Pedro Sánchez ha puesto a prueba su resiliencia en España por el escándalo de corrupción que ha dado en la línea de flotación a su partido, el PSOE. Sus equilibrios para mantener la coalición que lidera han terminado afectando a su liderazgo dentro y fuera de España. El líder socialista fue durante años una estrella emergente en la Unión Europa. Su europeísmo, su dominio del inglés, y su buena planta, junto con un contexto internacional más en consonancia con su ideología, le impulsaron. Entonces presumía de su cercanía al presidente francés, Emmanuel Macron, o al canciller alemán, Olaf Scholz. Ahora en Berlín y París tienen más en cuenta a la italiana Giorgia Meloni, al polaco Donald Tusk, o incluso al británico Starmer.
Llama la atención la distancia con el actual canciller alemán, Friedrich Merz, quien ha adquirido protagonismo desde su llegada al poder en mayo pasado. Merz, al contrario de Sánchez, ha apostado claramente por impulsar la defensa y la seguridad, cuestiones clave para la Unión Europea y la OTAN.
En su primer viaje como canciller Merz viajó a París y a Varsovia. Alemania no quiere liderar sola pero está dispuesta a asumir su responsabilidad. Merz se ha visto ya con Donald Trump en la Casa Blanca, a quien ha explicado con detalle la relevancia de seguir apoyando a Ucrania.
Momento estratégico para la UE
"Es un momento estratégico para la UE. Es un momento para estar ahí en defensa, y en el cambio de liderazgos. Hay amenaza de China, de Rusia, y hay que lidiar con Trump. España tendría que ser más fuerte que nunca por ser la cabeza de Latinoamérica. España está muy despistada y hay una posición muy cuestionable sobre las dictaduras de Latinoamérica", explica Beatriz Becerra, ex eurodiputada y vicepresidenta de España Mejor.
Para Becerra, la imagen de Sánchez se ha erosionado fuertemente por su posición ambigua sobre el gasto en defensa. El presidente del Gobierno español convirtió a España en el "villano" de la OTAN, en palabras de Politico, al expresar públicamente su rechazo a elevar al 5% el gasto en defensa (3,5% en pura defensa y 1,5% en infraestructuras o ciberseguridad) como acordó la OTAN en La Haya. Sánchez dijo que España cumpliría con las capacidades asignadas con el 2,1%. Sin embargo, como subrayó la italiana Giorgia Meloni “España firmó lo mismo que Italia”.
"En un momento en el que la UE busca reforzar su autonomía estratégica y aumentar la inversión militar frente a la amenaza rusa, España sigue siendo de los países que menos porcentaje de su PIB destina a defensa. Aunque ha habido un aumento presupuestario progresivo, la reticencia discursiva de Sánchez contrasta con la actitud proactiva de países como Polonia, Francia o Alemania. Esta postura genera dudas sobre su compromiso con los consensos europeos en política de seguridad", subraya Beatriz Becerra.
Su actitud en la cumbre de La Haya dejó desbaratada la estrategia de los aliados, encabezados por el secretario general, el holandés Mark Rutte, que querían contener a Donald Trump. En un momento crucial en Ucrania, cuando Putin ha emprendido una ofensiva brutal que está costando más bajas que nunca a su Ejército, es vital que EEUU mantenga la ayuda a Kiev y a la vez no ordene una salida de tropas de Europa. El flanco oriental quedaría desasistido.
Debilidad por satisfacer a sus socios
Los aliados saben que Sánchez actuó movido por sus problemas domésticos. Los casos de corrupción descubiertos en su entorno más próximo le han dejado muy débil frente a sus socios de coalición y sus apoyos en el Parlamento, contrarios al aumento del gasto en defensa. Para contentarles simuló un plante en defensa del estado del bienestar. Desde muchas latitudes se vio como una salida populista de un líder que critica sin descanso a los nacionalpopulistas.
"Lo que hizo Sánchez en la cumbre de la OTAN se vio en el exterior como una muestra de debilidad interna. Es cierto que no invitó a todos a seguir su ejemplo, como había hecho Zapatero en Irak, pero su imagen como líder europeo salió tocada. El mensaje sobre el estado del Bienestar o la diferente percepción de la amenaza rusa o gustó. No ver la amenaza rusa de igual forma se vio como insolidario con los países de Europa Central y Oriental. Habría sido mejor explicar que, por razones internas, ahora España no podía hacer más", indica José Ignacio Torreblanca, asesor senior en el ECFR.
"En una UE muy intergubernamental y con perspectivas financieras por delante puede haber consecuencias. Hay oportunidades de mercado en infraestructuras e industria de defensa que pueden verse afectadas por haber jugado mal las cartas en la OTAN. Habría que vender el gasto militar más como inversión que como gasto. Es dinero que va a la industria. Si se hace bien, se pueden plantear como un programa de reindustrialización muy repartido geográficamente”, añade el investigador.
Divorcio con Trump
El precio de la actitud de Sánchez fue significarse ante Donald Trump en un momento en que el presidente de Estados Unidos estaba decidiendo qué aranceles impone a la Unión Europa. Trump prometió que España lo pagaría más caro, pero la negociación es con toda la UE. Como señala Juan Luis Manfredi, catedrático de Relaciones Internacionales en la UCLM, "es una mala noticia que Trump nos ponga en el punto de mira. No es bueno estar en su radar cuando está pendiente de un asunto, en este caso los aranceles".
Con Trump las relaciones ya eran inexistentes: Sánchez, el más crítico con Israel en la UE, no forma parte del grupo de líderes europeos con quienes Trump habla por teléfono con frecuencia, como son Macron, Starmer y Meloni, y no tiene planes de visitar España. Joe Biden lo hizo en el marco de la cumbre de la OTAN en junio de 2022, pero no realizó ninguna visita de Estado.
No es la primera vez que Sánchez se deja llevar por compromisos derivados de sus hipotecas con los que apoyan su coalición, como la defensa de oficializar el catalán, el euskera y el gallego en las instituciones comunitarias. "Pese a que el Gobierno español puso toda la maquinaria diplomática a trabajar, el reciente portazo europeo a la oficialidad del catalán, por parte de los Estados miembros, ha evidenciado el desgaste de capital político de Sánchez en Bruselas. No se trata solo de una cuestión lingüística, sino de confianza: varios gobiernos temen que el presidente español actúe en clave interna, instrumentalizando sus relaciones europeas al servicio de su frágil mayoría parlamentaria", apunta Beatriz Becerra.
Disgustos en la UE
En los últimos días ha recibido una serie de malas noticias desde la Unión Europea, en un momento en el que está en minoría como líder socialista. Carlos Cuerpo, el ministro de Economía y candidato para el Eurogrupo, ha tenido que renunciar por falta de opciones frente al irlandés Paschal Donohe, que ha renovado en el cargo. Era difícil que Cuerpo lo lograra pero no ayuda que España, aunque presume de logros como haber superado el PIB per capita de Japón, como lo ha hecho Polonia, esté cada vez en una posición más irrelevante.
Más preocupante es el hecho de que la estrella del Gobierno de España en Bruselas, la vicepresidenta de la Comisión Europea Teresa Ribera, a cargo del Pacto Verde y de Competencia. El proyecto ecologista pierde empuje en la UE, acosado por los ultraconservadores, y Ribera, como retrataba recientemente Politico, está cada vez más sola. "Tanto sus aliados como sus detractores describieron a Ribera como una persona aislada, sin aliados políticos debido a las pérdidas sufridas entre sus compañeros socialdemócratas y que se enfrentaba a ataques tanto desde fuera como desde dentro de la Comisión. A pesar de ello, afirmaron, ha logrado una serie de victorias discretas", señala Politico.
Debido al empeño de los nacionalpopulistas, y las concesiones de los conservadores, unido a los ajustes que impone la crisis energética, Ribera parece una figura quijotesca luchando contra los molinos de viento.
A principios de esta semana se conocía que Bruselas había congelado parte del quinto pago de los fondos europeos a España por el incumplimiento de algunas reformas comprometidas por el Gobierno a cambio de recibir el dinero comunitario. Son algo más de 1.000 millones de euros del plan de recuperación y resiliencia bloqueados a la espera de que España ejecute cambios como la reforma fiscal del diésel o cumpla con la digitalización de entidades regionales y locales. A pesar de este bloqueo, España tendrá un plazo adicional y ya ha recibido 24.000 millones. Según Becerra, "la aplicación de los fondos Next Generation es un desastre".
Corrupción corrosiva
A ello se suman las críticas de la Comisión Europea a España por no haber empezado a trabajar en una estrategia nacional anticorrupción que conocimos el martes en el informe del Estado de derecho de 2025. En el informe, la UE recomienda a España incrementar los esfuerzos para "abordar los retos relacionados con la duración de las investigaciones y la fase de instrucción" para "aumentar la eficiencia en la gestión de los casos de corrupción de alto nivel".
El texto advierte del "alto riesgo de corrupción" en la contratación pública y en la financiación de partidos políticos, así como critica que no se hayan llevado a cabo remodelaciones clave, como la modificación de la legislación electoral o el refuerzo de las normas sobre conflictos de intereses en altos cargos.
También recomienda "continuar los esfuerzos para fortalecer el Estatuto del Fiscal General, en particular en lo que respecta a la separación de su mandato del relativo al Gobierno, teniendo en cuenta las normas europeas sobre independencia y autonomía de la Fiscalía".
En su comparecencia en el Congreso de los Diputados el miércoles, Pedro Sánchez anunció una batería de medidas para satisfacer a sus socios y tratar de convencer a la ciudadanía de que realmente ha tomado nota después de los casos en los que están implicados el ex secretario de Organización, Santos Cerdán, en la cárcel, y el ex ministro de Transportes, José Luis Ábalos. Los dos serían piezas clave de una trama que cobró comisiones a cambio de amañar contratos de obra pública.
Según Víctor Lapuente, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Gotemburgo, "el tema de la corrupción nos va a afectar a la reputación de país". Lapuente escribió en 2016 un ensayo titulado La corrupción en España. Un paseo por el lado oscuro de la democracia y el gobierno. "Las medidas que han anunciado son palos de ciego. Están hechas con precipitación. Tienen que abordar antes las causas para buscar el tratamiento. Muchas van a suponer una tortura mayor a los que trabajan con la administración. Son medidas para la galería", señala Lapuente.
"La solución pasa por despolitizar las administraciones y profesionalizarla. Una obra pública no la pueden decidir los que dependen del político. Lo que nos separa de otros países europeos es la profesionalización", añade el investigador.
La imagen de Sánchez en Europa está perdiendo peso. Ha dejado de ser un líder pujante. Está atribulado y encerrado en su laberinto de hipotecas internas para sobrevivir. Su afamada resistencia empieza a percibirse como empecinamiento.
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