Una invasión de una potencia nuclear del país vecino, y además en suelo europeo, ha despertado la atracción de una nueva hornada de reporteros. Y como no podía ser menos, decenas de periodistas que trabajan en español, catalán, euskera o gallego entendieron que esta sería la primera guerra que marcaría a la generación del siglo XXI. A poco más de tres horas de vuelo.

Aún con todas las transformaciones que conlleva, esta guerra es muy clásica en cuanto a los planteamientos militares de los contendientes. Rememoran la Guerra Fría del Paso de Fulda como escenario de un enfrentamiento de carros que, por tan esperado, pareciera que se hubiera desvanecido para despertar, de nuevo, con la amenaza atómica.

La digitalización de las comunicaciones no sólo ha convertido al Ejército ucraniano en un formidable oponente frente a Rusia, con armas ligeras de última generación que le han permitido detener el asalto a la capital, sino que ha obligado a los periodistas a emplear la instantaneidad de la comunicación para contar las mismas historias de siempre.

Aunque ahora, las genocidas tácticas empleadas en las calles de Bucha han sido documentadas en tiempo real, y las pruebas de los crímenes perpetrados serán puestas a disposición del tribunal que lo requiera en menos de tres meses desde el execrable momento en el que fueron perpetrados.

Veteranos corresponsales han formado equipo con colegas con menos apoyo mediático y eso ha sido una de las redes de seguridad con la que se han enfrentado a su trabajo los periodistas sobre el terreno

Es la aceleración del ciclo informativo. Antes transcurrían semanas o meses entre los hechos de armas y su ulterior investigación. Y es un logro del periodismo poder acelerar con evidencias la investigación de la responsabilidad de esos crímenes de guerra.

Veteranos corresponsales han formado equipo con colegas con menos apoyo mediático y esa ha sido una de las redes de seguridad con la que se han enfrentado a su trabajo los periodistas sobre el terreno. Ha sido así siempre. Quien cuenta con más respaldo está en mejores condiciones para echar un cable a los que viajan con menos medios. Y también a los colegas latinoamericanos que comunican en nuestra lengua.

Desde Reporteros Sin Fronteras, tanto en España como en Leópolis donde está abierto el centro de apoyo de la organización, se han facilitado los equipos de protección disponibles, que siempre son insuficientes. Y en eso estamos, salvo que la crisis, la pandemia y todas sus restricciones tomaron desprevenidos a los medios que no parecían tener previsto que hubiera una nueva guerra de las que marcan a una generación. Los juegos olímpicos tienen un calendario conocido, por desgracia estas guerras también, y aunque no lo tenemos por adelantado, debemos estar preparados.

Siendo uno de los acontecimientos del devenir humano que más daño causa y, obviamente, más interés suscita entre los periodistas y la ciudadanía no siempre desata el torbellino en los medios que sería adecuado para afrontar coberturas costosas, difíciles, peligrosas y extenuantes.

Desde el inicio de la invasión en RSF España vimos que había entre los periodistas más jóvenes, muchos sin experiencia previa en conflictos, un importante número que deseaba hacerse con el seguro y un equipo de protección que RSF pudiera brindarles. Más de 150 profesionales hemos censado en la cobertura en Ucrania y sus fronteras documentando el éxodo de mujeres y niños y los estragos de los ataques y bombardeos.

Y como no podía ser de otro modo, la generación postmilenial asoma en esta cobertura en la que los expertos ofrecen una interpretación de los acontecimientos en tiempo real en las redes y ello supone un reto más, una ayuda también. Contribuye a mejorar el discernimiento de lo que está ocurriendo, viviendo la historia, acompañados de la sabiduría de especialistas a quienes antes sólo podían tener acceso corresponsales veteranos con una buena agenda y los medios necesarios para poder trabajar, que ahora cualquier joven se puede costear. Y además difundir.

Esta abismal diferencia respecto a las conflagraciones que marcaron a otras generaciones de periodistas viene acompañada de la utilización de las herramientas cibernéticas para acometer operaciones de desinformación; ofensivas y defensivas. Desde el acoso de los troll, cuestionando la veracidad de las informaciones sobre los asesinatos y ejecuciones en Bucha, a la captura y hackeo de cuentas en redes u otras formas de entorpecer su trabajo. Muchas con el distintivo rasgo soviético de sembrar discordia. También Zelenski se ha mostrado como un enorme propagandista que ha sabido cautivar a la opinión pública internacional y cohesionar la voluntad de resistencia de su país.

Y este es hoy uno de los objetivos principales de cualquier enfrentamiento bélico, debilitar los puntos de gravedad del oponente. Y ello se puede hacer con balas y con mensajes. Es la labor del periodista desnudar los hechos para que sus audiencias entiendan lo que ocurre, sin sensacionalismos.

El compromiso de los periodistas que han trabajado y trabajan cubriendo la guerra de Ucrania pone de manifiesto que, pese a la precariedad reinante, esta es una profesión muy necesaria

El compromiso de los periodistas que han trabajado y trabajan cubriendo la guerra en Ucrania pone de manifiesto que, a pesar de todas las dificultades, sinsabores y la precariedad reinante, esta es una profesión muy viva y muy necesaria. Tan necesaria como el aire que respiramos para poder vivir en paz, libertad y respeto a los demás en la convivencia democrática.

Es obligación de los medios velar por quienes informan sobre el terreno y tomárselo en serio. Los cursos para entornos hostiles de los cuerpos de seguridad y las Fuerzas Armadas los recomendamos (y agradecemos) siempre al igual que la inversión en formación y equipos de seguridad.


Alfonso Bauluz es presidente de RSF España.