Las trazas que tiene no son buenas. Los grupos políticos con representación en el Congreso y que han asistido en su totalidad a las sesiones de trabajo de la Comisión para la Reconstrucción Económica y Social -de España, aunque esta última palabra no ha sido incluida para no molestar a los independentistas y el enunciado se ha quedado en el limbo de la indeterminación- tienen que presentar mañana sus respectivos borradores con sus correspondientes conclusiones. Se trataría, siempre conjugado en condicional, de encontrar una base común para poder presentarla ante el pleno que se celebre en el Congreso después de las elecciones vascas y gallegas.

Pero desde ahora mismo se puede decir que no hay nadie que dé un duro por alguna clase de acuerdo. Es pronto para asegurarlo taxativamente, pero sólo porque todavía no hemos asistido a la sesión del jueves donde se va a discutir y tratar de acordar sobre qué textos, sobre qué conclusiones, tendrá que pronunciarse finalmente la Cámara al completo.

Pero no se espera nada constructivo de los trabajos -intensos e intensivos- de esta Comisión. Y no será porque sus señorías no hayan tenido la oportunidad de escuchar a decenas y decenas de expertos en las distintas materias, hombres y mujeres en su inmensa mayoría independientes y no sometidos a los intereses políticos o a la dictadura ideológica de un partido u otro.

El retrato que estas personas han hecho de los problemas estructurales pero también coyunturales que ahora mismo aquejan a nuestro país ha sido amplio y muy completo. Los diputados han tenido delante de los ojos un mapa detallado de las amenazas, de las necesidades y de las oportunidades que se ofrecen a la sociedad española para intentar salir con el menor daño posible de este huracán que ha devastado todo, y eso que no hemos hecho más que empezar.

Y, sin embargo salvo en el capítulo de la sanidad, en el que parece que sí va a haber un acuerdo de mínimos entre el PP y el PSOE, es decir, entre Ana Pastor y el ministro Salvador Illa, el resto de los trabajos -reconstrucción económica protección social e incluso política europea- se van a saldar con un rotundo fracaso.

Los diputados han tenido delante de los ojos un mapa detallado de las amenazas, de las necesidades y de las oportunidades que se ofrecen a la sociedad española

Y eso es intolerable. Ya no se trataba de que estos acuerdos llegaran a compararse con lo que supusieron para el país los tan mencionados Pactos de la Moncloa en 1977. Había coincidencia casi unánime en que el clima de tensión máxima que preside hoy la vida política española hacía imposible el acercamiento metódico, lógico, racional entre los grupos para encontrar un diagnóstico básico compartido por lo menos entre los dos grandes partidos nacionales que sirviera de punto de partida para empezar a trabajar y a tomar medidas antes de que la ola gigantesca que se nos ha anunciado para la vuelta del verano nos arrase.

Pues ni siquiera eso parece que se va a conseguir. Lo cual nos lleva a una conclusión inevitable: nuestros representantes políticos no sirven para trazar conjuntamente líneas de fuerza sobre las que empezar a trabajar. En definitiva, han demostrado ser unos inútiles.

Probablemente cada uno de los partidos ha estado trabajando con la mirada puesta en su parroquia, es decir, con las gafas de miope caladas en la nariz. Pero resulta que la inmensa mayoría de españoles no está adscrita a ninguna yeguada de partido político alguno y lo que espera y tiene derecho a exigir de los representantes a los que ha votado, o no, es que trabajen para encontrar salidas en medio de un paisaje que ya sabemos todos que ofrece muy pocas.

¿Han tenido en cuenta sus señorías las casi 120 comparecencias de gentes que saben de lo suyo más que nadie y que han acudido ala Comisión a poner a disposición de los diputados y del país lo más destacado de sus conocimientos? Porque es que por allí ha desfilado lo mejor de cada casa y no es admisible que los grupos políticos vayan a tirar por la ventana el esfuerzo de tantos para ofrecer propuestas o sugerencias que pudieran llevar a tomar decisiones determinantes para el futuro más o menos inmediato de los ciudadanos.

La Comisión para la Reconstrucción Económica y Social, que arrancó en el Congreso de los Diputados a principios del mes […]