Aquí cada gobierno ha llegado con su ley de educación, de su educación, dando por hecho que el de antes había dejado también la suya, como si fuera un apostolado del partido, y que eso no podía quedarse ahí después, haciendo una guerra como luterana desde la escuela. El resultado es que el alumno está siendo siempre como indigenado continuamente por nuevos misioneros y catequistas que en realidad no están preocupados por su buena educación, sino por impartir doctrina, por salvar almas prevotantes y por agrandar el rebaño del señor, sea el señor el que sea. La Ley Celaá es otra ley ideologizante que no es de educación sino de pastoreo. Y esta vez los que pastorean son el sanchismo, el podemismo y el independentismo.
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