La caída de Baguz, último bastión controlado por las huestes de Daesh en Siria, acaba con el suspiro del califato yihadista instaurado en junio de 2014. La celeridad de su descomposición solo es equiparable a su fulgurante ascenso, el cual se dio debido a una serie de factores de distinta índole que todavía perviven a día de hoy en el ámbito socio-político, siendo determinante para comprender que la persistencia de estos ingredientes forma el caldo de cultivo idóneo por el que los grupos de ideología extremista van a seguir teniendo cabida en el futuro más inmediato.

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