Un triángulo de fuego es la teoría que describe, en química, los tres elementos necesarios para generar la mayor parte de los incendios: un combustible, un comburente (lo que reacciona con el combustible generando la combustión) y el calor (una energía de activación que genere una alta temperatura). Si uno falla, no hay fuego, pero cuando estos factores se combinan en la proporción adecuada, el incendio se desencadena.

Este 6 de enero de 2021, a las puertas del Capitolio, en Washington DC, el fuego estalló como no lo había hecho en 250 años, y lo hizo porque el triángulo de fuego -que ya tenía dos de sus elementos- obtuvo finalmente la chispa que faltaba, de manos de un pirómano. 

El primer elemento para el fuego es el combustible, y éste ya estaba sobre el terreno. De hecho, lleva meses esparciéndose con la anuencia de algunos medios de comunicación, que le dan pábulo. Se trata de las declaraciones constantes de Donald Trump sobre el fraude electoral, especialmente en su Twitter, su único medio de comunicación, y con el que intenta sortear a la prensa.

Cada tuit era gasolina que echaba a una pira que estaba construyendo lentamente

Desde el 3 de noviembre, el presidente Donald Trump ha publicado 1520 tuits, y la gran mayoría tienen que ver con lo que para él son unas elecciones fraudulentas. Cada tuit era gasolina que echaba a una pira que estaba construyendo lentamente. El miércoles por la mañana, en la manifestación, arengaba a sus fieles: «Nunca nos rendiremos. No vamos a aceptar la derrota». Al tiempo les instaba a ir a la sede del legislativo a dar «fuerza» a los congresistas «más débiles» que iban a certificar con su presencia su derrota electoral. 

El segundo elemento es el comburente. En este caso, lo que reaccionó con el combustible esparcido por Trump eran las miles de personas fanáticas del actual presidente, que creen en él y en sus palabras y que dan total veracidad a que las elecciones han sido amañadas.

La retórica populista de Trump ha funcionado en dos sentidos. Por un lado con el antagonismo (siempre hay un enemigo al que culpar de todos los males, y ellos son las víctimas), por otro lado con el patriotismo (los enemigos de Trump no sólo van contra él, sino que en realidad están atacando el corazón mismo de Estados Unidos).

Si aunamos a estos grandes mensajes emocionales que estas comunidades de afines, muy cercanas a la alt-right, se organizan en burbujas muy cerradas, donde comparten sus ideas, contenidos y apoyos, y donde se retroalimentan constantemente con contenidos y noticias -a menudo inverosímiles- que reafirman sus creencias, tenemos un enorme comburente.

Es la lucha indignada contra lo que consideran injusto. Los indignados más radicales -y creyentes de Trump- se reunieron este miércoles a las puertas del Capitolio. 

Finalmente, el tercer elemento es el calor, la chispa de energía última que genera la reacción final. Es la señal que Trump anunciaba hace unos días. La daba ante sus leales: «Joe Biden va a ser un presidente ilegítimo. Nunca nos rendiremos. Nunca concederemos. Vamos a detener el robo».

Llamar a manifestarse frente al Capitolio a miles de acérrimos seguidores, enfervorecidos por mensajes de indignación, es la chispa más irresponsable que vimos ayer, en un acto de piromanía sin precedentes. Y esa chispa proviene del ego de Trump, incapaz de aceptar su derrota. 

Nada más peligroso que una horda de personas enfadadas con antorchas y lideradas por un pirómano

Cuando, durante las protestas que han acarreado cuatro muertos, Donald Trump no solo no condena los hechos, sino que los entiende y sólo pide que los manifestantes se vayan a casa («esto es lo que pasa cuando robas las elecciones a grandes patriotas. Vete a casa con amor y en paz. ¡Recuerda este día para siempre!»), está avivando el fuego. No tanto el de este histórico 6 de enero en el Capitolio, que se extinguía por la presencia de la guardia nacional, sino el que vendrá.

El fuego de los miles de fieles que sentirán que lo que ha ocurrido era justo y era necesario para mostrar su fuerza y que nada puede domarlos. Nada más peligroso que una horda de personas enfadadas con antorchas, y lideradas por un pirómano. 


Xavier Peytibi es coautor de Cómo comunica la Alt Right. De la rana Pepe al virus chino y Seis historias que explican la victoria de Donald Trump. Trabaja como consultor político en Ideograma.