Son poco más de las ocho de la tarde. Los antidisturbios acaban de rescatar a cinco furgones que los manifestantes habían conseguido dejar atrapados en mitad de la Via Laietana, donde los CDR han convocado un nuevo asedio contra la prefectura de la Policía Nacional. Un radical, encapuchado y con el rostro tapado, zarandea e intenta forzar el cierre de uno de los vehículos policiales, tratando de robar su matrícula y acceder al interior. Lo ve todo el mundo, pero un ciego que en ese momento sintonizase TV3 no se enteraría. No se menciona.

En su lugar, el reportero describe un ambiente "muy tranquilo". Desde el plató, el presentador tira -un poco- de vergüenza torera y le pregunta por los encapuchados en los que se centra la cámara. La respuesta: son gente que "preserva su identidad". El furgón, que a estas alturas ya está vandalizado, pintado con esteladas, hoces y martillos, no se menciona hasta tiempo después de haber sido retirado de la escena.

Desde la tarde reina en TV3 la euforia. La televisión del Govern puede volver a vender movilizaciones pacíficas, a entrevistar a abuelas aturulladas y emocionadas por la muchedumbre

Bajo las voces insistentes de los tertulianos de plató se escucha gritar a la turba. "Sin farlopa no sois nada". "Si tienes un hijo subnormal, hazlo Policía Nacional". "Pim, pam, pum, que no quede ni uno". "Visca, visca, visca, visca Terra Lliure". Estallan huevos contra los escudos de los antidisturbios, los radicales levantan los brazos y gritan: "A por ellos, oé". Vuelve la conexión en directo, pero el comportamiento agresivo de los manifestantes no centra el interés del espacio de análisis que TV3 ha preparado para esta tarde-noche de mani: "¿La actitud de los policías, cuál es? ¿Están imperturbables?".

Desde las 16:49, cuando ha comenzado la cobertura en directo de la manifestación contra la sentencia, la sensación en TV3 es de euforia. La televisión del Govern por fin puede volver a vender movilizaciones pacíficas, a entrevistar a abuelas aturulladas y emocionadas por la muchedumbre, aunque los tonos de voz son graves cuando la Guardia Urbana le pone cifras: 350.000. Parecen pocos, pero no pasa nada. Una señora responde en castellano a las preguntas en catalán de la reportera a pie de calle. Dice que es de Melilla, pero catalana de corazón y comprometida con los "presos políticos". Sonrisa de oreja a oreja. Larga perorata. Habla un joven, que viene a decir que los gentíos y las señoras de Melilla están muy bien, pero hace falta algo más. Se le pasaporta rápidamente.

La manifestación, efectivamente pacífica, termina con una joven artista interpretando Els Segadors. Sin solución de continuidad, en plató el presentador pide titulares a sus tertulianos. Uno es de ERC, otra de la CUP y tres son periodistas cuyos perfiles en redes sociales exportan lazos amarillos por toneladas. Cuando todo apunta al pleno al 15 independentista, el último en hablar es Fernando Carrera, ex portavoz de Manuel Valls, por aquello del sorber y del soplar. Aunque se sorba mucho y se sople poco. "Yo voy a dar un titular de verdad: ninguna imagen que veamos hoy tapará lo que hemos visto estos días", dice. El presentador, que no ha puesto ninguna objeción al resto de análisis, sí se lo pone a este.

En TV3 no causa escándalo que una tertuliana diga que la única violencia es la policial, mientras omite que un agente lleva una semana en la UCI con el cráneo reventado

De ahí en adelante, la tertulia parece un monólogo que se rompe muy de vez en vez, cuando interviene el disidente apartado a un extremo del ring televisivo. "Es normal" que la Policía utilice el monopolio de la fuerza para defenderse de actos vandálicos, argumenta Carrera. "Noooooooooo", le responden a cinco voces. Este efecto manada lo sufrirá incluso una de las tertulianas pro-independentistas, cuando analiza que cinco furgones abandonados en mitad de una manifestación denotan que el operativo ha fallado. "¡O que han querido que falle!", le reprenden. Eso, eso. Rectifica rápidamente.

En la tertulia, sin embargo, no genera ningún escándalo que la representante de la CUP diga que la única violencia es la de los manifestantes heridos, mientras omite deliberadamente que un Policía Nacional, que ha salvado la vida de milagro, lleva una semana en la UCI con el cráneo reventado. El presentador no considera necesario introducir el elemento en el debate y el resto de tertulianos pasan rápidamente a loar a las policías europeas que "restablecen el orden público sin pegar a la gente". Lo dicen sin ruborizarse, que es lo noticioso.

Tampoco intervendrán cuando las imágenes de la concentración en Via Laietana muestren a los agentes recibiendo lanzamientos de pelotas, huevos, botellas y todo tipo de objetos durante media hora, sin mover un dedo. Eso sólo lo podrá intuir el ciego, que lo único que escuchará es cómo se describe una "performance" de los CDR, que están "lanzando pelotas a la Policía de manera bastante tranquila" para protestar por las balas de goma que los antidisturbios utilizan en situaciones de riesgo.

"De riesgo, o de no tan riesgo", apostilla el maestro de ceremonias desde el estudio, con la calma y la clarividencia que no permite el reporterismo. Las nueve. Empieza el informativo, rápidamente interrumpido por las cargas de los Mossos, recibidos en Laietana a pedradas y bengalazos, ya inocultables. La reacción es ágil, la cobertura es completa, pero reina la prisa. Que no dure mucho, que a las 10 hay que entrevistar a Arnaldo Otegi.