En apenas dos semanas Hizbulá ha quedado noqueado. Todo lo que la organización chií libanesa, con el apoyo de Irán, había construido durante las tres últimas décadas está ahora tocado e incluso hundido, comenzando por el hombre que urdió la estrategia y fue su máximo líder Hasan Nasralá. El principal rostro del Eje de la Resistencia que la República de los Ayatolás tejió en Oriente Próximo pereció la tarde del viernes tras años esquivando la cacería israelí. Sin su guía, la organización se enfrenta ahora al reto de la supervivencia y a un objetivo mucho más inmediato: localizar el topo o topos y sellar las fallas de seguridad que llevaron a la colocación de trampas explosivas en sus sistemas de comunicación y más tarde al asesinato de su líder.
“Tan significativo como la muerte de Nasralá es el hecho de que tantos altos dirigentes militares de Hizbulá también hayan sido asesinados en los últimos meses, pero especialmente en las últimas dos semanas, lo que significa que el grupo ha perdido décadas de experiencia en su liderazgo”, reconoce a El Independiente David Wood, analista senior de Crisis Group en el Líbano. “También resulta muy significativo que estas comunicaciones, artefactos y ataques hayan herido a muchos miembros de Hizbulá, y también, por supuesto, que los bombardeos generalizados de Israel en el Líbano, especialmente esta semana, hayan matado, herido y desplazado a muchos partidarios del partido, pues Israel se ha centrado en las comunidades alineadas con el partido”, agrega.
Momento crítico
El movimiento, establecido en 1982, encara un momento crítico, hostigado por las bombas que siguieron cayendo este domingo sobre la geografía libanesa segando al menos 82 vidas y provocando el éxodo de cientos de miles de libaneses. Hace un año Hizbulá mostró su solidaridad con el inicio de la operación militar contra Hamás en la Franja de Gaza sumándose desde el frente norte. Desde entonces en el fuego cruzado con el ejército israelí han muerto decenas de combatientes y comandantes. El golpe ha sido especialmente duro de digerir en las últimas dos semanas: La detonación de trampas explosivas colocadas en miles de buscapersonas y cientos de radios de Hizbulá -que señala al Mosad pero que Israel no ha reivindicado oficialmente- ha diezmado la cúpula militar. La mitad del consejo de liderazgo de la organización ha sido eliminado rápidamente. Con Nasralá incluido, Tel Aviv asegura haber liquidado a ocho de los nueve comandantes militares de mayor rango de Hizbulá. Se calcula, además, que unos 1.500 combatientes han quedado mutilados por la explosión de localizadores y walkie talkies a mediados de septiembre.
Demuestra la voluntad de Israel, apoyado por Estados Unidos y algunos países occidentales, de literalmente poner patas arriba el statu quo en Oriente Medio
“El asesinato de Nasralá y de la cúpula militar y política de Hizbulá por Israel es un tsunami político y militar con implicaciones de largo alcance para Hizbulá, para el papel de Irán en la región y para todo Oriente Próximo”, admite en conversación con este diario Kawa Hassan, experto en Oriente Próximo y norte de África del centro de análisis Stimson. “Israel ha demostrado, una vez más, su inteligencia y superioridad y ha enviado a Irán el mensaje de que está dispuesto a acelerar su campaña contra Irán y sus socios y apoderados hasta niveles a los que Irán no imaginaba que llegaría. Esto demuestra la voluntad de Israel, apoyado por Estados Unidos y algunos países occidentales, de literalmente poner patas arriba el statu quo en Oriente Medio, tal y como lo hemos conocido durante las últimas dos o tres décadas”, agrega. Desde Washington Joe Biden tildó el sábado el asesinato de “medida de justicia” para sus víctimas y volvió a indicar que Estados Unidos apoyaba plenamente el derecho de Israel a defenderse de los grupos respaldados por Irán.
Hashem Safi al Din, el sucesor
A ese órdago Hizbulá debe responder llevando a cabo un urgente análisis de daños, en medio de las embestidas de Israel. “Su asesinato es un momento muy significativo para Hizbulá porque ha sido el líder de la organización durante 32 años, y era una persona muy singular. Tenía mucho carisma y los seguidores de Hizbulá lo consideraban un líder fuerte en quien confiaban”, reconoce Wood. A última hora de este domingo el jefe del Consejo Ejecutivo de Hizbulá, el clérigo Hashem Safi al Din, fue elegido el secretario general del movimiento político y armado de la organización, informó el medio árabe Al Arabiya. Por delante tiene la tarea de llenar el vacío dejado por su primo materno Nasralá.
Superado el trance de la sucesión, una de las misiones más urgentes es taponar las graves fallas de seguridad que llevaron a la cadena de desgracias en el seno de la organización. “Ciertamente Hizbulá está revisando sus procedimientos de inteligencia y tratando de garantizar que puede comunicarse con más seguridad en el futuro”, apunta este analista.
Fuentes de la organización libanesa citadas por Reuters subrayan que Nasralá había extremado su seguridad hasta extremos dramáticos. Se sabía vigilado de cerca y su último discurso televisado había sido pregrabado. Eso explica que no se escuchara el sonido de la aviación israelí que sobrevoló Beirut a baja altitud y rompió la barrera del sonido mientras se retransmitía su alocución. Nasralá había eliminado las apariciones públicas desde la anterior guerra de 2006. Llevaba tiempo bajo el radar, sus movimientos estaban restringidos y el círculo de personas con el que se reunía era muy reducido. El asesinato, precedido por los ataques a otros altos cargos de la organización, sugiere que informadores a sueldo de Israel habían penetrado en la cúspide del movimiento y avisado de la celebración de una reunión de la cúpula en el subsuelo de un edificio en el barrio de Dahiye, el bastión de Hizbulá en el sur de Beirut. El bombardeo golpeó el objetivo en cuestión de segundos y mató también a un subcomandante de la Guardia Revolucionaria iraní, Abbas Nilforoushan.
La misión ahora es localizar a quienes han cooperado con el enemigo y revisar sus sistemas de comunicación. El golpe asestado es mayúsculo. “Hizbulá, como organización, se enorgullece de no ser un grupo que gira en torno a una sola persona. No creo que esto signifique el fin para Hizbulá. El grupo ha disparado cohetes contra el norte de Israel y tiene planes de sucesión para reemplazar a todos estos comandantes, incluido Nasralá”, sugiere Wood. Para el también analista Andreas Krieg, profesor titular de la Escuela de Estudios de Seguridad del King's College de Londres, “es muy pronto para saber cuál va a ser el impacto real”. “Lo primero que hay que recordar, sin embargo, es que Hizbulá es principalmente una red, no una jerarquía, lo que significa que está estructurada horizontalmente en lugar de verticalmente. Y sólo en la parte superior hay cierta integración vertical y ahí es donde Israel ha golpeado”.
Es una organización extremadamente resistente. Los acontecimientos de los últimos nueve días no han mermado su capacidad de respuesta
“Pero -arguye- una red está construida de tal manera que incluso si se elimina un nodo, la red en sí misma no se derrumba porque las conexiones existen horizontalmente más que verticalmente. Y lo mismo ocurre con Hizbulá. Así que es una organización extremadamente resistente en ese sentido. Los acontecimientos de los últimos nueve días no han mermado necesariamente su capacidad de respuesta, reacción y ataque. Como hemos visto en los dos últimos días, a pesar de todo esto, siguen siendo capaces de disparar cohetes y misiles”.
Profundamente tocado por el millar de objetivos ejecutados por Israel en apenas una semana, Hizbulá tiene que hacer ahora un inventario de pérdidas antes de diseñar hoja de ruta. “Hizbulá se enfrenta probablemente a una cuestión existencial sobre su papel en el Líbano. No está muerto y no morirá, pero ha sido humillado, debilitado y severamente derrotado”, esboza Hassan. “Y puesto que son el grupo político y militar más poderoso del Líbano, harán todo lo posible por conservar esa posición. Pero reestructurar Hizbulá tras el asesinato de Nasralá será una ardua batalla y no será el Hizbulá que hemos conocido durante los últimos 30 años”, pronostica. Como fortaleza, el movimiento sigue contando con decenas de miles de miembros, un arsenal de 150.000 cohetes, misiles y drones y un suministro de armas desde Irán vía aérea o terrestre por Siria que se mantiene a pesar de los ataques y las misiones de inteligencia israelíes.
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