Bomba en la carrera de las primarias republicanas. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, ha decidido renunciar a la carrera presidencial, lo que deja la nominación del ex presidente Donald Trump en manos de los tribunales y de la única rival con posibilidades que sobrevive en el campo republicano, Nikki Haley, ex embajadora de EEUU ante la ONU. "Ahora todo queda entre un hombre [Trump] y una mujer [Haley]", ha sentenciado Trump.

DeSantis ha suspendido este domingo su campaña y ha anunciado su apoyo a Trump en un discurso de cuatro minutos y medio reconoce que no tiene posibilidades de victoria. Ha recurrido a una cita falsamente atribuida a Winston Churchill: "El éxito no es definitivo; el fracaso no es fatal. Es el coraje para continuar lo que cuenta". Y subraya que, si bien la campaña ha terminado, nuestra misión continúa".

"Para mí está claro que la mayoría de los votantes de las primarias republicanas quieren dar otra oportunidad a Donald Trump", ha dicho en un comunicado publicado en X. "Tiene mi apoyo porque no podemos volver a la vieja guardia republicana de antaño, a lo que representa Nikki Haley".

La decisión tiene lugar en vísperas de las primarias republicanas del próximo martes en New Hampshire, y constituye una verdadera sorpresa, teniendo en cuenta que DeSantis ha dedicado muchos fondos a la campaña y en Iowa logró superar a Nikki Haley, aunque la diferencia entre los dos fue muy reducida. En Iowa otro aspirante, el empresario de origen indio Vivek Ramaswamy, quien pidió a los republicanos que designaran a Trump en la Convención del próximo verano.

La retirada de DeSantis favorece al ex presidente Donald Trump, ya que su perfil y el de sus votantes es ultraconservador. Trump ha agradecido el apoyo que le ha brindado DeSantis. "Fue muy amable y me apoyó. Se lo agradezco, y también estoy deseando trabajar con Ron", ha señalado el ex presidente, a la par que destacaba que DeSantis "ha sido un buen gobernador". Trump solía referirse a DeSantis como el "santurrón" por sus convicciones religiosas.

El gobernador de Florida parecía la alternativa rejuvenecida y sin complicaciones judiciales a Trump, pero en el caucus de Iowa la distancia de 30 puntos del ex presidente, a pesar de que DeSantis se dejó la piel en esa batalla electoral, le han llevado a retirarse. Gastó 150 millones de dólares, mientras que Trump apenas se dejó ver en el estado agrícola del Medio Oeste. Ahora la contienda se reduce a dos candidatos con posibilidades: un Trump que roza la nominación y la combativa Nikki Haley.

La ex gobernadora de Carolina del Sur ha recorrido la parte sur de New Hampshire el domingo mientras que Trump va a celebrar un mitin nocturno en Rochester.

El fracaso de DeSantis confirma la polarización de la sociedad estadounidense, que querría ver una nueva edición de la batalla electoral que se dio en 2020 entre el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump. DeSantis no ha convencido porque parece una mala copia de Trump, no una alternativa.

DeSantis se ha dado cuenta de que de nada le iba a servir seguir gastando un dineral contra Trump. Al dar un paso atrás, aún podría aspirar a un puesto en la Administración Trump si el ex presidente logra sortear los obstáculos judiciales. La nominación de Trump sería cosa hecha si no fuera por los juicios a los que hace frente, sobre todo, el que arranca el 5 de marzo, víspera del Super Martes, por su papel en el asalto a la Casa Blanca el 6 de enero de 2021, cuando el Congreso votaba la confirmación de Biden como presidente. Haley confía en que Trump sea condenado para ser la nominada por la Convención Republicana.