Sin ningún enfoque “socioemocional”, mareado de porro y gigantismo y salvaje de barba pitagórica, aquel profesor de COU llegó un cuarto de hora tarde a la primera clase del curso y saludó así: “Estructura algebraica de R súper n”. Luego llenó la pizarra de un griego glagolítico o cuneiforme o extraterrestre de sumatorios y frisos. Nosotros no veníamos de la primaria con matemática socioafectiva o lo que sea que propone ahora el Gobierno, sino de cuando se empezaba con diagramas de Venn, que es lo menos socioemocional que uno verá jamás. Antes de llegar a aquella cueva pintada por marcianos, habíamos visto derivadas, logaritmos, los vectores de la física con su flechita de brújula loca, pero nada como aquello, aquella matemática adulta, dura, bíblica, de zócalo de pirámide. Supongo que pronto, ante algo así, los alumnos llorarán, sin más.
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