En pocas horas Colombia vivirá uno de los momentos más trascendentales de su historia reciente. Después de más de cuatro años de negociaciones entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, se logra la firma del Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera. Un documento que recoge la esencia de los elementos que se necesitan para empezar a edificar un nuevo país, para que se logre la participación de todos los sectores y para que las nuevas generaciones vivan en un país más equitativo, más próspero y sobre todo, más seguro.

Fueron seis los acuerdos en los que trabajaron los integrantes del equipo negociador: el acuerdo de Desarrollo rural integral, el de Solución al problema de las drogas ilícitas, Participación Política, el de Implementación, verificación y refrendación, el de Víctimas y el del Fin del Conflicto.

Acuerdos pensados por y para los colombianos. Y quiero hace especial énfasis en el de las víctimas ya que este punto ha sido el eje del proceso, el corazón del mismo. Organizadas en diferentes grupos, las víctimas han estado presentes desde el principio, con su apoyo, sus aportes pero, sobre todo, como el mejor ejemplo de perdón y reconciliación.  Son ellas las que han estado siempre acompañando este proceso para que nadie en Colombia sufra lo mismo que ellas han sufrido. Más que venganza con sus victimarios, piden que la guerra pare y no se sigan perdiendo vidas.

Es importante conocer que durante estos 50 años de conflicto hemos tenido más de seis millones de desplazados y más de 220.000 muertos, por lo cual difícilmente encontraremos un compatriota que no haya sentido el conflicto de cerca. Y es para esos compatriotas y sus futuras generaciones, que el presidente Santos ha trabajado sin descanso por lograr un acuerdo que busque desaparecer a la guerrilla más antigua del continente. Un acuerdo que además estará blindado jurídicamente para que todo lo que se acuerde, se cumpla.

¡No es un acuerdo de paz con impunidad! En el acuerdo se establece una justicia transicional, usada ya en otros países y en el nuestro propio en procesos similares. Son un conjunto de medidas judiciales y políticas utilizadas como mecanismo de reparación por las violaciones masivas de derechos humanos. Entre ellas figuran las acciones penales, las comisiones de la verdad, los programas de reparación y diversas reformas institucionales.

Esta oportunidad no puede negarse a las siguientes generaciones que podrán vivir en un país sin conflicto armado

En cualquier proceso de paz es comprensible que existan temores e incertidumbres. Para Colombia es un gran cambio y es razonable que algunos no se crean que la paz es posible. La seguridad que hemos aprendido a tener al convivir con el conflicto no puede convertirse en un obstáculo para empezar un nuevo capítulo de la Historia. Esta nueva oportunidad no puede negarse a las siguientes generaciones de colombianos que podrán vivir en un país sin conflicto armado.

Por eso desde hace unas semanas, desde el Gobierno nos hemos dado a la tarea urgente de realizar una maratón pedagógica para trasladar a los colombianos la esencia del Acuerdo, porque una gran cantidad de ciudadanos no conoce la verdad de lo acordado o sus implicaciones y eso traspasa las fronteras y el desconocimiento deriva en ocasiones en falsas afirmaciones. El próximo 2 de octubre los colombianos decidirán si aprueban o no este acuerdo y es importante que acudan a las urnas bien informados.

Los costos de acordar la paz, para luego vivir en concordia, son considerables, pero no podemos tener dudas de que los beneficios serán aún mayores. ¡Las generaciones futuras nos lo agradecerán!

Mañana los ojos del mundo estarán puestos en Colombia, el apoyo de la comunidad internacional ha sido clave y agradezco en especial al Gobierno español su acompañamiento permanente en este proceso y por el compromiso con los proyectos del postconflicto. La unanimidad en el apoyo de los países amigos ha sido clave para que hoy esto sea posible.

Como dijo el presidente Santos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el pasado 21 de septiembre, Día Mundial de la Paz:  “… Señoras y señores,  tenemos motivos para la esperanza, pues HAY UNA GUERRA MENOS EN EL PLANETA!”


Alberto Furmanski Goldstein es embajador de Colombia en España.