Ha sido batido. El récord histórico de aquel 31 de diciembre de 1994 en Río de Janeiro ostentó hasta el 23 de abril de 2020 la marca de ser el evento musical más multitudinario con unos ahora ridículos 4,2 millones de personas. Cantaba, entre otros, el hombre de voz rasgada que preguntaba si era sexy en el mejor momento para hacerlo, justo a finales de los 70: Rod Stewart. El evento del que estamos a punto de hablar, siendo dentro de un videojuego, tuvo el triple de asistentes. Y subiendo.

Pudo volar (sí, volar) y bailar sin esfuerzo durante todo el evento junto a sus amigos en un escenario magnífico

Ahora que lo echamos tanto de menos, y hasta nos estamos acostumbrando peligrosamente a vivir sin música en directo, todos imaginamos claramente que no es lo mismo asistir a un acontecimiento tal y como lo conocemos que a uno virtual. Pero eso cuéntaselo a ese chico de un pueblecito perdido que, con sus gafas VR, pudo “asistir” por primera vez a un concierto musical. Quizá no sintió esos apretujones en el foso, o cómo los tonos graves golpeaban su pecho, o los gritos de los fans dejándole sordo, pero pudo volar (sí, volar) y bailar sin esfuerzo durante todo el evento junto a sus amigos en un escenario magnífico, que hubiera sido imposible crear en este mundo físico lleno de limitaciones.

Se abrió el cielo. Un enorme planeta en el que habitaba un completísimo parque de atracciones bajó del cielo y alumbró a un Travis Scott del tamaño de un edificio de 100 plantas, que rapeaba su repertorio mientras nos llevaba de viaje a las profundidades marinas. Perdón, que me entusiasmo. Y conste que no es mi música. Pero recomiendo al lector con cargo de progenitor que sepa qué mundo está viviendo su prole. Cálcense ustedes sus gafas VR, o las de sus hijos, y métanse por favor en la nueva realidad de la música cara al público. Ya lo han hecho más de 120 millones de veces, solamente en este evento:

Afortunadamente las autoridades, que son las propietarias del videojuego, no permitieron las armas para evitar que el evento acabase en “carnicería virtual”. Aceptémoslo, el conjunto de sensaciones es distinto, pero es cuestión de tiempo que toda realidad digital se vuelva cada vez más inmersiva. Todavía hay quién creerá que asistir a un concierto virtual es parecido a ver un vídeo. Ese vídeo que iba a matar a la estrella de la radio en el famoso tema que he decidido incluir esta semana en nuestra fabulosa colección (también virtual) de aquello que llamábamos “discos”.

Volvamos al 1 de agosto de 1981. Tuvo lugar otro evento musical que quizá no tuvo demasiada repercusión en nuestra vida, pero representó lo que serían los siguientes 30 años para la música y su industria: nació MTV con la emisión, precisamente, del videoclip de Video Killed The Radio Star. Vaya, así que El vídeo mató a la estrella de la radio. Toda una declaración de intenciones.

Pues la realidad es que no pasó de complementar a la radio en su poder promocional, y hasta algunas cadenas de radio entraron, con suerte escasa, en el Universo de las televisiones temáticas musicales. Yo mismo tuve el placer de pertenecer a ese equipo de presentadores de Los 40 en Canal Plus. Todos recordamos Tocata, Aplauso y otros posteriores. Pero siendo realistas, la música en la tele ha acabado siendo un reality, un reality disfrazado de talent show, o una rueda de intereses editoriales de madrugada. Se puede decir más alto… 

El vídeo no mató a la estrella de la radio, sino que convivieron. Pero la era digital trae profundísimas transformaciones y lo mejor que podemos esperar es que el muchacho que ha asistido a ese primer concierto virtual también asista, si no le pilla muy mayor cuando se pueda, a la magia de los conciertos físicos (que reales son todos). Acostumbrémonos a esa denominación.

Como suele ocurrir con muchas de las Grandes Creaciones de la Humanidad, este tema se compuso casi por casualidad en una hora, cierta tarde de 1978 en el apartamento de Geoff Downes (Yes, Asia) y por un loco llamado Trevor Horn. Este genio de gafas a lo Elton John supo dotar de sonido espectacular proyectos musicales tan originales como The Art Of Noise (El arte del ruido) o Frankie Goes To Hollywood y su himno de los 80 Relax, entre otros.

Añadamos el éxito de Buggles a la playlist virtual de este medio. En otras épocas compraría el vinilo para colocarlo en ese preciado estante de discos que celosamente conservábamos y que compartíamos con nuestros amigos cuando venían a casa. Pero gracias a la red, mi habitación es mucho más grande y puede estar el lector invitado. Y esto, amigos, no hay quien lo pare.