El éxito de Vox en Andalucía parece que se le ha subido a la cabeza a Santiago Abascal. Condicionar, como ha hecho, el apoyo a la investidura de Juan Manuel Moreno a la retirada de uno de los puntos del acuerdo de gobierno firmado por el PP y Ciudadanos que prevé una dotación presupuestaria para la protección de las victimas de la violencia de género es, sencillamente, un disparate.

Abascal es consciente del poder que tienen los 12 diputados de Vox en el parlamento de Andalucía: sin sus votos no se producirá el cambio por el que han votado la mayoría de los andaluces para poner fin a 36 años ininterrumpidos de gobiernos socialistas.

Pero si tira demasiado de la cuerda y, finalmente, hay que ir a una repetición de elecciones, el principal perjudicado sería precisamente Vox. Sus votantes difícilmente entenderían que se ponga en riesgo la necesaria alternancia por un empecinamiento que demuestra no sólo una mentalidad retrógrada, sino el desconocimiento de cómo funciona la política.

Si Vox pone en riesgo el gobierno del cambio en Andalucía perderá el atractivo que ahora tiene para algunos votantes de la derecha

La política es el arte de lo posible y Vox se ha empeñado en lograr con sus exigencias algo que está totalmente fuera de su alcance. Derogar o modificar la ley de igualdad, votada por el parlamento andaluz el 26 de septiembre de 2018, requiere de una mayoría hoy por hoy imposible.

Abascal ha escogido un tema muy delicado para lanzar su amenaza. El Congreso de los Diputados votó por amplísima mayoría (sólo se abstuvo Podemos) el Pacto contra la Violencia de Género hace menos de cuatro meses. Al contrario de lo que afirman los líderes de Vox las políticas de protección de las mujeres ante la violencia machista no son patrimonio de "grupos podemitas radicales", sino que cuentan con el respaldo mayoritario de la sociedad, más allá de ideologías o partidismos.

Ni el PP ni Ciudadanos pueden ceder un milímetro en la defensa de la mujer, entre otras cosas porque muchos de sus votantes le pasarían factura en las urnas si así lo hicieran.

Las políticas de defensa de la mujer no son patrimonio de los podemitas, sino que cuentan con un amplio respaldo social

Naturalmente, Vox puede proponer modificaciones a la ley si considera que con su actual redacción se ha producido una vulneración de la igualdad que establece la Constitución, pero lo que no puede hacer es imponer su criterio sobre una cuestión en la que afortunadamente ya existe un amplio consenso social: la violencia es ejercida, como demuestran dramáticamente las cifras, de forma abrumadoramente mayoritaria por los hombres sobre las mujeres y no a la inversa, aunque, por supuesto, se puede dar algún caso de lo contrario.

Me temo que las posiciones de Francisco Serrano (líder de Vox en Andalucía) han tenido mucho que ver en esa irracional ofensiva, pero el ex juez no puede convertir su traumática experiencia personal en línea medular de la acción de su partido.

El PP confía en que Vox reconsidere su postura y se avenga a hacer efectivo el cambio por el que los andaluces apostaron en las elecciones del pasado 2 de diciembre. Albert Rivera ha sido más rotundo y ha dejado claro que no va a modificar ni una coma de lo pactado entre Juan Manuel Moreno y Juan Marín.

El riesgo que corre ahora Vox es que muchos votantes de la derecha en toda España que han visto con simpatía a este partido como una alternativa para sumar con PP y Ciudadanos piensen que no es un fiable ya que, con su intransigencia, facilita el triunfo de la izquierda.