Ya ha llegado el calor para pegar y despegar a los amantes de sus sábanas y de su amor, como un sueño africano e inquieto de humedad y lujuria. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se han vuelto a reunir con la pereza, la costumbre, el morbo y el recelo de los amantes resabiados, fieles, tercos y perjuros. La negociación está de tal manera que la investidura se complicó y se acercó en el transcurso de la noche, con esas horas y esos giros de la pasión. De la amenaza de Iglesias a votar no, se pasaba, por la mañana, a que el líder de Unidas Podemos viera un Gobierno con el PSOE “más cerca que nunca”. Así son los amaneceres del amor, con espantada o con desayuno. Desengaño y arrepentimiento o, al contrario, degustar la mermelada que ha dejado la noche en los dedos del otro.

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