Después del desastre electoral de las pasadas elecciones autonómicas, el Partido Popular de Cataluña se halla en un estado catatónico. Sus dirigentes se esfuerzan por recuperar el pulso, actuando con la consigna de olvidar cuanto antes los malos resultados, centrarse en los logros económicos del Gobierno y preparar las elecciones municipales. Pero la mayor parte de la militancia se encuentra desmotivada y las encuestas señalan de forma consistente una preocupante tendencia que se extiende a toda España.

En el contexto de tensión y polarización creada por el “procés”, el Partido Popular de Cataluña se ha visto perjudicado por su condición de partido del Gobierno. El Ejecutivo ha actuado con responsabilidad y moderación, pero ha cometido errores importantes.

El Ejecutivo ha actuado con responsabilidad, pero ha cometido errores importantes

Se debería haber actuado con más agilidad y contundencia contra una clase política nacionalista que ha abusado de las instituciones y se ha adueñado del espacio público. En paralelo, se debería haber mostrado más empatía y capacidad de reacción frente a las inquietudes y demandas de la sociedad, impidiendo que prestara atención a los cantos de sirena del separatismo.

Se ha echado en falta una estrategia proactiva, sostenida en el tiempo y dotada de los recursos necesarios para hacer frente al populismo nacionalista. El papel del Partido Popular, como mejor garante de la cohesión nacional, ha quedado en entredicho en beneficio de Ciudadanos, una fuerza que ha podido actuar de forma oportunista, sin sufrir el coste que supone tomar decisiones.

Durante estos años, el Partido Popular también ha sufrido un importante desgaste ideológico. Sus valores se han desdibujado. Nadie sensato niega los éxitos del Gobierno del Partido Popular en materia económica y en el sostenimiento del Estado del Bienestar. Pero demasiado frecuentemente se ha transmitido una imagen de gabinete técnico, ferozmente pragmático, insensible e imperturbable frente a las inquietudes de la ciudadanía.

Los problemas descritos se han añadido a los fenómenos de corrupción y esclerosis organizativa que han afectado a todos los partidos tradicionales. Un partido que aspira a representar a los sectores más dinámicos, modernos y abiertos de la sociedad no puede ser una organización endogámica, donde los cargos se eternizan y se hace la vista gorda ante conductas reprobables.

Los resultados electorales de diciembre son un claro mensaje de la necesidad de cambio

Los resultados electorales de diciembre no son sólo fruto de factores circunstanciales: también son un claro mensaje de la necesidad de cambio, en Cataluña y en toda España. Un cambio que pasa por:

1) Recuperar, tanto en el discurso como en la práctica, los valores que diferencian al Partido Popular de otras fuerzas políticas: la libertad económica, la excelencia y la meritocracia, el apoyo a la familia, la unidad y solidaridad entre españoles.

2) Abrirse a la sociedad, fomentando el flujo de ideas y talento, convirtiéndose en un vehículo efectivo de participación política para las personas comprometidas con su país.

3) Fortalecerse organizativamente, adoptando las mejores prácticas de gestión de los recursos materiales y humanos, asegurando la transparencia y la rendición de cuentas, y fomentando la participación.

El éxito de España ante los grandes retos económicos, sociales, tecnológicos y ambientales del futuro no se puede imaginar sin un partido liberal-conservador fuerte y con presencia en todo el territorio nacional. Cataluña no debe ser el principio del fin, sino el principio de un cambio en el Partido Popular que lo vuelva a situar en el lugar que le conviene a todos los españoles.

Juan Arza es consultor de empresas y ex secretario de Estudios del PP catalán