El discurso de Navidad de SM el Rey a la nación tuvo el gran sentido de todos los suyos. Al fin y al cabo, desde que comenzó su reinado no ha hecho sino sobresalir en todo cuanto ha dicho y hecho, después de haberlo pensado seria y concienzudamente; dueño de una altura de miras y una integridad personal impensable en la actual coalición gubernamental e inalcanzable para la mayor parte de la clase política.

Su apelación a la “Constitución  que todos tenemos el deber de respetar, y que en nuestros días, es el fundamento de nuestra convivencia social y política, y que representa, en nuestra historia, un éxito de y para la democracia y la libertad", es natural que haya puesto de los nervios a los antisistema: secesionistas y comunistas; mientras que hace feliz a la gran mayoría del pueblo español que hace uso de su “responsabilidad personal” frente a la sumisión al Estado que propugna el actual gobierno.

En la Francia intachablemente democrática un expresidente de la república está siendo juzgado en los tribunales de justicia sin que se haya alzado ni una sola voz contra dicha institución. Cuando en una empresa algún presidente –el de Nissan, por ejemplo– estuvo preso por mandato judicial, a nadie se le ocurrió la peregrina idea de suprimirla y sustituirla ¿por un “koljós”?

En España, los enemigos de nuestra patria y por tanto de SM el Rey quien tan brillantemente la representa, critican que su discurso de Navidad no fuera más explícito condenando al Rey Emérito por conductas que ¡ni siquiera están siendo juzgadas! Es decir, por suposiciones -probablemente ciertas- de hechos necesariamente filtrados a los medios de comunicación por irresponsable instituciones del Estado.

En la Francia intachablemente democrática un expresidente de la república está siendo juzgado en los tribunales sin que se haya alzado ni una sola voz contra dicha institución

Los declarados enemigos de nuestro Emérito Rey no podrán evitar sus extraordinarios logros históricos y tendrán que esperar –no estamos, felizmente, como en las películas del Oeste, donde se juzgaban supuestos delitos por tribunales populares ad hoc– a que la todavía seria e independiente justicia que disfrutamos actúe, si llegara el caso. Sobre el supuesto “problema de la monarquía” que parece interesar al 0.34% de los españoles, el vicepresidente Iglesias, visto el poco caso que se le hace aquí, podría irse a Francia -allí ya están juzgando a un ex jefe de Estado, lo que no está sucediendo aquí– para predicar la desaparición de la República por el caso Sarkozy.

Mientras tanto comienza un nuevo año, que con el actual gobierno, se presenta arduo tanto en el ámbito institucional como en el económico. Hagamos un repaso de lo que cabe esperar en ambos ámbitos, comenzando por el primero. Y qué mejor perspectiva que juzgarle por sus desvaríos respecto a los grandes logros de nuestra civilización cristiana y occidental que emergió, como es obvio, con el nacimiento de Jesús que estos días conmemoramos una inmensa mayoría, no el presidente del gobierno que felicita unas fiestas –no ha explicado de qué– en vez de la Navidad.

Siguiendo el listado de logros institucionales de la civilización occidental que se describían en un anterior artículo:

  • La libertad se encuentra perseguida y cercenada en la educación y la función empresarial, mientras se pretende resucitar la censura de prensa. Y si se llegara a consumar el previsto asalto totalitario al Consejo del Poder Judicial, quedaría gravemente amenazada.
  • La propiedad privada, siempre erosionada por una insaciable fiscalidad, está siendo negada con la incivilizada protección de los “okupas” de viviendas y la limitación de los alquileres.
  • El orden moral, sin el que no habría sido posible la gran expansión de la sociedad humana ni los enormes logros que hemos alcanzado, se considera un estorbo para el Gobierno: el respeto a la ley, la verdad y los compromisos, etc … están fuera de su agenda.
  • Principios fundamentales del derecho, como la igualdad ante la ley y la presunción de inocencia han sido vulnerados.
  • La ley natural, fruto de libres prácticas sociales consuetudinarias arraigadas a lo largo del tiempo es sustituida por una prolífica legislación positiva ad hoc que trata de satisfacer supuestos derechos a la carta.
  • La España imperial, a través de un insigne jurista, el padre Vitoria, creó la imperecedera ley internacional como pionero marco jurídico para la regulación de las tierras conquistadas y su civilización; algo que jamás se había planteado imperio alguno. Los progresistas hispanos, lejos de asumir su enorme grandeza, reniegan de ella.
  • España, en tanto patria intelectual de la ley internacional,  fue la creadora de los derechos humanos a partir de 1550 tras la sinigual Controversia de Valladolid que los puso en pie; algo que muy raramente forma parte del bagaje cultural de nuestros progresistas.
  • ¿Podrían citar nuestros progresistas manifestaciones artísticas en los campos de la arquitectura, la pintura, la literatura y la música fuera del orbe cristiano, que pudieran mínimamente emular las nuestras? Perderían inútilmente el tiempo.
  • El nacimiento y desarrollo de la ciencia estuvo estrictamente amparado en el ámbito cultural cristiano, como demuestra la filiación religiosa de sus más grandes patriarcas: Copérnico, Galileo, Kepler, Leibniz, Newton, Pascal, etc… algo que prefieren ignorar los progresistas.
  • ¿Cuántos progresistas españoles saben que la ciencia económica fue –siglo y medio antes de Adam Smith- concebida y desarrollada en la Universidad de Salamanca por los padres escolásticos?
  • La creación de la Universidad, ese gran regalo a la civilización de la escolástica cristiana, en la que anidaría la ciencia y el espíritu crítico suele ser ignorada por el mundo cultural progresista.
  • El catolicismo inventó la caridad y la filantropía, tal y como las conocemos; lo que es pasado por alto por los progres.
  • Los hospitales fueron una invención, aún no reconocida, cristiana. En Hispanoamérica, su despliegue resultó inigualado hasta no hace mucho.
  • La industria emergió en los monasterios de la Edad Media, una “edad oscura” para los progresistas, ignorantes de los enormes avances tecnológicos y económicos de aquel tiempo.
  • El liberalismo, cuyos principios de filosofía política y económica han vertebrado el éxito de Occidente y de sus imitadores orientales, sigue siendo absurdamente criticado por los defensores del orden socialista que tantas desgracias ha ocasionado.

Si en el ámbito institucional nada positivo pueden aportar quienes deniegan –abierta o disimuladamente- las conquistas de la civilización cristiana-occidental, en el económico, todas las medidas ya adoptadas y por adoptar por el Gobierno desafían el rigor y la sensatez:

  • Lideramos la mayor caída de riqueza y la recuperación más lenta asociadas a la crisis del Covid.
  • El  nivel de desempleo y el endeudamiento publico también nos colocan en los peores lugares entre los países de referencia.
  • Las previstas ayudas de la UE, en vez de estar administradas por criterios profesionales e independientes como en los países serios, serán manejadas con estricto carácter político y criterios carentes de transparencia.
  • En contra de lo que aconseja la doctrina económica y están practicando los demás países, la indebida subida de impuestos al ahorro y al trabajo limitará las posibilidades de recuperación.

Por todo lo dicho, es una pena para España que el desvarío político que nos gobierna, en vez de asumir el buen sentido y la amplitud de miras que siempre acompañan las intervenciones de nuestro Jefe de Estado, siga insistiendo en operar a favor de los intereses de los enemigos de nuestro orden constitucional  y de una economía excluyente –de la creación de empleo y riqueza– que ya nos está conduciendo a la divergencia con la UE, en contra de nuestro mejor pasado histórico.

El discurso de Navidad de SM el Rey a la nación tuvo el gran sentido de todos los suyos. Al fin y al cabo, desde que comenzó su reinado no ha hecho sino sobresalir en todo cuanto ha dicho y hecho, después de haberlo pensado seria y concienzudamente; dueño de una altura de miras y una integridad personal impensable en la actual coalición gubernamental e inalcanzable para la mayor parte de la clase política.

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