Hace siete meses, con los primeros bombardeos golpeando la Franja de Gaza, Josh Paul advirtió de las consecuencias de seguir regando a Israel con armamento "made in USA". Hasta entonces era el máximo encargado de la transferencia de armas de la administración Biden. Ahora, libre ya de cualquier responsabilidad, respira con cierto alivio. Por primera vez desde el inicio de la contienda que se ha cobrado la vida de al menos 34.850 palestinos, Washington ha congelado el envío de un cargamento de bombas y ha amagado con paralizar otras transferencias mientras prosiga la invasión de Rafah.

"Hace siete meses que escribí a mis colegas del Departamento de Estado advirtiéndoles de que quizá lo mejor para Israel en esos momentos no era una ayuda a la seguridad en el tipo de volumen que les hiciera pensar que podían permitirse el lujo de ignorar la cuestión palestina y esperar que, acordonada, desapareciera de algún modo", evoca Paul en conversación con El Independiente. El ex funcionario era director de Asuntos Públicos y del Congreso de la Oficina de Asuntos Político-Militares del Departamento de Estado y, en virtud de tal cargo, el encargado de autorizar la transferencia de armas de la administración Biden a "los países amigos", entre ellos, Israel.

"Dimití públicamente del Departamento de Estado por el suministro ampliado y acelerado de armas letales a Israel. Ahora, por fin, más de 200 días después, se ha informado de que la administración Biden ha actuado finalmente para suspender un envío de bombas de 2.000 libras y 500 libras a las Fuerzas de Defensa de Israel", desliza Paul. En mitad de los esfuerzos para lograr un alto el fuego, Washington reconoció haber paralizado el envío de un cargamento compuesto por 3.500 bombas: 1.800 bombas de 2.000 libras (907 kilos) y 1.700 bombas de 500 libras (226 kilos).

A última hora del miércoles Biden elevó la apuesta. Admitió públicamente que bombas suministradas por EEUU habían sido empleadas en la matanza de civiles en la Franja -una evidencia denunciada con anterioridad por organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch- y amagó con ampliar la suspensión de armamento con destino a Tel Aviv. "Dejé claro que si entran en Rafah, aún no han entrado, no suministraré las armas que históricamente se han empleado para tratar con Rafah, para tratar con las ciudades, para tratar ese problema", agregó. El material que podría estar sujeto a embargo incluye artillería y bombas para cazas. En cambio, Washington no se plantea dejar de proporcionar suministros para el sistema antimisiles Cúpula de Hierro.

La decisión de Biden provocó este jueves la censura de los republicanos en plena cuenta atrás para las elecciones en las que el demócrata se medirá ante Donald Trump. "Esto es simplemente un gesto hacia su flanco izquierdo. Biden está tratando de tener un pie en cada lado de la cerca, lo cual no puede hacer", denunció en rueda de prensa el senador Jim Risch, el republicano de más alto rango en el Comité de Relaciones Exteriores. John Thune, el segundo al mando de los republicanos en el Senado, agregó que se trata de una decisión "loca" por parte de Biden.

Soldados israelíes entre vehículos militares en la frontera con la Franja de Gaza. | E

Un intento de "influencia tardía"

"Tras siete meses y más de 35.000 palestinos muertos, 15.000 de ellos niños, en su mayoría asesinados por armas estadounidenses, esta suspensión es digna de mención, pero no es un motivo para celebrar nada", murmura Paul. "Hemos visto, como el Informe del Grupo de Trabajo Independiente que copresidí expuso con detalle, que Israel ha ejecutado una campaña de destrucción sistemática llevada a cabo con deliberado desprecio del derecho internacional. Hoy las bombas siguen lloviendo sobre las tiendas de campaña de Rafah, mientras se extiende la hambruna en el norte de la Franja".

Sin atisbo aún de que las negociaciones para una tregua lleguen a buen puerto, Paul se muestra partidario de que Washington trate de recuperar el tiempo perdido introduciendo nuevas limitaciones al ejército israelí y su campaña en Gaza. "Más que la pausa puntual de un envío como medio de ejercer una influencia momentánea y tardía, esto tiene que ser el comienzo de un cambio radical en la política estadounidense hacia la provisión de ayuda de seguridad a Israel. Debemos hacer cumplir nuestras propias leyes sobre exportación de armas y concesión de ayuda militar. Y debemos preguntarnos si nuestra ayuda militar letal a Israel aporta seguridad o desincentiva el verdadero camino hacia la paz".

Desplazados palestinos abandonan Rafah. | EFE

Debemos preguntarnos si nuestra ayuda militar letal a Israel aporta seguridad o desincentiva el camino hacia la paz

"Puede que sea demasiado tarde para que un cambio de política de este tipo deshaga el daño causado", dice con evidente amargura quien durante años litigó con el envío de armas a países como el propio Israel o Egipto, en medio de la preocupación por sus violaciones de los derechos humanos. "Como escribí a mis colegas el 8 de octubre, 'lo que está ocurriendo ahora en Israel es una tragedia, no sólo por las vidas que se está cobrando, sino también por el futuro que está arrebatando a otra generación más'. Las acciones de Israel -y de Estados Unidos- en los últimos meses han provocado un sufrimiento más prolongado y profundo para todos los implicados y, me temo, han abortado las posibilidades de una paz verdadera y duradera en los años venideros", arguye Paul, que ha dedicado este lapso de tiempo a reunirse con políticos y activistas para tratar de detener el respaldo sin fisuras al Gobierno israelí.

"Un cambio real en la política estadounidense llegaría, por supuesto, demasiado tarde para muchos habitantes de Gaza. Pero si queremos ver un cambio real en la prestación de ayuda humanitaria a la población de Gaza, y si no queremos que los horrores de los últimos siete meses se repitan en Cisjordania y en Jerusalén Este, y si queremos ver alguna posibilidad real de un futuro justo y pacífico para la población de toda la región, ese cambio debe empezar ahora, y esta suspensión de las bombas no debe ser un acontecimiento solitario vinculado a una decisión táctica, sino el primer paso hacia una nueva política", concluye.

Un judío ultra ortodoxo camina entre tanques israelíes estacionados en la frontera con la Franja de Gaza. | EFE

Fin de una nueva ronda de negociaciones en El Cairo sin progresos

Las delegaciones de Hamás e Israel abandonaron El Cairo a última hora de este jueves tras dar por finalizadas dos días de unas conversaciones indirectas sin progresos que reseñar. "Algunos puntos controvertidos siguen sin resolverse", confirmaron fuentes conocedoras de las conversaciones. En el curso de estas dos jornadas, Hamás acusó a Tel Aviv de sabotear el enésimo encuentro con una operación militar que el martes tomó el control del puesto fronterizo de Rafah y que "tiene como objetivo bloquear los esfuerzos de los mediadores e intensificar la agresión y la guerra de exterminio". "Nosotros, el movimiento Hamás, afirmamos nuestro compromiso y adhesión a nuestra posición al aceptar el documento presentado por los mediadores", señaló el grupo a través de un comunicado.

La propuesta de tregua aceptada por Hamás contempla una pausa repartida tres fases, de 42 días cada una, que incluye el canje de rehenes por prisioneros palestinos en cárceles israelíes, la retirada israelí de Gaza, una "calma sostenible" en la Franja y el incremento de ayuda humanitaria a los civiles gazatíes.

La delegación israelí, por su parte, presentó a los mediadores de la tregua -Egipto, Qatar y Estados Unidos- sus reservas sobre la propuesta aceptada el lunes por Hamás. "Israel proseguirá con su operación en Rafah y otras partes de la Franja de Gaza según lo previsto", añadió el funcionario citado por la prensa israelí.