El ministro Planas se explica muy bien. Yo soy muy de Planas, porque es un ministro un poco chapado a la antigua. En lugar de soltarse un mitin a los agricultores, les habla como si fueran primos suyos, o sobrinos. Les dice que se va a reunir con ellos porque entiende sus problemas. En lugar de llamarles "carcas" se solidariza con sus quejas.

El campo, ya lo hemos contado en estas páginas, está que arde porque los precios bajan y los salarios (el sensato Planas ha reconocido en Onda Cero que la subida del SMI "algo ha influido" en el cabreo) han subido ya un buen pellizco en el último año... y van a seguir subiendo.

Yo diría que a Planas te lo podrías encontrar en una corrida de toros, o cazando liebres en Ciudad Real. Además, no es vegano. Seguro que algunos de sus colegas del Consejo de Ministros le miran de reojo, como si fuera un infiltrado del PP.

Podría muy bien haber hecho un papel en Amanece que no es poco (que sirva esta mención de recuerdo para el gran José Luis Cuerda). "Dígame, don Pablo, ¿usted esto de los precios, cómo lo ve?", le preguntaría el cabo Guitérrez. "¡Ay, amigo mío! esa es una pregunta demasiado abierta para contestar de buena mañana. Casi filosófica, aristotélica. Y yo, ya sebe usted, soy más de pie a tierra, más de al pan pan y al vino vino".

Sí, nuestro ministro de Agricultura echó pie a tierra este martes, un día antes de que los tractores se paseen por Madrid, apuntó a las grandes cadenas de distribución (Carrefour, Mercadona, Día...) y disparó: hay que acabar con las ventas a pérdida, con las super rebajas.

El ministro de Agricultura está dispuesto a regular los precios para que las grandes superficies no les hagan la puñeta a los agricultores vendiendo por debajo de coste

Planas se ha dado cuenta de que el low cost tiene un precio. Y ese precio es muy alto, porque lo acaban pagando los que producen el aceite -los aceituneros altivos-, los productores de pollos, o de huevos o de leche. O sea, que para acabar con el problema hay que subir los precios como sea.

El ministro habla de una nueva "regulación" que impida a los distribuidores fijar precios por debajo de coste. En la CNMC han levantado la ceja, pero, cuando se trata de precios agrícolas, las reglas de la competencia ceden su preminencia a la defensa de otros intereses.

Tienen razón nuestro agricultores y ganaderos al quejarse de que los precios que les pagan las grandes cadenas de distribución no les compensan ya no sólo del esfuerzo por sacar adelante la cosecha, sino de los costes que asumen para recolectarla.

Pero eso va contra el low cost, al que tan aficionados son algunos ministros. Si la regulación que quiere Planas sale adelante, ya no podremos escuchar por la mañana en la radio las ofertas del contramuslo de pollo o del brick de leche superrebajado de la marca tal y cual que nos recomienda nuestra histérica vecina.

Habrá víctimas, ya que esos precios tirados son los que permiten a muchos jubilados o parados comer pollo o tomarse un tazón de leche. ¡Qué le contarán a esa pobre gente cuando el súper del barrio ya no pueda ofrecerles el dos por uno! En economía las medidas que benefician a unos, por lo general, terminan perjudicando a otros.

La solución Planas para los problemas del campo es, al final, tan vieja como el tabaco: el proteccionismo se lleva aplicando siglos. Y Europa es toda una experta en mecanismos para defender los precios agrícolas contra la competencia de países menos desarrollados que venden a precios mucho más bajos.

No sabemos si Planas acabará calmando la ira de los agricultores, pero, al menos, ha demostrado tener cierta sensibilidad hacia sus miserias. Sensibilidad que viene del conocimiento, de alguien que no ha llegado al puesto porque había que cumplir un compromiso o alcanzar una cuota.

En un gobierno donde hay demasiados miembros "contingentes", Planas es uno de los pocos ministros "necesarios". Yo, que estoy en contra del proteccionismo, con el campo tengo mis reservas, porque sin nuestros agricultores, sin nuestros ganaderos, no somos nada. Así que, ministro, aunque sea con la ayuda de Faulkner, échele una mano a nuestra gente del campo.

El ministro Planas se explica muy bien. Yo soy muy de Planas, porque es un ministro un poco chapado a la antigua. En lugar de soltarse un mitin a los agricultores, les habla como si fueran primos suyos, o sobrinos. Les dice que se va a reunir con ellos porque entiende sus problemas. En lugar de llamarles "carcas" se solidariza con sus quejas.

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