Dos vicepresidentas, dos heroínas. Las reinas gobernadoras del ala extraviada y mesiánica del feminismo, las pastoras de un rebaño que no conoce la duda. Las primeras mujeres bonapartistas de nuestro país. Dos señoras que convocan a sus discípulos (hombres y mujeres) a un plebiscito cotidiano y ruidoso, dos sacerdotisas que dan la comunión a sus fieles. María Teresa Fernández de la Vega y María del Carmen Calvo. El amargado Thomas Carlyle escribió una vez: “La democracia es la desesperación de no encontrar héroes que nos dirijan”. El historiador escocés vivió en un país y en un tiempo equivocados. Hoy sería feliz en la nueva corte de los milagros de Madrid.

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