El acuerdo de gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos (UP) es una carta a los Reyes Magos. Tal vez por eso, porque es un canto al voluntarismo, ni Pedro Sánchez, ni Pablo Iglesias admitieron preguntas cuando rubricaron con sus firmas el texto que servirá de guía para los próximos Presupuesto Generales del Estado.

En lugar de agradecer a los periodistas su presencia en el acto, en un "día difícil par la conciliación familiar", apuntilló Iglesias, lo que deberían haber hecho los convocantes es responder a sus preguntas, que para eso estaban allí, y no sólo para verles darse otro abrazo.

Con gestos de desprecio hacia el papel de los medios de comunicación, que es tanto como decir a los ciudadanos a los que informan, no resulta fácil de creer que el gobierno que nos espera se guíe por un principio tan básico en democracia como es la transparencia.

Pero la comparecencia de los dos líderes encaja a la perfección con todo lo sucedido en el esperpéntico día de ayer. Deprisa, deprisa, tras conocerse el escrito de la Abogacía del Estado, hecho a la medida de Oriol Junqueras para que su partido pueda abstenerse en la votación de investidura y así permitir a Sánchez revalidar su título de presidente del Gobierno, todos los acontecimientos se desencadenaron precipitadamente, como si alguien hubiera marcado un plazo ineludible, como si les fuera la vida en ello.

Se da a conocer el escrito de la Abogacía, y, a continuación, se anuncia el pacto del PNV para apoyar la investidura (que firman Ortuzar y Sánchez en un escenario propio de una notaría cutre); tras ese acto, en el que el presidente en funciones tampoco dio ninguna explicación, seguidamente se anunció que a las 17 horas se firmaría el acuerdo para el gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos. Esa misma tarde, ERC había convocado a su Ejecutiva para dar su opinión sobre si Sánchez merece su confianza. Es decir, sobre si ha sido suficiente la humillación a la que ha sometido a la Abogacía del Estado.

Las medidas que contempla el acuerdo PSOE/UP supondrán una fuerte subida del gasto público, que no se compensa ni de lejos con las subidas de impuestos que se anuncian

Pero vamos al programa. "Programa, programa, programa", que diría Julio Anguita. Sabemos, porque lo han reconocido ellos mismos, que la clave para este gobierno de coalición no ha sido el programa, sino los cargos. Lo primero que supimos tras conocerse que había pacto -48 horas después de las elecciones del 10 de noviembre- es que Pablo Iglesias iba a ser vicepresidente y que Sánchez estaba dispuesto a dar a Unidas Podemos tres o cuatro ministerios.

Desconocemos si esos términos -los importantes- se han cerrado ya o no, presumimos que sí, porque los firmantes no se dignaron a responder a las preguntas de los periodistas ¡Ay aquellos tiempos en los que ambos criticaban a Rajoy por sus ruedas de prensa en plasma!

Como decía al principio, el acuerdo o programa firmado este lunes es una carta a los Reyes Magos. En 49 páginas no se pueden incluir más deseos, más propuestas, más planes, más buenas intenciones. Mirado a cierta distancia, se trata de una auténtica contrarreforma. Se deroga la Reforma Laboral, la LOMCE, el copago farmaceútico, etc. Es decir, todo lo que hizo el gobierno del PP durante sus seis años de mandato.

Las primeras propuestas que aparecen en el documento parecen redactadas directamente por los líderes de Comisiones Obreras y la UGT. Y suponen un misil de largo alcance para la actividad empresarial. Por supuesto, incluye la subida del Salario Mínimo hasta el 60% del salario medio, lo que implicará elevarlo a 1.200 euros. Pero eso no es lo peor: recoge peticiones como la imposibilidad de despido por absentismo causado por baja laboral; la ultraactividad de los convenios y la prevalencia de los acuerdos sectoriales sobre los de empresa.

El gobierno de coalición impulsará, además, un nuevo Pacto de Toledo que garantizará que las pensiones se actualizarán con el IPC real, eliminando los factores de sostenibilidad. También se pretende reformar la Seguridad Social, que financiará un Ingreso Mínimo Vital.

Por supuesto, se aumentarán las ayudas a comedores infantiles, las becas y el presupuesto de investigación. Los Ayuntamientos tendrán la potestad de limitar la subida de los alquileres estableciendo unas Zonas Urbanas de Mercado Tensionado. Las comunidades de vecinos, por su parte, podrán prohibir el establecimiento de alquileres turísticos.

Todas esas medidas (incluidas otras en el sector energético) no sabemos qué coste tendrán. En todo caso, lo que sí sabemos es que el IRPF subirá dos puntos para rentas de más de 130.000 euros y cuatro para las de más de 300.000 euros.

Aunque habrá subidas en el impuesto de sociedades para bancos y eléctricas y se establecerán nuevos impuestos ecológicos y a las empresas tecnológicas, es muy difícil, por no decir imposible, que esos mayores ingresos compensen la subida del gasto que se contempla en este borrador de Presupuesto.

Por la experiencia que ya tenemos en el uso del lenguaje por parte de nuestros políticos, sabemos que cuando hablan de "presupuestos sociales" lo que quieren decir es que aumentará el gasto y, por tanto, que habrá más déficit.

La paradoja es que, por regla general, esos "presupuestos sociales", y estos auguran unas cuentas públicas algo más que sociales, suelen descalabrar precisamente a los que menos tienen, porque acaban afectando a la creación de empleo. De eso nada se dice en esta retahíla de buenísimas intenciones. ¿Qué va a ocurrir con el empleo en 2020? No lo sabemos.

Lo que sí parece evidente es que, con estas recetas, es muy probable que la economía crezca menos y que, por tanto, el paro no sólo deje de reducirse, sino que aumente.

Como ha ocurrido con la Abogacía del Estado este gobierno no tiene inconveniente en decir lo que sus socios quieren oír. El papel lo aguanta todo. Por eso se pueden permitir el lujo de prometer subir las pensiones independientemente de si los pasivos crecen más que los activos, o eludir el hecho de la quiebra de la Seguridad Social, prometiendo un Ingreso Mínimo Vital con cargo a su presupuesto.

Esta carta a los Reyes Magos, por desgracia, será la guía económica y política del nuevo gobierno que llegará rondando la fecha del 6 de enero.

El acuerdo de gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos (UP) es una carta a los Reyes Magos. Tal vez por eso, porque es un canto al voluntarismo, ni Pedro Sánchez, ni Pablo Iglesias admitieron preguntas cuando rubricaron con sus firmas el texto que servirá de guía para los próximos Presupuesto Generales del Estado.

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