
Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra española de Trabajo asiste al primer encuentro empresarial de la presidencia francesa de la Unión Europea
Yolanda Díaz apenas apareció por la campaña de Castilla y León, que quizá podría haber empezado su “proceso de escucha” por esas vacas que también viven en un dulce escuchar y mirar, un poco como la propia vicepresidenta. Hay quien pretende culpar a Díaz de los malos resultados de Podemos, pero eso implica muchas equivocaciones sobre ella, como que sea de Podemos o que haga política. Las cosas chulísimas no se cuentan en votos, la esperanza no cabe en un partido y la gente es una sustancia platónica que la sostiene a ella, no un señor de Medina del Campo con sus problemas como góticos, al que no se puede ir a atender mucho tiempo sin desatender por ello a toda la humanidad. Allí se quedó, pues, el candidato de Podemos, que desde el principio era un candidato como a viacrucis, mientras Yolanda Díaz se levanta con el gallo para empezar a oír la esperanza del mundo como una tetera y luego asistir a entrevistas luciendo un casual pero exacto blanco de balance de blancos.
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