Mientras Susana Díaz, de blanco misericordioso, pedía perdón ante Ferreras y decía que ella “no estaba” cuando los ERE, yo me acordé de aquel día en que el noticiario de Canal Sur tituló Griñán se va, llega Susana. Con cara de gripe, con ojitos de bolsa de agua caliente, Griñán anunciaba su marcha y declaraba nada menos que la llegada de un “Nuevo Tiempo”. Así es como se pasan las herencias de partidos y de comunidades autónomas, como un broche de escarabajo de la abuela, del viejo quemado por los ERE que era Griñán, a la sangre nueva de primogénita con ricitos de oro que era Susana. Son relevos sacerdotales, que inauguran nuevos tiempos, que merecen obeliscos en Canal Sur y nuevas dinastías de jarrones. Sin embargo, en el PSOE andaluz no cambiaban ni las sábanas, y Susana, por supuesto, no tenía nada de un tiempo nuevo.

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