Vivimos en una sociedad donde los ciclos de vida de muchos de los nuevos productos que se lanzan al mercado cada vez son más cortos y muchas innovaciones se quedan por el camino. El tiempo entre el lanzamiento, el desarrollo, la madurez y el declive se reducen. Los productos históricamente consolidados aguantan gracias a su músculo, mientras muchas de las nuevas alternativas aparecen y desaparecen rápidamente. De estas tendencias no está aislado el mundo político.

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