Francia sigue los pasos de España en su recuperación de lazos con Marruecos y extiende la alfombra roja al poderoso jefe del aparato policial y el espionaje del régimen alauí, Abdellatif Hammouchi, artífice además del espionaje con Pegasus. El alto cargo marroquí, rostro de la represión al otro lado del Estrecho, acaba de recibir la Medalla de Honor de la Policía Nacional gala.
Hammouchi fue agasajado el pasado mayo en Madrid por la Policía Nacional española. Fue uno de los principales invitados extranjeros de los actos del bicentenario de la Policía Nacional española y logró incluso hacerse una fotografía conversando con el rey Felipe VI. En su visita a Madrid Hammouchi estuvo acompañado por un séquito de altos cargos de la Dirección General de Seguridad Nacional (DGSN) y la Dirección General de Vigilancia del Territorio (DGST).
Ahora es el turno de Francia, en pleno deshielo de las relaciones que provocaron el espionaje con Pegasus a Emmanuel Macron y buena parte de Gobierno. El director general de la Seguridad Nacional de Marruecos ha sido considerado con la Medalla de Honor de la Policía Nacional de Francia como premio por "su excepcional labor en el ámbito de la seguridad".
La concesión fue anunciada el pasado junio por un decreto del ministerio de Interior francés pero ha sido recogida ahora por el Boletín Oficial galo. La medalla en su grado más alto -el de oro- y a "título excepcional" es la supuesta recompensa a la cooperación bilateral en la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado. "Esta medalla, en particular, simboliza la solidez de las relaciones entre Marruecos y Francia en el ámbito de la seguridad y la defensa, y refuerza el papel central de Marruecos en la lucha global contra las amenazas comunes", subraya la prensa oficialista marroquí.
El artífice del espionaje con Pegasus
El agraciado por la condecoración es considerado el artífice del espionaje masivo marroquí con Pegasus, tanto dentro como fuera de las fronteras de Marruecos, y a un amplio número de víctimas, desde intelectuales y periodistas hasta altos mandatarios extranjeros de, entre otros países, Francia, España o Argelia. La medalla tiene como contexto el nuevo impulso a las relaciones entre Francia y Marruecos tras la carta remitida a finales de julio por Macron en la que reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, la ex provincia española pendiente de descolonización.
Hammouchi es el principal y temido rostro de los servicios secretos de Marruecos, la bestia negra de intelectuales, periodistas o defensores de derechos humanos perseguidos por ejercitar la libertad de expresión en un país que no tolera la más leve disidencia. “Hammouchi me ha encarcelado a mi hijo sobre la base estúpida de que ha fabricado mascarillas para venderlas en una clínica. Hemos traído la prueba de que la clínica no existe. Decían que mi hijo había fabricado mascarilla en una empresa y la empresa dice que nunca vio a mi hijo. Y, sin embargo, está en la cárcel por tres años y medio. Y eso es muy difícil de aguantar. Segundo, a mí un día me chantajeó con un vídeo en el cual dice que yo estoy desnudo y lo que se ve es mi espalda”, declaró a este diario Mohamed Ziane, un ex ministro marroquí de 83 años que desde 2022 cumple condena en una cárcel marroquí por instar a Mohamed VI a abdicar y denunciar la corrupción en la élite del país.
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Cuando Macron y Sánchez condecoran a un torturador reconocido, a un responsable de haber causado inmenso dolor a miles de familias, a quien conoce sus vergüenzas y miserias a través del Programa Pegasus, ¿qué ponen de manifiesto? Pues que son capaces de olvidarse de cualquier sentido de la ética o de la justicia con tal de tener contento a quien podría situarlos -con autorización del sátrapa- al pie de los caballos de la opinión pública nacional e internacional.
Unidos en el daño a la causa saharaui, Sánchez y Macron comparten miseria humana.
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¿Así deben actuar las democracias europeas implantadas?
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Pon un Hermann Göring al frente de la policía de tu país…y triunfarás. Y si no que se lo pregunten a Mohamed VI.