Lo que está sucediendo en Ceuta es la demostración palmaria de la incompetencia diplomática y de los servicios de información del Gobierno de España además de la prueba del ínfimo nivel político y estratégico de quienes componen hoy el Consejo de Ministros.

El aceptar la llegada a España del líder saharaui Brahim Gali bajo un nombre falso evidenció el propósito gubernamental de protegerlo para, además de atenderlo médicamente, no someterlo posteriormente a la acción de la Justicia dado que este hombre está imputado, entre otros dirigentes del Frente Polisario, desde 2016 por la Audiencia Nacional por genocidio, torturas y desapariciones de miembros de la población saharaui disidente refugiada en la localidad argelina fronteriza de Tinduf.

Se ha sabido de su estancia hospitalaria en España por una información filtrada por los servicios de Información marroquí. Pero de no haber sido así, el secretario general del Frente Polisario podría perfectamente haber superado su infección por Covid y haberse vuelto a su casa sin que los jueces españoles hubieran tenido la oportunidad de reclamarlo para juzgarlo. Cosa que ya no va a suceder porque, enterado de su presencia en España el juez Pedraz ya lo ha convocado ante su tribunal el primer día de junio.

Primer gran error y primera grandísima torpeza esa del nombre falso, no sólo frente a Maruecos -porque este señor podía haber sido perfectamente atendido en un hospital argelino- sino en lo que se puede interpretar como un presunto intento de eludir la acción de la Justicia por parte del mismísimo Gobierno de España, lo cual es, si cabe, aún más grave.

Tanto el presidente como la ministra han cometido un error insensato no de principiante sino de ignorante profundo

El segundo error y la segunda gran torpeza estuvo en no prever con tiempo suficiente, y mucho menos después de que se supiera que Gali estaba ingresado en un hospital de Logroño, que Marruecos -que se sabía que estaba muy crecido desde que Donald Trump anunciara en diciembre que reconocía la soberanía marroquí del Sahara Occidental- reaccionaría chantajeando a España como suele hacerlo cada vez que necesita presionarla por cualquier asunto. Lo que ha sucedido era previsible, en este formato o en cualquier otro, pero la presión migratoria es un recurso demasiado fácil para Marruecs como para no haberlo tenido previsto.

¿Para qué tenemos unos servicios de Información en Marruecos si no es para adelantar los movimientos del "país amigo" en sus siempre delicadas relaciones con España? Es inaudito e inexplicable que, teniendo acogido en suelo español y protegido con nombre falso a uno de los grandes enemigos del reino de Marruecos, nadie en el Gobierno se hubiera preparado para lo que con toda seguridad había de venir. Y nadie en el espionaje nacional tuviera tampoco acopiada información precisa de la decisión de Rabat de abrir las fronteras, como se pudo constatar en las imágenes de ayer, y dar la orden de que la noticia corriera como la pólvora entre la población.

Si es cierto que, como publicaba ayer ABC, que el ministro del Interior Fernando Grande Marlaska, advirtió insistentemente en el Consejo de Ministros de las consecuencias de esta decisión de traer a Brahim Gali bajo cuerda, habría que reclamarle a la ministra española de Asuntos Exteriores su renuncia al cargo por incompetente, por miope y por su desconocimiento oceánico de las peculiares y siempre frágiles y cambiantes relaciones de España con su vecino del Sur.

Y pedirle también explicaciones al presidente Pedro Sánchez por haber respaldado semejante movimiento de encubrimiento de Gali cuando ya llovía sobre mojado después de aquella intervención de Pablo Iglesias tan patosa y del todo inoportuna, pero tan, taaaan de la izquierda chic, de pedirle al Gobierno, a su Gobierno, puesto que él era todavía vicepresidente, que garantizara la celebración urgente de un referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental.

Y esto a los pocos días de que el Frente Polisario hubiera roto el alto el fuego firmado con Marruecos hacía 30 años y de que estuviera prevista una cumbre del presidente español con el rey marroquí y un encuentro de alto nivel entre los dos gobiernos, encuentros que fueron cancelados y aplazados sine die.

Iglesias le hizo un roto muy considerable a las relaciones hispano marroquíes en plena crisis migratoria en Canarias que Marlaska intentó arreglar como pudo, y pudo poco, en el viaje que realizó inmediatamente después de la intervención de Iglesias, cuando tuvo que desautorizar al vicepresidente Iglesias ante el ministro marroquí del Interior Abdelouafi Laftit. Dijo entonces Marlaska: “Quien dirige la política exterior del Gobierno español es el presidente y la ministra de Asuntos Exteriores”.

Bien, pues ahora, piedra sobre piedra, tanto el presidente como la ministra han cometido un error insensato no de principiante sino de ignorante profundo. Y ahora tenemos como respuesta a miles de jóvenes, marroquíes en su mayoría, y no precisamente de las localidades próximas a Ceuta, corriendo por el campo para lanzarse a la playa y alcanzar a nado tierra española.

Y allí, en tierra española estaban unas dotaciones claramente, dramáticamente insuficientes, de la Policía y de la Guardia Civil, a las que los migrantes apedreaban sin piedad y que ahora, más vale tarde que nunca, han sido reforzadas con el Ejército.

Esto tenía que haberse previsto mucho antes y haber desplegado a tiempo a lo largo toda la frontera de Ceuta a la Legión y al Ejército de Tierra. Para mandar un mensaje sin contemplaciones. Para decir que España no va a tolerar chantajes como éste y no va a permitir que se la humille poniéndola de rodillas a suplicar un poco de consideración, que es lo que está haciendo ahora mismo el Gobierno.

El espectáculo de cientos de jóvenes corriendo sin rumbo por las calles de Ceuta, de centenares de cabezas nadando hacia la playa y de los más de 2.000 menores a los que España no puede devolver nos deja la sensación de que estamos a merced de lo que las autoridades marroquíes tengan a bien concedernos.

A buenas horas llega ahora Pedro Sánchez a decir que se defenderá la integridad territorial de España. Haberlo pensado y haberlo dicho antes, cuando todavía estábamos a tiempo de que la crisis no estallara con la viruencia con que lo ha hecho.No se puede hacer peor.

Lo que está sucediendo en Ceuta es la demostración palmaria de la incompetencia diplomática y de los servicios de información del Gobierno de España además de la prueba del ínfimo nivel político y estratégico de quienes componen hoy el Consejo de Ministros.

Contenido Exclusivo para suscriptores

Para poder acceder a este y otros contenidos debes ser suscriptor.

¿Ya estás suscrito? Identifícate aquí