A medida que se van conociendo datos sobre los autores de la matanza de Barcelona y del intento de una nueva masacre en Cambrils, se confirma el papel clave, como ideólogo del comando, del imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty. Solamente uno de los implicados, al que la Policía considera como el autor material del atropello masivo, Younes Abouyaaqoud, acudía con frecuencia a la mezquita y era considerado por sus amigos como una persona religiosa.

A excepción de dos de los terroristas (Mohamed Houli Chemlal y Salh El Karib), el resto tenía, al menos, un miembro de su familia involucrado en el atentado: hay tres parejas de hermanos (Driss y Moussa Oukabir; Younes y Houssaine Abouyaaqoud, y Omar y Mohamedd Hichamy) y tres hermanos más (Auseff, Mohamed y Said Aalla). Todos tenían relaciones personales y la mayoría había estudiado en la misma escuela.

Formaban parte de familias de origen marroquí bien integradas en la localidad gerundense donde vivían, tenían trabajo o estaban estudiando e incluso algunos de ellos, como el pequeño de los Abouyaaqoud (Houssaine, de 19 años) o el pequeño de los Oukabir (Moussa, de 17 años) hablaban un perfecto catalán. Ambos fueron abatidos por un miembro de los Mossos en Cambrils.

Mohamed Aalla (uno de los cuatro detenidos) trabajaba como camarero en un restaurante y servía con normalidad vino y otras bebidas alcohólicas a sus clientes.

Tanto la investigación policial como los testimonios de los vecinos y amigos de los autores de la masacre coinciden en que su radicalización es un fenómeno reciente, de unos meses, a lo sumo. Y se produce después de la llegada de Es Satty a la mezquita de Ripoll, hace ahora un año.

Los investigadores creen que Es Satty recibió instrucciones directas de algún dirigente del ISIS, probablemente en Bruselas, para llevar a cabo el atentado.

Se sospecha que el imán de Ripoll se apoyó en Younes Abouyaaqoud, que era asiduo asistente a la mezquita, para ampliar su radio de influencia a su red de amigos (algunos de ellos, menores de edad).

Los investigadores sospechan que el imán de Ripoll recibió órdenes directas para llevar a cabo el atentado de Barcelona de algún dirigente del ISIS en uno de sus viajes a Bélgica

La captación de hermanos o miembros de una misma familia es una de las constantes en el modus operandi del ISIS, como sucedió en los atentados de París y Bruselas. Siempre es más fácil mantener la cohesión del grupo cuando sus miembros forman parte de una misma familia. El tipo de explosivo (triperóxido de triacetona) también fue utilizado en París y Bruselas. Una vez que se produjo la explosión de Alcanar (Tarragona), en la que falleció Es Satty, Younes Abouyaaqoud tomó la decisión de utilizar una de las furgonetas alquiladas, en principio para introducir en ellas los explosivos y las bombonas de butano para provocar un sangriento atentado, para llevar a cabo el atropello masivo de La Rambla.

No hay constancia de que ninguno de los implicados participara en los foros habituales de los yihadistas, lo que redunda en el papel clave de dinamizador de Es Satty sobre la célula de Ripoll.

Es Satty, además de su papel como imán de la localidad, era, además, el único de los implicados en la masacre que sí tenía lazos con el yihadismo. Compartió vivienda entre 2003 y 2005 en Vilanova i La Geltrú con Mohamed Mrabet Fashi, condenado a 7 años de prisión por la Audiencia Nacional en la Operación Chacal.

Mrabet Fashi tenía en su poder, cuando fue detenido, documentación de Es Satty. La célula de Vilanova mantenía lazos con otra célula en Santa Coloma, desarticulada por la Policía en la llamada Operación Tigris. Los miembros de esta célula formaban parte del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC). Según la Audiencia Nacional, Omar Nachka, líder de la célula de Vilanova, ayudó a huir al menos a uno de los miembros del comando que provocó el atentado del 11-M en Madrid:  Mohamed Belhadj (que alquiló el piso de Leganés donde se inmolaron la mayoría de sus integrantes). Sin embargo, en 2011, el Tribunal Supremo absolvió a los integrantes del grupo de Vilanova por falta de pruebas. Las escuchas telefónicas, que fueron el principal soporte de la investigación, se llevaron a cabo sin orden judicial.

Es Satty estuvo varios años en la cárcel de Castellón, condenado por tráfico de 12 kilos de hachis. Allí coincidió con otro de los implicados en el 11-M, Rachid Aglif, conocido como El Conejo). Sin embargo, la investigación no da relevancia a su posible contacto con éste terrorista de cara a su radicalización.

Por otro lado, Satty ha viajado en varias ocasiones a Bélgica, uno de los centros de irradicación del terrorismo islamista en Europa. De hecho, intentó instalarse Diegem, pero desistió cuando se le pidió su certificado de antecedentes penales.

Todos estos datos ponen de manifiesto la importancia de vigilar y controlar a los imanes que dirigen la oración en los centenares de mezquitas repartidas en España (muchas de ellas en Cataluña). Y ese es, tal vez, el mayor reproche que puede hacerse a la actuación de los Mossos en este brutal atentado. A pesar de la absolución del Supremo, todas las personas relacionadas con la vivienda de Vilanova, debieron ser sometidos a control policial. Sin la labor de adoctrinamiento de Es Satty, la masacre de Barcelona nunca se hubiera producido.