Messi, con su llanto perlero como sus solapas perleras, solapas de sus trajes de recibir premios, premios y trajes como de niño mago, con orbes de estrellas, con zapatos alados, con canicas pulidas en los bolsillos. Messi llorando, derritiéndose en plata, la plata de su tierra sentimental y la plata que no tiene el Barça para llenarle a Messi su corazoncito de monedita de plata y de barro del Río de la Plata. Messi lloraba en el castellano abarcarolado de los argentinos, que es como una cunita de plata, sin rastro de catalán ni de patriotismo catalanista ni nada, porque el Barça es más que un club pero Messi sólo era un chico que bebía plata como un jarabito de niño pequeño, enfermito y triste, plata con la que hacía bolitas y lazadas en el campo, como juguetes de niño enfermito y triste. Sin plata no hay Messi, ni Barça imperial, y tampoco independentismo. El independentismo creo que se va justo por eso mismo, por no haber plata. Se irá a la moderación o al sanchismo como si se fuera al PSG o al City.
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