Una de las máximas de Napoleón era que al enemigo no hay que interrumpirle cuando se está equivocando. Es lo que hizo Irán el sábado al atacar con drones y misiles por primera vez el territorio israelí. Cuando gran parte de la comunidad internacional criticaba a Israel por la muerte de siete cooperantes de la ONG ligada al cocinero José Andrés, Irán intervino directamente contra Israel y eso provocó una oleada de solidaridad con el Estado hebreo. El presidente de EEUU, Joe Biden, pidió al primer ministro israelí, Benjamin Netanhayu, que evitara una escalada. Es lo que de momento ha hecho Israel.
Durante el fin de semana había gran expectación sobre cómo respondería primero Irán al bombardeo de su consulado en Damasco el 1 de abril, en el que murió el responsable de la Guardia Revolucionaria Iraní en Siria e Irak, y después sobre qué haría Israel. Aquello fue una humillación que tenía que ser vengada, según la concepción de Teherán.
El Líder Supremo de Irán había prometido que el ataque de Damasco no quedaría impune. Si Teherán no actuaba, daría una muestra de debilidad a sus aliados regionales en un momento en el que se libra un pulso entre sus proxys, entre ellos Hamás, con Israel. Pero si su ataque hubiera tenido graves consecuencias en Israel, habría desencadenado una escalada regional.
De este modo, Irán optó por lanzar más de 200 drones y un centenar de misiles tierra-tierra en la noche del sábado. El régimen de los ayatolás informó a Turquía, que a su vez se lo dijo a EEUU, y por señales como el cierre de su propio espacio aéreo Israel supo lo que iba a pasar. A ello se suma que desde que despegan los drones tardan siete horas en llegar a sus objetivos. Gracias a que fue un ataque anunciado desde hacía una semana, y al extraordinario sistema defensivo de Israel, el 99% de los misiles fueron interceptados y los daños fueron mínimos. El ataque no fue menor, pero sí previsible y por tanto fácilmente neutralizable.
El riesgo de que todo se vaya de control sería enorme si Israel no se contiene. Es fundamental que lo haga para evitar una escalada. Es clave el papel de EEUU"
kawa hassan, experto en oriente próximo en stimson
Temor a una escalada
EEUU había pedido a Irán, y a China, que no se provocara una escalada. En términos iraníes es lo que hicieron: escenificar una respuesta que diera muestra de su fortaleza evitando causar daños. Y por ello el presidente de EEUU, Joe Biden, que suspendió su salida a Delaware el fin de semana, dijo al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que contarían con su país para defenderse pero no para atacar a Irán. EEUU lleva tiempo tratando de evitar que Hizbulá entre en la guerra contra Israel y haciendo equilibrios para ayudar a Israel sin que ello conduzca a una guerra regional con repercusiones globales.
Como escribe Alon Pinkas en Haaretz, "la preocupación más inquietante de la administración Biden en estos momentos es si Israel 'tomará represalias contra las represalias' y pondrá en marcha una espiral de escalada con implicaciones de largo alcance, ninguna de las cuales sirve o beneficia a los estadounidenses".
Pinkas añade que en EEUU están convencidos de que Netanyahu está haciendo lo posible por arrastrar a su aliado a una guerra con Irán. Bibi cree que solo así puede revertir su responsabilidad en el desastre del 7 de octubre. Pero Biden ya ha descubierto cuál es el juego de Netanyahu, dispuesto a morir matando.
"En todo caso es difícil prever qué hará a partir de ahora Israel. Oriente Próximo está en aguas desconocidas. La pregunta es qué tipo de acción o respuesta consideran necesaria para restablecer la disuasión, que de todas formas no creo que haya quedado debilitada", indica Kawa Hassan, experto en Oriente Próximo en Stimson. Añade el experto que si hay un segundo o un tercer ataque de Irán en respuesta a una represalia de Israel, no sería simbólico como el del sábado. "El riesgo de que todo se vaya de control sería enorme si Israel no se contiene. Es fundamental que lo haga para evitar una escalada. Es clave el papel de EEUU para evitar que responda", señala Hassan.
Resulta significativo que después de la reunión del gabinete de guerra este domingo, en la que se ha analizado qué opciones hay sobre la mesa para contestar a Irán y cuál se va a aplicar, quien ha hablado haya sido Benny Gantz, líder de Unidad Nacional y ministro sin cartera desde la crisis política desencadenada como consecuencia del ataque del 7 de octubre. Fue en esa trágica jornada cuando Hamás mató a 1.200 israelíes y secuestró a cerca de 300. Aún queda la mitad teóricamente en manos de Hamás.
Israel declaró la guerra a Hamás y procedió a invadir la franja de Gaza. Los bombardeos israelíes ya han provocado más de 33.000 muertos, la mayoría mujeres y niños. La situación humanitaria es alarmante. La presión de EEUU tras el ataque contra los cooperantes ha llevado a Israel a abrir más vías de acceso a la Franja para la asistencia humanitaria. EEUU quiere que Israel solucione la situación en Gaza y no caiga en provocaciones ni de Hizbulá ni de sus jefes de Irán.
En su intervención, Gantz, con experiencia como militar, ha dicho que se formaría una coalición internacional para dar respuesta a Irán. De esa forma, justificaba que ahora Israel no actuara de momento. Lo que haga lo hará con el apoyo de EEUU y otros aliados, y no cuenta con ello para atacar a Irán, que es una potencia nuclear, a pesar de los intentos de Occidente, hasta la llegada de Trump al poder, de pactar con los ayatolás la eliminación de las sanciones a cambio de supervisar el programa nuclear.
También Gantz, que a principios de marzo visitó Washington y se vio allí con el secretario de Estado, Antony Blinken, y el titular de Defensa, Lloyd Austin, ha elogiado cómo se ha protegido Israel. Y ha contado para ello con el apoyo de EEUU, Reino Unido y Jordania. EEUU está dispuesta a brindar esta asistencia a Israel para interceptar drones y misiles, pero no a enfrentarse a Irán, debido a que acabaría desencadenando una guerra mundial. Si el gobierno de Israel obrara de forma racional, asimilaría que ha conseguido una victoria al demostrar su capacidad defensiva y al volver a ser víctima y no atacante. La mayor parte de la comunidad internacional se puso del lado de Israel de nuevo.
Como dice Kawas, todo depende de la reacción de Israel, pero "es una oportunidad para que recupere en parte el apoyo internacional". Para Kawas, el riesgo es que se desencadene una oleada de ataques y represalias que desemboque en una guerra ampliada.
Y Gantz ha aludido a lo que queda por hacer en Gaza: devolver a los rehenes a sus casas y que la población israelí del norte y del sur pueda vivir en sus hogares en paz.
Para Kawa Hassa, en todo este pulso entre Irán e Israel, primero a través de proxys como Hamás o Hizbulá, y ahora directamente, "las víctimas son los palestinos, la causa palestina y la población de Gaza".
En resumen, con la crisis de Gaza sin horizonte claro, y con Hizbulá al acecho en el norte, agitar el avispero iraní con unos ayatolás deseosos de buscar culpables en el exterior de la falta de perspectivas y la pobreza que sufren sus ciudadanos, no parece una gran idea. Sobre todo cuando tu archienemigo te brinda la ocasión de presentarte como un Estado fuerte que sabe defenderse y que cuenta con aliados de envergadura.
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