En el 75 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, en enero de 2020, coincidieron el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente ruso, Vladimir Putin, en Jerusalén, en el Foro Mundial del Holocausto. Exhibieron su sintonía, en un acto al que no fue el presidente polaco, Andrzej Duda, porque no le iban a dar la palabra, mientras Putin sí que habló, a pesar de que Polonia sufrió como ninguna otra nación el Holocausto. De hecho, el renombrado campo nazi se ubicaba en Polonia. Netanyahu y Putin se mantienen en el poder, y sus países libran guerras que han acabado cambiando la entente cordial que mantenían.
Israel hizo equilibrios durante mucho tiempo para seguir manteniendo relaciones con Rusia y con Ucrania después de la invasión rusa de su país vecino el 24 de febrero de 2024. Aunque Israel ha participado en el grupo multinacional liderado por Estados Unidos para enviar suministros a Ucrania, el Gobierno israelí se ha mostrado reacio a proporcionar abiertamente armas a Kiev.
Israel se ofreció a ayudar a desarrollar un sistema de defensa aérea. Kiev soñaba con emular la Cúpula de Hierro israelí. Gracias a este sistema de defensa antiaérea, el ataque de Irán del martes pasado se quedó en fuegos de artificio. Hubo que lamentar una víctima mortal, un gazatí, al que cayó el resto de un misil interceptado en Cisjordania.
Hubo condena israelí a la invasión rusa de Ucrania, pero no se aplicaron sanciones contra Moscú. El gobierno de Netanyahu obraba con pies de plomo con el Kremlin por la relevancia de los israelíes de origen ruso, que son ahora el 30% de la población, y la posición de poder que tiene Rusia en Siria. Moscú miraba a otro lado cuando Israel atacaba posiciones de grupos afines a Irán en Siria.
A su vez hay cierto paralelismo entre Putin y Netanyahu, si bien Rusia es una autocracia mientras Israel es un Estado democrático. Según escribe el economista israelí Eran Yashiv en un artículo en Haaretz, "Netanyahu está conduciendo a Israel por una pendiente similar a la que Putin lleva a Rusia". Netanyahu y Putin coinciden, según Yashiv, en que tienen "una visión para su nación" y en que ambos "luchan por el poder absoluto".
La ambigüedad sostenida de Israel
Ucrania veía con frustración esta ambigüedad de Israel. Sin embargo, los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023 fueron vitales para que fuera gestándose un giro en las alianzas. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, de origen judío aunque no milita como tal, defendió desde un principio el derecho de Israel a defenderse y a responder militarmente contra Hamás.
"A veces pensamos en cómo resistir o en cómo detener la guerra, cómo conseguir el diálogo con Irán o con Rusia, pero pienso que tenemos que hacer lo contrario... no tenemos que dar ni siquiera la posibilidad al agresor de pensar en una tercera guerra mundial, en una nueva ola de agresiones, en una nueva tragedia", dijo Zelenski en un discurso en la sede de la OTAN cuatro días después del 7O. A su vez, Ucrania insistía ante las autoridades israelíes en que detrás de Hamás estaba Irán, y también su aliada, Rusia.
Ucrania ha sufrido los ataques de los drones iraníes Shahed 136 que han logrado los rusos. A su vez, son los mismos que ha utilizado Irán en su reciente ataque a Israel, después de que los israelíes eliminaran el viernes 27 de septiembre al líder de Hizbulá, Hasan Nasralá, en uno de los cuarteles generales de la milicia chií en Beirut.
Varios miembros del gobierno ucraniano insistieron en ese mensaje de asociar a Rusia con Hamás con la mirada puesta en Israel. Rusia a su vez condenó reiteradamente los bombardeos de Gaza. Según un estudio realizado por Le Grand Continent, los países que más apoyo han mostrado a Israel de la órbita conocida como Occidente (encabezados por Estados Unidos), son los que respaldan a Ucrania, incluidos los 40 que han impuesto sanciones a Rusia. Son democracias unidas en alianzas como la OTAN o la UE.
Turquía, que forma parte de la OTAN, no respalda las sanciones a Rusia y tampoco se decanta por Israel en su pugna en Oriente Próximo. A Ucrania le cuesta conseguir apoyos del Sur Global, que sigue en la equidistancia ya que algunos sacan rédito y otros por antiamericanismo, como sucede en América Latina.
Las violaciones de derechos humanos cometidas en este año por Israel en Gaza, y ahora la invasión del Líbano, tampoco ayudan, ya que muchos acusan a Occidente de doble rasero: a Rusia le exigen cumplir la ley internacional, pero con Israel miran a otro lado.
Como señala Mariano Aguirre, investigador asociado en Chatham House, "la principal tensión en el mundo multipolar actual es entre China y EEUU, la otra EEUU-Rusia, también hay cooperación y tensiones comerciales y tecnológicas entre EEUU y la UE. En otro nivel potencias emergentes que tienen alianzas en los BRICS o en torno al concepto de Sur Global pero compiten por hegemonías regionales (India-China e India-Pakistan) o cuestiones fronterizas China-India. Tampoco hay ideologías en torno a las cuales hay fidelidades y lealtades como en la Guerra Fría. Esto lleva a que los alineamiento sean pragmáticos: o sea, los países con capacidad de liderar o ser hegemónicos logran la adhesión de otros menos fuertes en relación a las inversiones que les ofrecen, lo que les compran, la protección que le ofrecen".
En las últimas semanas la guerra que libra Israel ha trasladado su foco al norte. El gobierno de Netanyahu ha decidido enfrentarse abiertamente con Hizbulá, la milicia chií que se solidarizó con Hamás y que ha estado lanzando cohetes contra Israel desde el 8 de octubre. Lo hacía antes pero ha intensificado sus ataques. Tras considerar que los principales objetivos en Gaza se habían logrado, las Fuerzas de Defensa de Israel han apuntado a Hizbulá.
Primero noquearon a Hizbulá al hacer estallar sus dispositivos de comunicación, sus buscas y luego sus walkie talkies. Perdieron la vida al menos 37 personas y unas 3.000 resultaron heridas. El paso siguiente sería el bombardeo constante y la eliminación sistemática de sus dirigentes hasta llegar a su líder, Hasan Nasralá. A la par las tropas israelíes han entrado en el sur del Líbano. En estas operaciones han muerto más de mil personas. En Gaza ya rozan los 42.000 muertos en un año de guerra.
Los ejes en Ucrania y en Oriente Próximo
Y es ahora cuando más claramente ha quedado claro cómo Rusia se ha puesto del lado de Irán, el patrocinador de Hizbulá y de Hamás, y el verdadero objetivo de Israel. Rusia ha pedido a Israel que retirara sus tropas del Líbano y responsabilizó a las autoridades israelíes de conducir a una escalada en la región tras el asesinato de varios líderes de Hizbulá.
"Irán y Rusia coordinan cada vez más sus acciones. Para ello, Moscú ha dado la espalda a Israel e Israel comparte cada vez más tecnología militar con Ucrania. Sin el apoyo de China, Rusia no habría sobrevivido a la guerra y obtiene mucha munición de Corea del Norte. Así que se ha formado un bloque autoritario ruso-chino-iraní-norcoreano. Y la guerra en Oriente Próximo y en Ucrania se están convirtiendo en parte del mismo choque global de dictaduras y democracias", explicaba esta semana Kurt Volker, ex enviado de Trump para Ucrania en el Warsaw Security Forum.
Moscú ha utilizado con éxito equipos y tecnología iraníes en Ucrania. Como escribe Nikita Smagin en Carnegie Politika, "los generales rusos han pasado de ser los instructores de sus homólogos iraníes a ser sus alumnos. Como consecuencia, Moscú ha estado estudiando la posibilidad de vender equipos militares modernos a Teherán, y los acontecimientos en Oriente Próximo hacen que Irán esté cada vez más interesado en lo que Rusia puede ofrecerle".
A Irán le interesa mejorar sus posibilidades en el aire, ya que Israel tiene la fuerza aérea más poderosa de la región. A ello se suma que cuenta con el apoyo de Estados Unidos. Moscú va a suministrar a Teherán cazas Su-35, helicópteros de ataque Mi-28 y aviones de entrenamiento Yak-130. Los pilotos iraníes ya están practicando con los Yak-130.
De momento, Rusia está limitada por la guerra en Ucrania, pero hay una alianza militar de facto con Irán. Y eso para Israel es tan grave que ha comenzado a atacar cerca de la base aérea rusa Hmeimim en Siria. Moscú se está planteando suministrar armas a los grupos terroristas en Oriente Próximo que pudieran atacar intereses de EEUU. La lógica es que si EEUU da luz verde para que Ucrania golpee a Rusia en su territorio, también puede suministrar armas a quienes actúen contra las fuerzas estadounidenses en esa región. De hecho, hay fuentes que apuntan que los israelíes han encontrado armamento ruso en posesión de Hizbulá.
Caos sí, guerra no
La lógica de Rusia es aprovecharse de la situación de caos en Oriente Próximo. "Los estadounidenses están ahora distraídos con la guerra en Ucrania: y ahora, con los últimos acontecimientos en el Líbano, necesitan dedicar mucho tiempo a resolver la situación en Oriente Próximo. Pero al mismo tiempo, al Kremlin no le gustaría ver [otra] gran guerra", apunta en Al Jazeera Ruslan Suleymanov, experto en Rusia en Oriente Próximo.
Alexander Libman, profesor de política rusa y de Europa del Este en la Universidad Libre de Berlín, mantiene que Rusia intentará utilizar la situación para «reforzar su influencia», muy probablemente para posicionarse como intermediario imparcial.
En parte, Rusia se beneficia de que el foco cambie hacia Oriente Próximo desde Ucrania. Está moviendo fichas en la región. Según la Fundación Jamestown, un think tank sobre política de defensa, Rusia también está intentando formar una coalición o bloque con Irán, Irak y Siria, actuando como intermediario en el conflicto palestino-israelí. Su pulso con Estados Unidos también se libra en este escenario.
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