Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, que es como tener un ministro sólo para la aureola de Pedro Sánchez, una especie de ministro sombrerero o ministro iluminador, estuvo en la SER para explicarnos el espíritu y el objeto de la mesa de negociación. “El proceso soberanista está terminado. Ahora estamos en el diálogo”, destacaba como titular el propio medio. La pregunta es, claro, que si el proceso soberanista está terminado, ¿qué hay que dialogar? Bolaños se afana en justificar la necesidad de algo que no es necesario, pero es que todo el llamamiento, toda la mesa, todo el oleaje y la peluquería y la reverencia y el rapto de banderas, todo el periplo de peregrino de Sánchez y hasta las gafas caedizas de Bolaños, como las de Clark Kent, están pensados para evadir una pregunta fundamental: ¿por qué hay que hacer algo?

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