Contra pronóstico, y antes de lo previsto, el Consejo Europeo ha decidido este jueves empezar las negociaciones para el ingreso de Ucrania y Moldavia en la Unión Europea. "Esta es una victoria de Ucrania y una victoria de todos los europeos. Una victoria que motiva, inspira y fortalece", ha escrito el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en su cuenta de la red social X. Georgia ha conseguido el estatus de país candidato. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha dicho que "es una señal de esperanza para la gente de nuestro continente".

"Es muy importante que apoyemos a Ucrania. Esta es una señal política muy poderosa, es una decisión política muy poderosa para el pueblo de Ucrania. Estamos a su lado", ha afirmado Charles Michel. La decisión requería consenso, pero se buscaba la unanimidad, dada su relevancia. Hungría no votó en contra y tampoco a favor: su primer ministro se ausentó y así salvó la cara sin dañar los intereses de Ucrania y de la UE.

Como ha dicho Michel, es una decisión simbólica, si bien Ucrania apenas ha comenzado un camino que será arduo y llevará años recorrerlo. En circunstancias normales, las negociaciones se prolongan durante al menos diez años. Pero Ucrania aún está en guerra y no se vislumbra el final.

Lo que sí ha vetado el primer ministro húngaro ha sido la ayuda de 50.000 millones de euros para Ucrania en el próximo presupuesto comunitario. Sin embargo, este mismo viernes se ha ofrecido a levantar el bloqueo a cambio de que Hungría reciba los fondos que la Comisión Europea mantiene congelados por violaciones del Estado de Derecho.

"En dos meses, quizá más, nos reuniremos y veremos qué ha pasado. Si alguien quiere modificar la ley presupuestaria, esa será una buena oportunidad para que Hungría reciba lo que le corresponde. Todo", ha dicho esta mañana en declaraciones a la radio pública Kossuth desde Bruselas, donde participa en la cumbre de líderes de la Unión Europea.

Antes, en una videconferencia, Zelenski había pedido a los líderes de los Veintisiete que no "traicionaran" su fe en Europa. "Este día quedará escrito en nuestra historia. Ya sea para bien o para mal, la historia lo reflejará todo, cada palabra, cada paso, cada acción, cada inacción", ha destacado.

El presidente ucraniano ha agradecido al jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, que haya impulsado durante la presidencia del Consejo de la UE, que concluye este mes, la candidatura de Ucrania. En un gesto muy apreciado por Zelenski, Sánchez arrancó el semestre con un viaje a Kiev.

Gestiones a varias bandas

Desde primera hora de la mañana, los líderes de la UE se concentraron en convencer al primer ministro húngaro, Viktor Orban, que amenazaba con vetar a Ucrania. Orban, al frente de un país de tan solo diez millones de habitantes, iba a echar a perder la ocasión de demostrar al Kremlin la unidad europea con Ucrania.

El canciller alemán, Olaf Scholz, el presidente francés, Emmanuel Macron, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel han desayunado con Orban para convencerle. Ha sido el canciller Scholz quien ha sugerido a Orban que se ausentara para facilitar la señal a Ucrania. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, conversó con el primer ministro húngaro en Buenos Aires, donde coincidieron el domingo en la toma de posesión del argentino Javier Milei.

La Comisión Europea desbloqueó el miércoles 10.200 millones para Budapest tras avalar su reforma para mejorar la independencia judicial, pero mantiene bloqueados otros 21.000 millones de diferentes partidas. Es probable que Orban haya logrado más recursos a cambio de hacer posible ese gesto con Ucrania.

A primera hora del jueves, Orban seguía en sus trece. "La ampliación no es un tema teórico. La ampliación es un proceso basado en méritos y legalmente detallado que tiene condiciones previas. Hemos establecido siete condiciones previas y tres no se cumplen. No hay razón para negociar ahora la membresía de Ucrania", había dicho Orban a su llegada a la cumbre. Orban prefería que la cuestión se dejase para primavera o incluso después de las elecciones europeas, que se celebran en junio de 2024.

Finalmente, se ha impuesto el pragmatismo, si bien Viktor Orban se ha ausentado en el momento de la votación. Según ha explicado en un video difundido por X, mantiene que sigue pensando que Ucrania no está preparada para empezar las negociaciones de adhesión. Aún puede bloquear más adelante.

Como los otros 26 apoyaban esta decisión, optó por no oponerse pero tampoco aprobar un paso que le parece "irracional". Orban ha recordado en varias ocasiones que el ingreso de Ucrania, por sus dimensiones y por la pobreza en la que quedará tras la guerra, convertirá al resto de los Estados miembros en contribuyentes netos.

Esta señal a Ucrania por parte de la Unión Europea es una mala noticia para Putin, que está librando la guerra precisamente para que el país vecino, al que considera hermano de Rusia, no ingrese en las instituciones europeas ni en la OTAN. Sin embargo, mientras la guerra siga en curso, y las fronteras de Ucrania estén por definir, Rusia tendrá el freno de mano activado.

El primer ministro húngaro también se vio con la jefa del gobierno italiano, Giorgia Meloni. Si bien son de familias políticas afines, Meloni es claramente atlantista y pro Ucrania. Sin embargo, Orban es el líder europeo a quien más aprecia el líder ruso, Vladimir Putin. Cumple su cuarto mandato consecutivo y antes estuvo otros cuatro años al frente de Hungría. Después de su primer mandato se dio cuenta de lo fundamental que eran dominar el panorama mediático para perpetuarse en el poder, así que aprendió la lección y ha logrado que no haya nadie con quien rivalizar. En su juventud fue liberal y ahora presume de ser quien mejor encarna el término "iliberal".

En su rueda de prensa anual, Putin había indicado por la mañana que Orban se distingue de los otros dirigentes europeos, por su nacionalismo. "No es prorruso, es nacionalista, defiende los intereses de su pueblo", indicó Putin. Sin duda Orban coincidiría con esta descripción. Cuando le preguntaron qué sería si no fuera húngaro, Orban contestó: "Es imposible no ser húngaro".