La sentencia del Tribunal Supremo sobre el destino final de los restos de Franco le ha venido como anillo al dedo al Gobierno de Pedro Sánchez en un momento especialmente delicado porque, contra su propósito inicial de adjudicar toda la responsabilidad de estas nuevas elecciones generales a Pablo Iglesias y a su partido, la mayoría de los electores consultados por los diferentes institutos de opinión adjudicaba al presidente en funciones la culpa de esta nueva convocatoria que irrita a casi todos, especialmente en esa izquierda frustrada por no haber conseguido una versión bis del pacto de Gobierno de las izquierdas durante la II República.

Pero lo de Franco le abre a Sánchez y a su equipo una ventana de oportunidad porque le permite enarbolar la bandera de la victoria no sólo frente a la familia -sus nietos, que están dispuestos a acudir al Constitucional e incluso al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo- sino, por extensión, frente a todos los franquistas que queden todavía en España -y que, a este paso, van a multiplicarse aunque solo sea por oponerse a las decisiones del Gobierno- y, sobre todo, frente a lo que el PSOE califica como "la derecha" en general, sin distinciones de ninguna clase, a la que procurará acorralar en lo posible para que se pronuncie sobre el caso.

Que la exhumación se retrase no hará sino favorecer los intereses políticos del Gobierno y del PSOE

Por lo tanto, el Tribunal Supremo, que tiene sus propio ritmos y al que de ningún modo cabe adjudicarle el menor propósito de cariz político, le ha suministrado al Partido Socialista un impagable empujón hacia arriba en plena precampaña electoral, que es en la que estamos sumidos ahora mismo.

Éste del Gobierno de Pedro Sánchez constituye un éxito indiscutible que podrá exhibir en este tiempo hasta las elecciones y que le va a proporcionar el aplauso de toda la izquierda sin distinciones, probablemente el silencio de los partidos de centro y, como ya se ha podido comprobar, el ataque de los miembros de Vox que esperan a su vez engordar su cesto de votos con el apoyo de todos aquellos ciudadanos que se revuelvan contra la utilización política de la momia de Franco a cargo del Gobierno.

En el Ejecutivo existe de momento la impresión de que todo el proceso se pueda llevar a cabo antes del 10-N, lo cual constituiría la apoteosis política de Pedro Sánchez que tendría así la oportunidad de presentarse ante el escrutinio de las urnas con los deberes hechos, con el examen aprobado y con un dorado sobresaliente avalado nada menos que por el Tribunal Supremo. No se puede pedir más.

Pero puede que la exhumación y reinhumación de los restos del caudillo lleve al final más tiempo del que la vicepresidenta en funciones Carmen Calvo preveía esta mañana en una entrevista en la radio. Y eso es así porque aún queda pendiente de resolver la suspensión cautelar decidida por un juez de lo Contencioso-Administrativo de Madrid de la licencia urbanística necesaria para exhumar los restos mortales de Franco. Mientras ese contencioso no se resuelva a favor de la pretensión del Gobierno, no se podrá proceder a sacar el cadáver del dictador del Valle de los Caídos.

Pero eso no haría sino favorecer los intereses políticos del Gobierno y del PSOE, porque mientras se mantenga abierta la cuestión se seguirán celebrando debates en torno a un asunto que tiene mucho de simbólico porque pretende evocar una cierta victoria final, aunque sea en términos morales, de las víctimas del bando republicano sobre el hombre que ganó la guerra civil española e impuso durante casi 37 años una dictadura militar en sus inicios y más adelante un régimen autoritario.

El Gobierno va a seguir teniendo un problema de muy difícil solución porque ha sido precisamente él quien ha propiciado el incremento del interés de la población

Y en ese debate no va a tener adversarios ni entre los suyos, ni entre los partidos de los que pretende el PSOE sacar votos, ni tampoco entre los partidos del centro derecha. Todos celebran, con alborozo en los dos primeros casos y con indiferencia en el tercero, esta decisión del Supremo y Pedro Sánchez podrá esgrimir esta victoria política durante todo el tiempo que dure la campaña. No puede sorprender, pues, la alegría enorme que en estos momentos recorre las filas de los socialistas.

Quedan pendiente algunas dudas. Habrá que esperar a conocer la argumentación del Alto Tribunal -ahora mismo sólo conocemos el fallo- para negar a la familia del dictador su derecho a inhumar a su abuelo en la cripta que tienen en propiedad en la catedral de La Almudena. Este aspecto es el más sorprendente de la decisión de la Sala Tercera en la medida en que no se conocen imposiciones a la decisión de los familiares de cualquier difunto español de enterrar a su pariente en cualquier cementerio o en cualquier cripta que tenga los correspondientes avales administrativos.

Esa es la mayor incógnita que de momento existe sobre una sentencia aprobada por unanimidad. Sin embargo, la negativa del Gobierno a autorizar la inhumación de Franco en la cripta de la catedral de La Almudena sí tiene una motivación y es bien conocida. El Ejecutivo de Pedro Sánchez quiere evitar que, con Franco enterrado de nuevo en pleno centro de Madrid, se organicen colas interminables para visitar su tumba, lo cual podría producir incidentes de orden público.

En definitiva, a estas alturas de la Historia, el Gobierno socialista sigue teniendo miedo de la memoria de Franco, lo cual no parece muy fundamentado. Pero, con el aval del Supremo, reinhumar su cadáver en el cementerio de El Pardo -a donde su mujer quería que se le enterrara y donde él mandó construir una cripta para la familia- podría trasladar el problema unos kilómetros más al noroeste de la Plaza de Oriente, pero no evitar la acumulación de visitas, un fenómeno que ya se produjo en el Valle de los Caídos en cuanto se supo de la intención gubernamental de sacarle de Cuelgamuros.

Ahí el Gobierno va a seguir teniendo un problema de muy difícil solución porque ha sido precisamente él quien ha propiciado el incremento del interés de la población -y de los turistas extranjeros-sobre una figura que ya llevaba muchos años flotando entre las brumas de nuestra Historia. Esto no ha terminado todavía.