Hubo una ventana fugaz el pasado noviembre, con una tregua inicial de cuatro días que se prolongó hasta la semana. En virtud de aquel alto el fuego, Hamás liberó a 105 rehenes a cambio de 240 presos palestinos en cárceles israelíes. Desde entonces los meses han pasado sin resultados mientras la cifra de víctimas mortales ascendía sin compasión. Hasta cinco meses han transcurrido y tampoco ahora, que el balance se acerca a los 35.000 asesinados y la estimación de otros 10.000 cadáveres bajos los escombros, el cese de las hostilidades termina de llegar.

A última hora del lunes los gazatíes celebraron en las calles un acuerdo de tregua que parecía al alcance de la mano tras la luz verde de la dirigencia de Hamás a la última propuesta pergeñada con la mediación de Qatar y Egipto, los países que con asistencia de Estados Unidos han tratado de arrancar a las partes un compromiso que silenciara el horror. Cuando el júbilo tomó las arterias de la Franja, no se conocían los detalles de lo aceptado pero para la población que ha sobrevivido a siete meses de intensos e indiscriminados ataques aéreos, el desplazamiento forzoso, la destrucción, el hambre y la muerte, era motivo suficiente de celebración. Un alivio, al final de cuentas, por impreciso y leve que resultara.

Las delegaciones de Hamás e Israel volvieron este martes a El Cairo para continuar unas interminables negociaciones, amenazadas ahora por el inicio de la operación terrestre israelí en Rafah, con los primeros tanques tomando el control a primera hora del martes del paso fronterizo, la única conexión de la Franja con el exterior que permanecía hasta ahora en manos de Hamás. Una serie de obstáculos alejan el escenario de un acuerdo y abonan la continuación de la contienda militar.

La duración de la tregua

"La cuestión central de las conversaciones sigue siendo si Israel está dispuesto a aceptar una tregua o un alto el fuego sostenibles, o si sólo está dispuesto a una pausa temporal; éste ha sido el desacuerdo durante meses y Hamás no ve ningún valor en una pausa seguida de más muerte y devastación", explica a El Independiente Daniel Levy, ex negociador israelí y actual presidente del US/Middle East Project, un instituto de análisis político centrado en el conflicto palestino-israelí.

Israel solo acepta una tregua temporal y Hamás insiste en una permanente

"El principal obstáculo es que Israel sólo aceptará un alto el fuego temporal, y Hamás insiste en uno permanente o en uno temporal que se garantice que se convertirá en permanente. Este ha sido el principal punto de disputa desde el principio", recalca en conversación con este diario Joost Hiltermann, director del programa de Oriente Próximo y Norte de África del International Crisis Group.

El papel de la administración Biden

Una parte de la responsabilidad que explica la dificultad para lograr que las partes en liza sellen el fin de la guerra está lejos de la Franja, en la política de Joe Biden. Tras el ataque de Hamás el 7 de octubre, el demócrata respaldó sin fisuras a Israel y sus represalias en forma de castigo colectivo en Gaza. Tardó meses en pronunciar el término "alto el fuego" y aún hoy proporciona transferencias millonarias de armamento. En plena cuenta atrás para las presidenciales, Biden ha tratado de enmendar la estrategia. En un intento de reconducir unas negociaciones estancadas, el jefe de la CIA William Burns llegó el domingo a Doha, mediador clave que alberga la oficina política de Hamás.

Hamás e Israel están poniendo a prueba a EE.UU.

"En este momento, Hamás e Israel no se están poniendo a prueba mutuamente, sino que están poniendo a prueba a la administración estadounidense para ver si, por un lado, Estados Unidos se toma en serio una tregua duradera, o si, por parte israelí, pueden salirse con la suya continuando la guerra y la operación de Rafah", estima Levy. Durante meses, países árabes como Qatar y Jordania han asistido consternados al papel de Washington. En privado, sus líderes han reconocido lo obvio: el único capaz de ejercer presión sobre Tel Aviv había renunciado a cumplir su parte. Por mucha mediación, si EE.UU. no hacía su parte, era imposible el acuerdo. "Netanyahu todavía no está dispuesto a aceptar un alto el fuego sostenible, ni se siente suficientemente presionado para hacerlo, ni interna ni externamente, y sobre todo, si la administración Biden se apoya más en él". Este miércoles Washington reconoció haber suspendido el envío de un cargamento de bombas con el temor de que pudiera emplear en una ofensiva a gran escala en la Franja.

La supervivencia de Netanyahu

Para algunos de los consultados, el principal problema tiene nombre y apellido: Benjamin Netanyahu. Contra pronóstico el primer ministro de Israel ha logrado sobrevivir hasta ahora al mayor fiasco de los 76 años de historia del Estado judío: su jornada más mortífera. Netanyahu, sobre el que además pesan varios procesos judiciales previos que podrían costarle el puesto, ha conseguido sellar su supervivencia al embarcar al país en una guerra con el objetivo incierto de erradicar a la organización islamista palestina.

La guerra en Gaza se ha convertido en el salvavidas de Netanyahu, líder de un Gabinete en el que el sector más ultraderechista exige mano dura y romperá con él si no mantiene la estrategia bélica. Siete meses después del inicio, ni siquiera hay consenso interno sobre la estrategia del día después a la contienda. "El gobierno israelí está en un aprieto: la cuestión de los rehenes es importante para un gran número de israelíes (y para el gobierno estadounidense), pero si Netanyahu transige en su objetivo de destruir a Hamás, su gobierno se derrumba y va a la cárcel acusado de tres cargos de corrupción", explica a este diario James Gelvin, profesor de Historia Moderna de Oriente Próximo de la Universidad de California.

Netanyahu carece de incentivos para el acuerdo a pesar incluso de la presión creciente de las familias de los rehenes

"Es mejor para los israelíes mantener las negociaciones para que un acuerdo no aleje a un grupo u otro. Ya hay indicios de que Netanyahu rechazará el acuerdo. Hamás lo sabe, y posiblemente por eso ha decidido aceptarlo. Si Netanyahu sabotea el acuerdo, se verá debilitado tanto en su país como ante sus patrocinadores estadounidenses. Si lo acepta, Hamás habrá dejado la puerta abierta a un alto el fuego permanente", agrega Gelvin.

Fuentes conocedoras de las negociaciones reconocen a este diario que Netanyahu se ha convertido en estos meses en un obstáculo para el acuerdo. Admiten en privado que ha resultado más fácil tratar con los representantes de las agencias de inteligencia israelíes que conforman la delegación enviada a Doha o El Cairo que con la oficina del premier. En la circunstancias actuales, Netanyahu carece de incentivos para el acuerdo a pesar incluso de la presión creciente de las familias de los rehenes. Según Israel, hay aún 128 rehenes en paradero desconocido, 34 de los cuales se dan por muertos.

Retirada de las tropas israelíes

El acuerdo aceptado por Hamás contempla tres fases, cada una de 42 días de duración. En la primera fase arrancaría una tregua, junto con una retirada de las tropas del corredor de Netzarim que Israel utiliza para dividir el norte y el sur de Gaza. Según Hamás, se liberarían 50 presos palestinos por cada mujer rehén en manos Hamás. En la segunda fase, Hamás liberaría a hombres rehenes por un número indeterminado de prisioneros palestinos. Durante la segunda implicaría la aprobación de un cese permanente de las operaciones militares y la retirada completa de las fuerzas israelíes de Gaza. Y la tercera incluye una cláusula que aprueba el fin del bloqueo de la Franja.

Tanto la retirada de las tropas israelíes de la Franja como la paz permanente son condiciones que la dirigencia israelí rechaza. Netanyahu declaró este martes que la propuesta aceptada por el grupo palestino, con varias fases de liberación de rehenes y presos hasta una "calma sostenible", está lejos de cumplir con los requisitos de Israel. A su juicio, Hamás "buscaba torpedear la entrada" de sus fuerzas en el cruce fronterizo de Rafah. "Esto no ha ocurrido", se jactó. Por su parte, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, aseguró que la operación en Rafah no se detendrá hasta que haya eliminado completamente a Hamás en la zona.

Los israelíes tampoco quieren abandonar la Franja de Gaza, que es un punto importante que no sólo Hamás, sino el pueblo palestino, no aceptará

"Según los informes, Estados Unidos dijo a Hamás que éste iba a ser el mejor trato que podían conseguir. Cuando Hamás aceptó el acuerdo, Israel se echó atrás. Así que para mí está claro que Israel no está interesado en un acuerdo de alto el fuego", apunta Muhannad Ayyash, profesor de Sociología de la universidad canadiense de Mount Royal.

"Quieren que la operación genocida continúe hasta destruir toda Gaza. Los israelíes tampoco quieren abandonar la Franja de Gaza, que es un punto importante que no sólo Hamás, sino el pueblo palestino, no aceptará, y no se debe esperar que lo haga. Israel quiere convertirse en una presencia militar permanente en la Franja, dividiéndola en trozos desconectados. Esto forma parte del deseo de Israel de anexionarse partes de la Franja, hacer la vida imposible a los palestinos y, finalmente, expulsarlos del territorio. Mientras Israel siga comprometido con la idea del 'Gran Israel', nunca veremos un alto el fuego verdaderamente permanente", agrega.

Factores externos

Además de las garantías de cumplimiento del acuerdo -Hamás insiste en tener el compromiso de Washington de que se aceptará lo pactado si finalmente Tel Aviv concede su plácet, existen otros factores externos. Según Levy, entre otras consideraciones, hay que tener en cuenta "lo que ocurra en los otros frentes con Hizbulá y también las provocaciones en curso en Cisjordania", donde algunos observadores no descartan el estallido de una nueva intifada.