La decisión de Alemania de enviar sus carros de combate Leopard a Ucrania ha ido a rebufo de la decisión de Joe Biden, presidente norteamericano, de enviar sus propios carros Abrams al país invadido por Rusia. 

De tal manera que siempre, siempre, los europeos esperamos a que Washington nos saque las castañas del fuego para tomar una iniciativa bélica. Y aquí la primera interesada en defenderse de los ataques de Rusia debería ser Europa porque es contra ella contra la que el ejército ruso puede marchar y contra ella es contra la que el suministro de gas ha supuesto un arma de doble filo que ha terminado ahogando las economías europeas.

Pero vayamos a España. Nuestro problema con el armamento disponible es que está obsoleto en su mayor parte y el que no lo está se necesita para cubrir nuestras necesidades en el flanco Sur que es de donde vienen todas nuestras dificultades.

Es el caso de los Leopards que España posee en un buen número pero unos, los Leopards-2A4 que en una cantidad de 108 están para cubrir nuestras necesidades defensivas hipotéticas de Ceuta y Melilla con lo cual mal negocio haríamos si desguarneciéramos ambas plazas cuya españolidad no ha sido reconocida nunca por Marruecos a pesar del inmenso regalo que le hizo Pedro Sánchez al régimen alauí admitiendo, con todo el Parlamento en contra, que la marroquinidad del Sáhara era la opción más razonable y ventajosa. Bien, ni con eso hemos obtenido el reconocimiento de la españolidad de ambas ciudades autónomas. Por lo tanto, esos carros de combate deben estar ahí por si las moscas.

El problema que tenemos es que los otros Leopard los 2E en número de 219 que están en Zaragoza en los almacenes del Ejército de Tierra están en un estado “lamentable” como bien dijo en el mes de agosto la ministra de Defensa Margarita Robles. Y además los componentes de esos carros de combate son españoles, con los problemas logísticos que eso supone.

Porque los carros de combate no van aislados sino que se integran en formaciones acorazadas, y sus tripulaciones requieren una formación específica, además de una logística sofisticada para formar a las tripulaciones e incluso a los mecánicos. Es decir, que no es fácil y que esos carros de combate podrán estar listos para su entrega, como mucho, en primavera.

Se va a notar inevitablemente el tradicional desdén por las inversiones en Defensa, que ahora están reconduciendo mínimamente

La ministra de Defensa está reuniéndose con los altos mandos del Ejército de Tierra para ver el modo de que no se note que España ha estado tradicionalmente a la cola de los países de nuestro entorno en términos de presupuesto de defensa. Margarita Robles ha dicho que nuestro país “está dispuesto a hacer todo lo que sea necesario en lo que haga referencia al envío de los Leopard y al entrenamiento, así como ayudar a su sostenimiento y mantenimiento”.

Pero se va a notar inevitablemente el tradicional desdén por las inversiones en Defensa, que ahora se está reconduciendo mínimamente, porque es imposible disimular un hecho que viene sucediendo desde hace décadas.

Y ahora, con una guerra a las puertas de esa Europa que, en palabras de Josep Borrell, se ha considerado un jardín feliz y satisfecho donde todos sus miembros, desde luego España, consideraron desde hace mucho tiempo que no era conveniente invertir en la paz, lo que conlleva invertir en Defensa. Y eso a pesar del conflicto de los Balcanes que se libró en las mismísimas puertas de nuestro jardín.

Ahora no se sabe qué va a hacer el Gobierno pero esta es una falta no achacable a este Gobierno sino a todos los gobiernos que ha habido en nuestro país desde Leopoldo Calvo-Sotelo que tuvo la feliz idea de integrar a nuestro país en la OTAN, con el número 16 de sus miembros.

Ahora, la posición inicial de Felipe González con aquel “De entrada, no” que le valió la que es probablemente la mayor equivocación de su vida como gobernante -excluida la creación de los GAL- ha sido sustituida por la ultraizquierda con asiento en el Gobierno. 

La ministra Ione Belarra ha pedido a Sánchez que lidere la vía diplomática en lugar de hacer seguimiento de la vía bélica. Ella es el mejor ejemplo de “pensamiento impecable” pero esta vez se van a quedar con las ganas de llevar el asunto al Parlamento porque para este tipo de operaciones no sólo no se necesita la autorización de las Cámaras sino que ni siquiera tiene que pasar por el Consejo de Ministros.

Será una brecha más en una coalición que ya no se sostiene si no es por el hecho de que los unos sin los otros no tienen nada que hacer ni en las próximas elecciones de mayo ni sobre todo en los comicios de diciembre. Se necesitan tanto como se detestan.