Aquello de “Mamá quiero ser artista”, ocurrió al revés. “Hija, tienes que ser artista” fue lo que, de forma explícita o no, la mamá de una de las voces más importantes de la Historia del Pop, transmitió a su hija.

Y es que Cissy Houston fue corista de Elvis Presley, Aretha Franklin, ganó dos premios Grammy, era tía de Dionne Warwick, y prima de la cantante de ópera Leontyne Price. Si la pequeña le llega a contestar que se hace economista, a la señora le da algo. Por si alguien tiene curiosidad, aquí va uno de los especiales de Cissy para televisión.

Con esa premisa, la niña mimada fue artista hasta el último momento de su vida, que tuvo lugar en una sórdida bañera de un hotel y drogada hasta las cejas. La vida, pero sobre todo la muerte, te da los contrastes que menos esperas.

Voy a ser crítico. Aviso, porque las pasiones que siempre ha levantado esta “primera diva del pop” en ocasiones nublan el entendimiento, y puede que me gane alguna enemistad por separar el cielo y el infierno de esta gran mujer.

Pocos seres humanos han sido dotados de una voz tan gloriosa como la que tuvo, pero no retuvo, la Houston. Y pocas caídas han sido más ruinosas y espectaculares. Vendió más discos y recibió más premios que casi cualquier otra estrella pop femenina del siglo XX, pero pasó la mayor parte de sus últimos años sumida en una adicción a las drogas que minó su voluntad de cantar y la dejó en un estado caótico.

Como suele ocurrir con los que ya no están, se les asciende a los altares olvidando sus mediocridades, pero ella también las tuvo. A pesar de haber sido la artista femenina más premiada de todos los tiempos, con dos Emmy, seis Grammy, treinta Billboard Music Awards, veintidós American Music Awards, y otros 400 más, la inmensa mayoría de las canciones que cantó en sus discos eran mediocres hasta el aburrimiento. Claro, es que no todo eran sus éxitos.

No sé, por poner un ejemplo, y a pesar de contar con la armónica del mismísimo Stevie Wonder, que a la postre es el autor de la canción, ahí van más de tres minutos de soul improvisado que, sintiéndolo mucho, jamás hubieran podido llegar a ser un éxito.

O una de las últimas que fue capaz de grabar, que paradójicamente se llama “Nunca te rindas”.

Houston llegaba tarde a los eventos, o se los perdía por completo. Fue descartada fulminantemente como artista en los Oscar de 2000 porque estaba "fuera de sí" en los ensayos. Pero siempre la recordaremos en el momento cumbre de su carrera, haciendo suya una canción que siempre perteneció a Dolly Parton. Tanto era suya, que Elvis no hizo su versión porque no consiguió ni un pellizco de los derechos de autor que pertenecían a la estrella del Country. Aquí podemos ver a su autora interpretándola en “La casa más divertida de Texas”:

Pero, como suele ocurrir muchas veces en el mundo de la música, la versión supera al original. Y la querremos siempre así, en el escenario de su primera actuación cinematográfica. Perfecta, cómo no.

Este tema cantado por nuestra diva vendió 12 millones de copias en todo el mundo, convirtiéndose en uno de los sencillos más grandes de todos los tiempos. Ella fue la única artista de la Historia en registrar siete números uno seguidos en el Billboard Hot 100, que es la cumbre de cualquiera que se dedique a esto. Pero también una mujer que no supo ni siquiera cantar, al final de su vida.

En muchos de sus directos llegaba a tambalearse sobre el escenario. La evolución de su voz hablada, también “habla” por sí misma. Interesante trabajo este que la compara en el tiempo.

No hay ningún interés en destruir al mito. Al contrario. Siento pena y rabia al comprobar cómo acabó la gran artista que cantó mi primer CD. Acerté, porque a la reproducción digital perfecta de la música le combina bien una voz que fue elogiada sin dudarlo por otros vocalistas por su impecable técnica. Llegué nervioso a casa, encendí aquel nuevo aparato que tanto prometía hacer por mi goce auditivo, y lo primero que me llegó fue la preciosa vibración de su “Saving all my love”.

Ya han pasado más de diez años (sí, diez) desde que nos sorprendió a todos la noticia de su muerte. Nosotros, que nos la imaginábamos igual que en “El Guardaespaldas” y siendo la niña mimada (una vez más) de Kevin Costner, no nos podíamos creer que Whitney Elizabeth Houston acabara sus días así.

Hoy hubiera cumplido 59 años, en una decadencia difícil de imaginar. Una vez leí en una revista norteamericana uno de sus mejores apodos: "La primera novia negra de Estados Unidos". Y creo que fue un poco la de todos.