Esta historia, más propia inicialmente de una telenovela de los años 80, podía haberse quedado en las crónicas del corazón como una de las muchas historias de cuernos que tan buena audiencia tienen si no fuera porque incorpora varios elementos que la están convirtiendo en un episodio de evidente trascendencia. En primer lugar, por la personalidad del protagonista principal de lo sucedido, nada menos que el vicepresidente segundo del Gobierno. Segundo, por la dimensión política relacionada con la corrupción policial que el propio vicepresidente otorgó repetidamente al episodio. Y tercero, porque ahora se han constatado las mentiras con que el citado ha pretendido, con plena conciencia de que lo hacía, engañar a la ciudadanía y también al juez.

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