ha reconvertido en dron kamikaze o de un solo ataque, también llamado first person view (el piloto usa gafas de realidad virtual y joysticks que les permiten ser los ojos del dron).

Vuelan a gran velocidad a baja altitud. Ya se han probado contra blindados rusos y pueden llevar un RPG de 2,5 kilos. Puede costar unos 1.000 dólares, mientras que los SwitchBlade estadounidenses superan los 50.000 dólares.

Los Pegasus, del grupo ucraniano Escadrone, son aún más económicos, unos 500 dólares, pero solo pueden cargar una granada antitanque de un kilogramo. Su bajo precio compensa su menor nivel de acierto (entre un 50% y un 80%). Escadrone ya fabrica al mes unos 1.500. El cursillo para pilotarlo dura un mes. Una revolución está en marcha. Cada semana hay nuevos modelos en el mercado.

"Cuando empiezas a volar, es excitante, y realmente te parece que estás en un videojuego. Con el tiempo, se convierte en algo rutinario, como cualquier otro trabajo. La diferencia es que aquí la satisfacción consiste en derrotar al enemigo, y trabajas para ponerles en peligro", señala Anatoli, piloto de drones Mavic 3 y Matrice 300 en la 58º Brigada de Infantería Motorizada, para quien lo más difícil es evitar que te detecte el enemigo (guerra radioeléctrica). 

Tienes la sensación de vuelo libre porque no ves lo que está debajo de ti. Lo difícil es encontrar la posición adecuada"

oleksi, piloto de drones fpv

Para Oleksi, especialista en reconocimiento aéreo de la misma brigada, el temor es que se estrelle el dron. En el caso de los FPV, de un solo vuelo, "tienes la sensación de vuelo libre porque no puedes ver lo que está debajo de ti ni alrededor. No sientes el suelo bajo tus pies y tienes ganas de mirar a tu alrededor pero no hay nada salvo la imagen. Lo más complicado es encontrar la posición adecuada". 

El talón de Aquiles de Rusia

Las informaciones sobre los ataques con drones son ya diarias en Ucrania y Rusia. Entre mayo y julio ya fueron el doble que en 2022. En julio y agosto se han incrementado las incursiones en territorio ruso. Los daños en las ciudades, por ejemplo en Moscú, son reducidos, pero el impacto psicológico es grande. The New York Times apuntaba a finales de julio que tenía pruebas de que los ucranianos han recurrido a modelos como el Bober (castor) o el UJ-22. El Bober es un vehículo aéreo no tripulado que puede volar a 20 km por hora y pesa unos 150 kilogramos. Puede llevar un explosivo de 20 kilogramos. Cuesta unos 100.000 dólares. Es una misión de guerra psicológica la que cumplen.

En el caso del ataque al puente Kerch, que une Crimea con Rusia, se habría empleado un dron naval de superficie que parece un kayak y tiene conexión de datos satelital y guía GPS. Cuestan unos 250.000 euros.

En agosto tuvo el ataque en Pskov, cuando una veintena de los llamados drones de un solo ataque (más conocidos como kamikazes) destrozaron dos jets II-76 y cuatro aviones de carga. Es decir, unos daños millonarios por apenas unos miles de euros. Lo que ocurrió en Pskov de todas formas es la excepción. El índice de éxito que cosechan estos drones de un solo uso (OWA o FPV) es aún bajo. Sin embargo, tanto en Ucrania como en Rusia se está investigando para mejorar sus capacidades y los avances se producen a gran velocidad.

Buscamos un compromiso entre el tamaño, el coste, la invisibilidad, el alcance y probamos cada día algo nuevo"

mark savchuk, analista

"El gran cambio es que estamos fabricándolos en gran cantidad, diseñándolos, buscando componentes, ensayando con diferentes tamaños. Buscamos un compromiso entre el tamaño, el coste la invisibilidad, su capacidad para llegar lo más lejos posible. Cada día probamos algo nuevo. Y atacamos en Rusia porque es muy grande y no puede proteger todo su espacio aéreo", señala Mark Savchuk, analista ucraniano. "Con los ataques en Moscú buscamos herir su reputación y hay otros objetivos en Crimea o los aeropuertos clave. Si atacamos en varios sitios a la vez, es más difícil para ellos responder".

Un momento excepcional

Juan Chulilla, CEO y cofundador de Red Team Shield Ltd, una startup española de defensa y seguridad, lleva años estudiando sobre drones y nunca había visto nada igual a lo que está sucediendo en Ucrania. "Las fábricas están a pleno rendimiento. Si sumamos los rusos y los ucranianos desde el principio de la guerra, pueden llegar a superarse los 300.000 drones a finales de este año. Nadie se habría imaginado algo así cuando empezó la guerra”, dice Chulilla.

Si sumamos los rusos y los ucranianos, podemos hablar de unos 300.000 drones desde el principio de la guerra. Nadie lo habría imaginado"

juan chulilla, red team shield ltd

"Por parte ucraniana el Ministerio de Defensa y el de Transformación Digital están implicados en el proceso. Destinan unos 2.000 millones de euros a todo lo relacionado con la fabricación de drones, entrenamiento de pilotos, mantenimiento… Apoyan el sistema de startups, un ecosistema donde confluye gente muy creativa", añade Chulilla, que calcula que hay más de 200 empresas de este tipo en Ucrania, algunas muy reducidas. 

El llamado Ejército de Drones (Army of Drones) del gobierno ucraniano está focalizando su estrategia en los drones de un solo ataque (OWA o kamikaze). Favorecen también la recogida de fondos (crowdfunding) y realizan campañas de publicidad muy eficaces. El actor Mark Hamill (Luke Skywalker en la Guerra de las Galaxias) donó financiación para adquirir 500 drones. En abril el gobierno impulsó otra fase de este programa para apoyar la innovación llamado Brave1. 

El siguiente paso, según ha anunciado el ministro de Transformación Digital, Mijailo Fedorov, será que gracias a la Inteligencia Artificial los drones FPV puedan ganar autonomía y localizar objetivos rusos sin necesidad de piloto, sean más invisibles y puedan ser lanzados en forma de enjambre. Esa nueva forma de ataque está fraguándose: cientos de drones desechables arrojándose como un enjambre hacia un objetivo. Incluso se especula con que desempeñarán un papel relevante en la reconquista de Crimea. No es la guerra del futuro lejano. Es la guerra de pasado mañana.

Los pioneros

Entre los pioneros ucranianos se encuentra Maxim Subbotin, que actúa como portavoz oficioso de UA Dynamics. Empezaron cuando estalló la guerra en el Donbás en 2014 y su gran creación fue The Punisher (el castigador), un dron con una envergadura de 2,2 metros. Su gran ventaja es que es difícilmente detectable a los radares. "Es la forma más barata y sencilla de asestar un golpe a larga distancia, sin arriesgar la vida de civiles", dice la compañía sobre su joya.

"Una de las revoluciones en esta guerra es que no solo los ingenieros diseñan los sistemas aéreos, los makers tienen su papel para los microdrones. En caso del ala fija o rotatoria tienen que entrar los ingenieros a partir de cierto peso o sofisticación tecnológica. Y para los drones n-cópteros (de seis u ocho motores) pueden diseñarlos los makers pero no desde cero a menos que sean realmente avanzados", afirma Juan Chulilla.

En empresas como UA Dynamics, Radio Bird o One Way Aerospace se coordinan ingenieros con especialistas del ejército y algunos makers. Radio Bird, los fabricantes del Defender, un inhibidor direccional o rifle antidron, se ubica en Polonia, pero el 80% de sus propietarios son ucranianos. El líder del proyecto es Eugene Nayshtetik, que se dedicaba a la biotecnología antes de poner su conocimiento al servicio de la defensa de su país después de la invasión rusa de febrero de 2022.

Con el visto bueno del gobierno ucraniano, se trasladaron al país vecino donde consiguieron financiación para arrancar el proyecto de desarrollar un nuevo dron para el ejército ucraniano. Air Res Aviation invirtió 200.000 dólares. El coste de cada aparato es de 200.000 dólares y los primeros están recién salidos del horno. Según el equipo creador, "combina la resistencia a la guerra electrónica, la resistencia al viento, y está dedicado a la inteligencia de señales. No hay drones de estas características que pesen menos de 25 kilos".

El plan es producir unas 200 unidades. Es un ejemplo claro de cómo se han reconvertido startups del sector tecnológico en tiempo de guerra.

"El Defender combina la resistencia a la guerra electrónica, la resistencia al viento y está dedicado a la inteligencia de señales"

Dependencia de China

Los rusos tienen un sistema menos flexible que los ucranianos, pero también cuentan con ingenieros muy experimentados y se están poniendo al día. Al principio de la guerra los ucranianos les sorprendieron por el buen uso que dieron a los drones de uso civil y están avanzando a pasos agigantados. Hasta ahora Rusia se abastecía de drones kamikaze (o de un solo uso) en Irán. Era su proveedor de los drones de uso militar también. Un informe del Conflict Armament Research asegura que Rusia ya está fabricando sus propias versiones de los OWA iraníes. 

Tanto rusos como ucranianos dependen de componentes procedentes de China, Taiwán y Corea del Sur. "Si Europa quisiera ponerse al día, también dependería de ese mercado", comenta el experto.  A propósito de China, la empresa DJI, que en teoría suspendió sus operaciones en Rusia y Ucrania pocas semanas después de la guerra, son los fabricantes de los Mavic, entre los más usados en el campo de batalla. 

Para Mick Ryan, estratega australiano, los drones han tenido un relevante impacto en la guerra, según expone en un artículo en Australian Broadcasting Corporation. Han convertido el campo de batalla en un espacio más transparente, a la vez que fuerzan a que las decisiones sean más rápidas. También han mejorado la precisión de los ataques y, como vemos con las campañas de crowdfunding y, sobre todo con el Ejército de Drones, ha democratizado el combate. Sin embargo, no son la panacea.

Recordemos que cada mes Ucrania ha podido perder unos 10.000 drones gracias a las guerra electrónica de Rusia. "Los drones por sí solos no ganan batallas", añade Ryan. Pero ayudan a no perderlas. Incluso hay quien compara los drones desechables con la ametralladora en la Primera Guerra Mundial: convierten en suicida cualquier avance.

La guerra en Ucrania marca un punto de inflexión en innovación aplicada al combate. Como escribe Ulrike Franke, investigadora del ECFR, "la industria de los drones en Ucrania está camino de convertirse en una potencia internacional y una vez que la guerra termine podrán exportar sistemas que han probado en el combate". Empezaron recurriendo a los drones comerciales por falta de medios frente al gigante ruso y han acabado volando alto.