Ciutadans irrumpió en el año 2006 con 3 diputados en el Parlament de Cataluña. Sus orígenes se encuentran en un grupo de intelectuales catalanes que, tras el pacto del PSC con ERC, alzaron la voz contra un nacionalismo que parecía instalado en el Palau de la Generalitat durante casi 30 años de la mano de CiU y en el Tripartito de la de ERC. Tras constituirse en partido, un joven y desconocido Albert Rivera se puso al frente de la formación naranja para liderar un partido que se definiría como anti nacionalista y trasversal desde el punto de vista ideológico. Su papel en el Parlament de Cataluña ha estado centrado en denunciar los agravios del nacionalismo: el catalán como única lengua vehicular, los presupuestos destinados a la construcción nacional, los mitos históricos como pilares del relato diferencial. Tanto es así, que Cs es el único partido que nunca ha participado en los actos del 11 de septiembre para homenajear a Rafael de Casanovas.

En el año 2010 aperecen los primeros escándalos de corrupción asociados al pago de comisiones a CiU. Cs, como partido nuevo, también hace suya la bandera de la regeneración democrática iniciando la senda de lo que luego se llamaría la nueva política. En las elecciones del 2010 consiguen mantener los 3 diputados tras haber pasado por una grave crisis interna y tras disputarse el electorado con UPyD, que finalmente no consigue representación en Cataluña. A partir de ese momento, Cs se rearma como partido político e inicia un crecimiento orgánico al albur del aumento electoral del independentismo. Su discurso contra el nacionalismo catalán y la corrupción, lo empiezan a situar como la referencia en Cataluña del electorado que se siente español y cuya lengua materna es el castellano. En el año 2012, consiguen triplicar sus resultados, hasta alcanzar los 9 diputados, con el liderazgo de Albert Rivera consolidado tanto interna como externamente.

Arrimadas, de gesto amable y verbo contundente, consiguió lo que parecía imposible: que Cs fuera el primer partido de la oposición

Es a partir del año 2013 cuando Ciudadanos inicia su operación de expansión nacional. Su crecimiento en Cataluña genera una expectativa en todo el territorio, con un Albert Rivera que irrumpe como líder nacional con gran aceptación y valoración del electorado. Desde las elecciones europeas del 2014, Cs ha obtenido representación a nivel nacional en casi todas las contiendas electorales, siendo llave de gobierno en muchas comunidades e incluso en el gobierno central. La andadura nacional de Rivera deja en manos de una desconocida Inés Arrimadas el partido en Cataluña. Una mujer de gesto amable y verbo contundente que consigue lo que parecía imposible, que Cs fuera el primer partido de la oposición tras 9 años de existencia en las elecciones del 2015 y que Rivera dejara de ser imprescindible al frente de la formación.

Durante todo el procés independenstista, la posición de Cs ha sido férrea, según sus integrantes el partido naranja había nacido para este momento. Fue el primer partido que propuso de forma clara la aplicación del 155 y la celebración de unas nuevas elecciones. Esta coherencia parece que puede ser recompensada por el electorado; según la encuesta publicada por el CIS tienen la mayor fidelización de voto de todos los partidos, con un 73,3%. Además, un 15,6% de los abstencionistas activados aseguran que votarán a Inés Arrimadas y resulta especialmente reseñable que su candidata es una de las líderes mejor valoradas, no solo por su electorado, con una nota de 8,1; sino que además los votantes del PP la valoran mejor (7,9) que a su propio candidato, Xavier García Albiol (7,4). En esta misma línea, a un 58% de los votantes populares del 2015 les gustaría que ganara las elecciones Cs, frente a un 32% que preferirían la victoria del PP; pero además, un 45,8% de los que votaron a los conservadores, aseguran que hoy votarían a Cs.

El discurso naranja pasa por activar el voto útil antisoberanista, bajo la amenaza de la victoria independentista por la dispersión del voto

La estrategia de Ciudadanos cuenta con la posibilidad de ganar las elecciones, en votos y escaños. Para ello, el discurso naranja pasa por activar el voto útil antisoberanista, bajo la amenaza de la victoria independentista por la dispersión del voto. Con el objetivo de aglutinar el voto constitucionalista, no dudan en tildar a PSC y PP de voto basura, aunque sabedores de que han captado gran parte del electorado popular, Cs ha volcado toda su artillería contra los socialistas, con los que mantienen un trasvase de votos bidireccional, a los que acusa de connivencia con el independentismo.

Ciudadanos se presenta como la garantía de la finalización del procés, del fin de la agenda identitaria. Aunque para ello, apelan a las emociones a través de un corazón tribandera (senyera, rojigualda y europea) que fue creado en la campaña electoral del 2012. Sujetándolo con ambas manos, se encuentra una Inés Arrimadas en los materiales de campaña; sin embargo, la presencia de Albert Rivera en actos y mítines es continua. En este ticket electoral es Rivera quien ejerce el papel más duro contra sus adversarios, dejando a Arrimadas la versión más institucional de candidata de mano de hierro en guante de seda. Pero el rival más importante para C’s parece estar tras la noche electoral. La posibilidad de los vetos cruzados podria imposibilitar la presidencia de Inés Arrimadas, a pesar de que la artimética parlamentaria lo permitiera. Ya avisó Rivera a Pedro Sánchez el día de la Consitución: “Me debes una investidura”, en un mensaje que recuerda que Ciudadanos podría tener la posibilidad de ganar las elecciones, lo que no quiere decir que pueda gobernar Cataluña.