La Fundación Amancio Ortega ha comprometido 320 millones de euros (50.000 millones de las antiguas pesetas) para la renovación de los equipos de diagnóstico y tratamiento del cáncer en los hospitales públicos españoles. Con esta donación se podrán adquirir más de 290 equipos de última generación.

De los 460.000 millones de los Presupuestos Generales del Estado, el gasto en sanidad supone 51.000 (14%). A oncología, de media corresponde un 8%, es decir 4.080 millones que se destinan al conjunto de las comunidades autónomas. Así, la cuantía de la donación de la Fundación representa tanto dinero como gastan Extremadura, Galicia y Valencia juntas en el tratamiento del cáncer.

Una asociación que se arroga la representación de los usuarios de la sanidad pública, azote de la sanidad privada y de todo aquello que considera contrario a la sanidad pública, se opone a esta donación. Lógicamente, está en su derecho de crítica, en coherencia con lo que ha hecho cada vez que el Gobierno ha querido implantar un nuevo modelo de atención fragmentada o externalizar la gestión de algún hospital público.

"Parece como si se prefiriese que ese dinero, que puede salvar miles de vidas, se rechace"

En cada ocasión, la asociación ha alertado de aviesas intenciones: “todo el mundo quiere privatizar”. Lo que provoca preguntas inevitables: ¿cuántos usuarios tiene esta asociación al corriente en el pago de cuotas? ¿recibe subvenciones de las distintas administraciones públicas? Parece como si se prefiriese que ese dinero; que puede salvar miles de vidas y ayudar a miles de científicos y médicos a aportar su esfuerzo en la lucha contra el cáncer; se rechace. Los autores “intelectuales” del desdén al mecenazgo no han hecho un buen cálculo, pues los usuarios devotos de la gloriosa sanidad pública, no están de acuerdo y han inflamado la red, con mensajes de reproche.

Entretanto, las respuestas son apremiantes ya que quienes denuncian la "penetración de la ideología neoliberal en la utilización de la tecnología médica"; se oponen a que esta aportación se haga. En esa línea, consideran que no se debe "recurrir, aceptar, ni agradecer la generosidad, altruismo o caridad de ninguna persona o entidad”; y rechazan, sin ambages, el donativo, pues “no se puede aceptar ningún gesto similar, menos aún de quien, siendo el mayor accionista de una de las mayores empresas y fortunas personales del Estado, tendría que demostrar no su filantropía sino su obligación de contribuir al erario público de forma proporcional a sus beneficios y en la misma proporción que el resto de los contribuyentes".

"El histórico vocero de los defensores de la sanidad pública duda de la intención del donante"

Por fortuna, una mayoría de usuarios de la sanidad pública sostiene que hay que conseguir que el gasto del Estado en sanidad al menos se mantenga, “y si viene alguien dando todavía algo más, bienvenido sea y agradecidos estamos ¿qué haría un paciente con cáncer que le citan para un TAC dentro de cuatro meses por falta de tecnología y excesiva demanda? Lógicamente, intentar tener esa exploración tan trascendental para su vida, lo antes posible, es decir pagando en una institución privada. Esta sería la consecuencia inmediata que tendría la apuesta de los negacionistas.

El histórico vocero de los defensores de la sanidad pública, duda de la intención del donante, con indisimulado propósito, "habría que preguntarse si estas empresas lo utilizan para lavar su imagen". Su sucesora continua la jugada, "parece poco serio, en un país desarrollado, que una persona rica financie la sanidad, nosotros preferimos que se paguen los impuestos y no vivir de limosnas». Y sentencia, con un aventurado juicio de intenciones: "Es para los equipos que él (Amancio) quiere".  Quizás, desconoce que, históricamente, en todos los países desarrollados "los limosneros" han donado a través de sus Fundaciones: Morgan, Rockefeller, Buffet, Hewlett, Bosch, Gates o Zuckerberg.

El equipamiento, destinado a mamografías digitales o aceleradores lineales avanzados, permite "realizar diagnósticos más precisos y proporcionar tratamientos más eficaces, menos agresivos y de menor duración". Avances tecnológicos que, de otra forma, hubieran llegado tarde o quizás nunca a la población española afecta de cáncer.

"En todos los países desarrollados 'los limosneros' han donado a través de sus Fundaciones: Morgan, Rockefeller, Buffet, Hewlett, Bosch, Gates o Zuckerberg"

El sistema sanitario tiene que dar respuesta a una demanda diferente: más envejecida, con más enfermedades crónicas y con expectativas ciudadanas diferentes. De acuerdo con Deusto Bussines School 2015, si no se encuentra solución a la sostenibilidad, los principios universales de nuestra sanidad estarán en peligro. Se calcula que, a no tardar, 50 euros de cada 100 del gasto público de las comunidades autónomas podrían destinarse a Sanidad, frente a los 35 actuales. Llevamos más de una década navegando entre dudas, que tienen que ver con las ineficiencias del sistema, personal mal pagado y pérdida de efectivos: 4.000 médicos y 7.000 enfermeros​/as se van cada año al extranjero.

Así que con este panorama por delante, la preocupación de los autoproclamados defensores de la Sanidad Pública se concentra en recriminar la generosidad de Ortega. De ahí que algunos cavilen con lo que consideran que debería ser la respuesta del benefactor: "retirar el ofrecimiento de la donación de 320 millones de euros y llevarse Inditex a cualquier otro país del mundo con todas las consecuencias, desde la pérdida de miles de puestos de trabajo en España, directos e indirectos, a la pérdida de ingresos por parte del estado, vía impuestos".

"Llevamos más de una década navegando entre dudas, que tienen que ver con las ineficiencias del sistema, personal mal pagado y pérdida de efectivos"

La Clínica Mayo, centro de asistencia e investigación, origen de los avances médicos de los que se beneficia la sociedad española y de todo el mundo, es una organización sin ánimo de lucro, considerada una de las mejores del mundo. Sus programas e instalaciones; la calidad de los cuidados al paciente; la investigación y la educación no habrían alcanzado esa excelencia sin el apoyo continuo de filántropos a los que se reconoce el poder transformador de sus donativos. Basta comprobar la tecnología, habitaciones, quirófanos que han sido donados, con profusión, a lo largo de sus 150 años de vida. Todo ello, por benefactores privados.

Algo parecido se ha hecho en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, de Santander, gracias a las aportaciones de la Fundación Botín. O en otro grado, en Andalucía, con las donaciones de la fundación Cajasur.

Nuestro país tiene planteados serios problemas pero los españoles siguen disfrutando de uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, por lo que no hay que poner limites al altruismo bienintencionado, en beneficio de la calidad de vida de la gente, máxime, como en este caso, de aquellos que sufren la odisea del cáncer.

La Clínica Mayo no duda de sus mecenas y les honra en el “Hall de los Filántropos”.